viernes, abril 19, 2024

Nueva fase económica en la que la renta fija será protagonista: SURA

CIUDAD DE MÉXICO.- A nivel global, las economías están experimentando grandes cambios derivados de los efectos de la pandemia y del conflicto Ucrania-Rusia. Bajo este contexto, los expertos del equipo de Inversiones SURA explican por qué el panorama parece poco a poco menos atractivo para las acciones y más interesante para la renta fija, así como los factores que hay que seguir de cerca para tomar las mejores decisiones de inversión de cara al segundo semestre del 2022.

Al cierre de marzo, los mercados accionarios globales registraron su primera caída trimestral desde el inicio de la pandemia debido en parte, al aumento de la inflación exacerbada por la guerra en Ucrania y su efecto en los precios de la energía y los alimentos, y también por un giro más agresivo en la expectativa de incremento de tasas de interés de algunos bancos centrales, en particular de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Esto, a su vez afectó al mercado de renta fija desarrollada, con incrementos importantes en las de corto plazo, lo que también llevó a que la curva de rendimientos estadounidense se haya invertido. De igual forma, afectó la renta fija emergente, la cual ya había sufrido en 2021 la avanzada de la inflación y el inicio de incrementos de tasas más temprano que en las grandes economías del mundo.

Así que tenemos hoy un enemigo común que no discrimina región ni tipo de economía ni activo financiero. La inflación permea todo y a todos, y cuya defensa recae principalmente en los bancos centrales y amenaza con llevarnos a una recesión, como lo anticipa la señal de inversión de la curva de rendimientos. No obstante, en medio de la turbulencia, puede que estemos presenciando una nueva fase económica, luego de amplia liquidez y voraz consumo que le dio brillo e interés principalmente al mercado accionario por cerca de un año y medio, en la que encontramos interés en los activos que no suelen ser tan llamativos, pero que bajo este escenario pueden ofrecer una rentabilidad atrayente y más estable. En esta nueva etapa pensamos que la renta fija será protagonista no antagonista, en el que la deuda emergente y los bonos de alto rendimiento (high yield bonds) pueden ser una opción interesante.

No existe un antecedente del nivel de incertidumbre económica ante el choque de oferta, demanda ni de productividad como el visto por la pandemia, ni es claro por cuánto tiempo más viviremos estos efectos ahora por cuenta también de los factores de la geopolítica. Sin embargo, a pesar de que el impacto fue sincronizado en todos los países del mundo, existió heterogeneidad en la naturaleza de los choques, con diferencias en la intensidad de los brotes de COVID, la capacidad de respuesta fiscal, la estructura de las economías, incluyendo su componente exportador, y también, por supuesto, en la magnitud y prontitud en la respuesta de política monetaria.

Desde 2021, ha sido clara la diferencia entre las economías desarrolladas y las emergentes. Las grandes economías con mayor capacidad fiscal, amplia liquidez y menores presiones inflacionarias pudieron retrasar su respuesta monetaria. Mientras que, las economías emergentes experimentaron choques vía tasa de cambio, aceleración de la inflación, mayor desigualdad, lenta recuperación de creación de empleos y menores ingresos, junto con el endurecimiento de las condiciones financieras.

En 2022, las mayores presiones inflacionarias han hecho cambiar la postura monetaria en las economías desarrolladas y desde un nivel más alto, ajustar aún más las tasas de interés del mundo emergente (sin incluir China), principalmente en América Latina.

La pregunta es ¿qué puede motivar en estos momentos a inclinarse más por la renta fija emergente o de alto riesgo?, la primera razón es que, en el escenario actual de tasas más altas, el atractivo frente a la renta variable es cada vez mayor, porque las acciones históricamente no logran su mejor desempeño bajo un panorama de desaceleración, mayor inflación y mayor costo del capital. Ya en 2020 y 2021, la renta variable vivió parte de su gloria, luego de caídas muy fuertes y de tener tasas en mínimos históricos.

Lo segundo, estamos posiblemente cerca de la cúspide de la inflación, y vemos un cierre de año con inflaciones históricamente altas, pero en algunas regiones inferiores a las actuales, especialmente en América Latina, en donde el ajuste de tasas inició en 2021. Para el segundo semestre, se pronostica alivio en los costos de la cadena de suministros, mayor oferta de alimentos y posiblemente menores precios en las materias primas. Los descensos de tasas de los bonos se traducen en un mayor valor en el precio de estos.

Tercero, la probabilidad de recesión ha aumentado, pero la prima de riesgo en las economías desarrolladas está más comprimida que en el mundo emergente, lo que genera un mayor atractivo para los bonos emergentes y de alto riesgo, frente a los soberanos desarrollados o de grado de inversión. La probabilidad de recesión en 2023 ha ido al alza. Para los Estados Unidos se le da una probabilidad cercana al 30%, 10 puntos porcentuales más alta que a inicios de febrero, y para Europa se acerca al 50%. Es decir, la tasa de rendimiento de los títulos de corto plazo supera la de largo plazo. Bajo un escenario normal la curva no está invertida, tiene pendiente positiva, en la que los títulos con mayor plazo tienen tasas más altas porque se entiende que a mayor plazo, mayor riesgo asociado, lo que a su vez presenta un escenario más favorable para el consumo y la inversión.

Cuarto, la historia no ha sido tan mala para algunos países de la región latinoamericana, exportadores netos de alimentos (al sur) y energía (al norte). Esto ha ayudado a tener ingresos importantes con precios altos, lo que ha contribuido también a contener y a disminuir en algunos casos la deuda. Esta última licuada temporalmente por la inflación.

El futuro cercano es muy incierto. Sabemos que el panorama es poco a poco menos atractivo para las acciones y más interesante para la renta fija, pero el balance de una mezcla de ambos y movimientos quirúrgicamente ejecutados es el camino más adecuado para las estrategias en 2022. No podemos depender únicamente de una apuesta correcta, se requiere tener múltiples maniobras y destrezas en portafolios diversificados. A favor de las acciones, el retroceso del mercado viene registrándose desde finales de noviembre pasado cuando Jerome Powell retiró la palabra “transitoria” para describir el panorama de inflación del banco central; pero, aunque vienen mayores incrementos no estaremos cerca de una postura restrictiva. La clave para navegar este año es la flexibilidad, con la convicción de que estamos viviendo una época convulsionada, en la que definitivamente algunos factores pueden cambiar en el segundo semestre.
AM.MX/fm

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