Luis Alberto Garcia / Pátzcuaro, Michoacán
* “Tarascos” genera controversia entre estudiosos.
* Michhuahqueh era el término usado por los mexicas
* El imperio purhépecha tomó de víctimas a los aztecas.
* Fundación mítica en Zacapu a inicios del siglo XIV.
* Sus habitantes incluían otros grupos étnicos.
* Los integraban nahuas, otomíes, matlatzincas y chichimecas.
La población que ocupó el territorio conquistado por los purhépechas se compuso de grupos asimilados gradualmente por el mayoritario, con un Estado constituido por una red de sistemas tributarios que se fue centralizando bajo el control de un gobernador al que se llamó cazonci o irecha.
La capital mítica purhépecha estuvo originalmente en Zacapu; pero se trasladó a Tzintzuntzan, a orillas del lago de Pátzcuaro, que según la tradición oral fue fundada por Tariácuri, integrante del linaje de los Uacúsecha o de las águilas.
Esa nación fue contemporánea y enemiga del imperio mexica, contra el que luchó permanentemente, bloqueando la expansión de aquella hacia el oeste y suroeste y, a través de una serie de fortificaciones, protegían sus fronteras.
Esto dio lugar, posiblemente, al desarrollo del primer Estado verdaderamente territorial de Mesoamérica y Aridoamérica: entre 1476 y 1477 los derrotaron a los mexicas comandados por el tlatoani Axayácatl y lograron invadir su territorio con éxito y conquistando Xicotitlán, Tollocan y Oztuma.
En cuanto a la manera en que se debe denominar este Estado, hay discusión entre antropólogos, historiadores y arqueólogos, puesto que el término michoacano surgió en el siglo XVI del náhuatl, que se decía michhuahqueh.
Con él se hacía referencia a los habitantes de la zona del lago de Pátzcuaro y significa “habitantes del lugar donde abundan los peces”; pero la palabra purhépecha quiere decir “gente común” en la lengua homónima.
“Designa al segmento más numeroso de la población prehispánica del Estado purhépecha, así como también refiere a los hablantes del reino pꞌurhé”, explica don Melchor Catzin en sus memorias, escritas en 1543.
La palabra “tarasco” se ha dicho que proviene del vocablo “tarasque” que significa cuñado en lengua purhépecha, y así llamaban a manera de burla los conquistadores a los purhépechas, por lo que ese vocablo es a veces tomado como una ofensa.
El término uacúsecha, que significa águila en purhépecha, se utilizó en el siglo XVI para referirse a los pueblos fundadores del reino situado en Mechuacan, como dice Ricardo Carbajal en su tesis doctoral, La guerra en Michoacán (Morelia 2019).
Habitualmente se utiliza el término “tarasco” para referirse a ese grupo cultural durante la época prehispánica y purhépecha para la contemporánea, y el gentilicio reivindicado por los habitantes de las comunidades indígenas actuales es purépechas.
En cuanto a la geografía y área de ocupación, el territorio que eventualmente configuraba el Estado purépecha es parte de la zona volcánica transversal, y se ubica en su prolongación occidental, entre dos grandes ríos: el Lerma -perteneciente a la zona Áridoamericana- y el Balsas.
Sin embargo, el Estado purhépecha se centraba en la cuenca del lago de Pátzcuaro e incluía zonas de clima templado, subtropical y tropical, dominadas por montañas volcánicas del Cenozoico y sistemas lacustres por encima de dos mil metros de altitud, aunque también incluye zonas más bajas como las regiones costeras del suroeste.
Los tipos de suelo más comunes en casi toda la Meseta Purhépecha, como es posible observar en las proximidades de San Juan Paragaricutiro- pueblo sepultado por la lava del volcán que se llamó Parícutin, surgido de una erupción en el terreno de Dionisio Pulido, el 21 de febrero de 1943- son volcánicos andosoles y luvisoles.
Los menos fértiles, son acrisoles con vegetación conformada principalmente por pinos y encinos, que crecen abundantemente al poniente de la laguna de Pátzcuaro, en una región de vocación forestal desde tiempos inmemoriales.
En el plano demográfico, la población se ha concentrado en las cuencas de los lagos a pesar de la desecación provocada principalmente por por la desecación, la deforestación y el lirio acuático, mermándose así los antes abundantes recursos naturales.
Sin embargo, ese territorio ha sido siempre productivo, potente, aunque hay suelos en la Meseta Purhépecha y en otras comarcas que, por su conformación geológica, absorben mucha agua, lo que impide siembras diversificadas que auxilien a las poblaciones.
La unión de los mundos prehispánico e hispano, con las tragedias y los daños que trajó a lo que se llamó Nuevo Mundo y virreinato de la Nueva España, no deja de ser un capítulo relevante en la fundación de un mestizaje vital, y de ciudades bautizadas como “indianas” por el historiador Carlos Herrejón de Peredo, cronista de Valladolid, hoy Morelia.
Eso ocurrió en la segunda década del siglo XVI, en la agonía y muerte del antiguo pueblo del misterio, como llamó a los purhépechas Jean-Marie Gustave Le Clézio, el Premio Nobel de Literatura francés, quien como otros estudiosos de su estirpe intelectual-, aprendió a quererlo al mostrar un empeño amoroso por los enigmas que en todo momento quiso revelar.