Por Sofía González Torres
La reciente decisión de China de suspender exportaciones de tierras raras refuerza la importancia de diversificar los centros de producción y procesamiento de estos minerales a nivel mundial. Estados Unidos ha respondido impulsando una estrategia orientada a consolidar nuevas fuentes de abastecimiento, reducir vulnerabilidades y fortalecer su ecosistema industrial. Como parte de esta visión, se ha priorizado la identificación de socios confiables en la región para avanzar hacia cadenas de suministro más resilientes y cercanas.
Los minerales críticos han adquirido un papel estratégico en la economía global, al ser insumos esenciales para la transición energética, la innovación tecnológica y la seguridad nacional. Su presencia es clave en sectores como la electromovilidad, las telecomunicaciones, la generación de energías limpias y la industria de defensa. En este contexto, la reconfiguración de las cadenas de suministro globales abre una ventana de oportunidad para países como México, que cuentan con potencial geológico, posición geográfica privilegiada y vínculos comerciales sólidos con América del Norte.
Este impulso encuentra respaldo en proyecciones de crecimiento del mercado global de tierras raras, que anticipan una expansión sostenida del 4.9% anual entre 2024 y 2029, impulsada principalmente por la demanda asiática y el auge de tecnologías verdes.
México: actor con ventajas estratégicas
México cuenta con yacimientos identificados de tierras raras y otros minerales estratégicos en estados como Sonora, Chihuahua, Coahuila, Oaxaca, Guerrero y Guanajuato. Estudios recientes han reportado concentraciones de tierras raras entre 10% y 15% en Oaxaca, y entre 4% y 5% en Hidalgo, Coahuila, Sonora, Sinaloa y Durango. Además de su proximidad geográfica con Estados Unidos, el país cuenta con tratados comerciales robustos que le permiten integrarse con facilidad a cadenas de valor industriales en América del Norte.
Por ejemplo, el proyecto Jemi en Coahuila, ubicado a unos 40 km al sur de la frontera con Texas, ha identificado concentraciones significativas de elementos de tierras raras pesadas como disprosio (Dy) y terbio (Tb), así como elementos ligeros como neodimio (Nd) y praseodimio (Pr), todos ellos esenciales para la fabricación de imanes permanentes utilizados en vehículos eléctricos y otras aplicaciones tecnológicas.
Estas condiciones, sumadas a una creciente atención internacional sobre el potencial de la región, abren un abanico de oportunidades para impulsar actividades relacionadas con la exploración, el desarrollo tecnológico, la cooperación científica y el fortalecimiento de capacidades en torno a estos recursos.
Potencial económico y áreas de oportunidad
El desarrollo de la industria de minerales críticos en México podría generar beneficios económicos significativos. Considerando el valor actual de mercado de los elementos de tierras raras, que ha experimentado aumentos de precios entre 200% y 600% en los últimos años, incluso una participación modesta en la producción global podría traducirse en ingresos considerables.
Además, la integración de México en las cadenas de suministro de minerales críticos podría atraer inversiones extranjeras, fomentar la creación de empleos especializados y promover el desarrollo de infraestructura tecnológica y científica. La colaboración con socios estratégicos, tanto del sector público como privado, puede facilitar la transferencia de conocimiento y tecnología, fortaleciendo las capacidades nacionales en exploración, procesamiento y reciclaje de estos minerales.
Reflexión final: Preparar el terreno para un futuro estratégico
El rediseño de las cadenas globales de suministro de minerales críticos representa una oportunidad única para México. Las condiciones están dadas para que el país fortalezca su presencia en un sector que definirá las industrias del futuro. Apostar por el desarrollo de capacidades nacionales, la cooperación internacional y la innovación tecnológica permitirá que México avance con paso firme hacia un modelo de crecimiento competitivo, sostenible y alineado con las grandes transformaciones del siglo XXI.