viernes, marzo 29, 2024

Murales de Bonampak, la Capilla Sixtina maya

Adrián García Aguirre / Bonampak, Chiapas

*Esa obra pictórica esconde secretos y trazos perfectos.
*Muralistas identificados con expresiones de su cosmovisión.

En la selva Lacandona, en el municipio de Ocosingo, Chiapas, se ubican los vestigios arqueológicos excepcionales y más destacados del imperio maya: Bonampak, cuya fama no solo está en el precioso espacio arquitectónico, sino en las pinturas que adornan sus paredes, con el topónimo maya de “muros pintados”.
Esta maravilla arqueológica fue descubierta a fines de la década de 1940 por casualidad por del explorador Giles Greville Healey y a su guía, el indígena lacandón Chan Bor.
Ambos quedaron impresionados por los edificios, y más tarde con el mundo conmocionado por los murales del templo de las pinturas, conformado por tres cuartos en donde cada uno refleja escenas diferentes.
Se cree que estas obras las dirigió el pintor maya Och o zarigüeya, quien plasmó el gobierno de Chaan Muan II; la vestimenta, el uso de textiles, vestidos ostentosos y la manera en la que se usaban.
También se presentan diversos elementos de la naturaleza, nobles, guerreros y danzantes, y dibujos con textos que reflejan una especie de parte de guerra maya.
Se trata, sobre todo, de pinturas que tienen como temática la presentación del heredero al trono a quien se le observa cargando un niño, músicos, deidades y muchas otras figuras.
Las imágenes pintadas en el cuarto dos son las más relevantes de las tres habitaciones: hay una pelea cuerpo a cuerpo y la presentación de los cautivos en un gran acto militar, en la escenificación de un juicio que muestra al gobernante Chan Muwan de Bonampak.
En el centro, a sus pies, se exhiben cadáveres yacentes que había sido rivales apresados, en tanto otros aparecen presos, angustiados suplicando por sus vidas.
En los dibujos del cuarto dos se representa la pasión maya por la astronomía, como constelaciones y otros cuerpos celestes, con un personaje que correspondería a una deidad guerrera, glifos estelares, el camino celeste y un dibujo de la vía láctea con un borde ancho radiante el cual se alinea al eje de simetría del edificio de las pinturas.
Desde 1949 en que fueron descubiertos se han hecho estudios de las representaciones de los murales, especialmente en la primera cámara, donde se representa la procesión de sacerdotes y nobles en la que, además, una orquesta toca instrumentos musicales como trompetas de madera y tambores, mientras los nobles charlan entre sí.
El segundo habitáculo muestra una escena bélica, con prisioneros sentados a los que les son arrancadas las uñas de los dedos de las manos, enemigos que, según los especialistas, seguramente estaban siendo preparados para ser sacrificados.
El tercer cuarto muestra una ceremonia con bailarines ricamente ataviados, luciendo máscaras de dioses y a la familia gobernante punzándose la lengua con agujas de ki, el henequén, hasta hacerla sangrar, en uno de los muchos tipos de sacrificio que practicaban los mesoamericanos.
Las escenas murales fueron redescubiertas por Carlos Frey y recuperadas por restauradores por miembros del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), lográndose una exitosa meta que culminó con la reconstrucción de los contornos de las figuras del muro central.
Este se tuvo que retirar con bisturí y espátulas dentales, que fueron descubriendo escenas de la batalla de Chaan Muan II, penúltimo rey de Bonampak, tras derrotar a sus enemigos de la ciudad de Sak Tzi.
Los arqueólogos han recopilado toda la iconografía de los murales y re creado un gran archivo de dibujos, fotografías y estudios de los diversos análisis con microscopio óptico.
Esto permitió descubrir la gama cromática de los pintores de Bonampak, en la que se encontraron hasta 28 mezclas de pigmentos que reflejan distintas calidades del mundo natural indígena, en el que sobresale el azul maya.
Esos frescos son de estilo naturalista con figuras que miden casi un metro de altura cada una, y debido a la técnica de los murales, se sabe que los artistas pintores de Bonampak conocían bien los trazos, volúmenes, soportes, aglutinantes y tintes naturales.
Utilizaban cal mezclada con gomas extraídas de árboles como el olón, la orquídea y el ciruelo como bases para plasmar la pintura sobre los muros, en una labor prodigiosa y sin igual que ha sobrevivido a los siglos.

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