jueves, noviembre 21, 2024

Marcello Mastroianni centenario: todos los rostros del astro italiano que su hija ha resucitado en Cannes

CANNES, FRANCIA.- El próximo 28 de septiembre Marcello Mastroianni cumpliría cien años y no es casual que su hija Chiara Mastroianni lo homenajee en Marcello Mio, presentada en la competición principal de Cannes.

De acuerdo con CINEMANÍA, detrás de ese peculiar homenaje, dirigido por Christophe Honoré, habitual del festival francés, se esconden otros motivos más íntimos e inexplicables. “He soñado con mi padre”, le dice a su ex esposo Benjamin Biolay, y ese sueño precipitará un recorrido por la filmografía de Marcello, por ese mito eterno que nos regalaron cineastas como Federico Fellini, Ettore Scola o Michelangelo Antonioni y que forma parte de la historia del cine.

Coprotagonizada por Catherine Deneuve, Fabrice Luchini o Melvin Poupaud interpretándose a sí mismos, Marcello Mio pone de nuevo en escena los gestos tan particulares del actor nacido en Fontana Liri hace casi un siglo y fallecido en París el 19 de diciembre de 1996. Película de fantasmas y suerte de revisión filmográfica, su estreno en Cannes también nos sirve para transitar por el cine de Marcello.

‘Noches blancas’ (Luchino Visconti, 1957)
Adaptación de la novela homónima de Fiódor Dostoyevski, Noches blancas es la historia del encuentro de Mario (Marcello Mastroianni), Natalia (Maria Schell) y el enamorado de esta, un misterioso hombre del que cada día espera su regreso en el mismo lugar.

Ideales, realidad, amor y soledad se dan cita en una película que trasladó su acción del San Petersburgo original a una ciudad anónima italiana construida ad hoc en los magníficos estudios de Cinecittà. Esos decorados, intencionadamente artificiosos, le dan a la película una atmósfera irreal y simbólica única.

Visconti ganó el León de Plata en la Mostra de Venecia de aquel año, y la cinefilia descubrió el maravilloso talento de Nino Rota además de a un actor conmovedor y versátil, que se convertiría en el rostro de una Italia con un pie en las heridas de la posguerra y otro en las contradicciones de la modernidad.

‘Rufufú’ (Mario Monicelli, 1958)
El estadounidense Jules Dassin logró con Rififí (1955) darle un giro copernicano a las películas de atraco. No solo eso, sino que dio pie a que numerosas versiones de aquella película vieran la luz en el entorno europeo. Rufufú, es una de ellas y, a su vez, Atraco a las tres (1962), de José María Forqué, es una vuelta de tuerca de esta última.

Sea como fuere, Rufufú reunió a unos cuantos grandes del cine italiano, Mastroianni, Renato Salvatori, Vittorio Gassman, Totó y a una todavía secundaria Claudia Cardinale para ultimar ese gran robo en las oficinas romanas del Monte de Piedad que ha de sacarles de la miseria en la que viven.

‘La dolce vita’ (Federico Fellini, 1960)
Arturo Zavattini, director de fotografía de Fellini, retrató al actor Marcello Mastroianni en el set de rodaje de La dolce vitaRetrato de Mastroianni en el set de ‘La dolce vita’, por Arturo ZavattiniSolares Fondazione delle Arti
Mastroianni llegó a decir a la prensa que Fellini le contrató para La dolce vita porque tenía una “cara terriblemente ordinaria”. Muchos objetarían de esas declaraciones, porque el rol de Marcello Rubini en esa película es del todo menos común y se ha quedado grabado en las retinas de miles de cinéfilos de todo el mundo.

Rubini, cronista de sociedad de la Roma que se está abriendo al glamour del capital, ejerce de espectador perplejo ante una serie de viñetas que capturan las contradicciones de la modernidad. Inolvidable la escena de Marcello supeditado a la voluptuosidad de Anita Ekberg en el interior de la mítica Fontana de Trevi romana. Fue su primera película en concursar por la Palma de Oro en el Festival de Cannes.

‘La noche’ (Michelangelo Antonioni, 1961)
La segunda entrega de la trilogía de la incomunicación de Antonioni es la crónica del distanciamiento emocional y ético de Giovanni Pontano (Mastroianni), un escritor de éxito, y su esposa Lidia (Jeanne Moreau), con el desarrollismo económico italiano de la posguerra como telón de fondo. Monica Vitti y un cameo de Umberto Eco redondean una de las grandes películas del de Ferrara.

Con la letanía narrativa que le caracteriza y una exploración de los espacios fílmicos, Antonioni retrataba en La noche la transformación de los valores de la burguesía, filmando a lo largo de un día y una noche las distintas emociones que afectan al derrumbe de esta pareja. Que Mastroianni encarnara de nuevo a un escritor, como en La dolce vita, no es para nada una cuestión baladí.

‘Fellini 8 ½’ (Federico Fellini, 1963)
¿Que decir de Fellini 8 ½, la gran cumbre de Fellini y con Mastroianni encarnando a su alter ego, Guido Anselmi? El cineasta italiano lograría el Oscar a la mejor película extranjera por esta exploración de la crisis creativa de un director de cine y que es también uno de los títulos de culto de la carrera de Mastroianni.

Al parecer, Marcello no fue la primera elección de Fellini, que había pensado inicialmente en Laurence Olivier o Charlie Chaplin. El celebrado escritor italiano Alberto Moravia habría descrito al personaje con las siguientes palabras: “erotómano, sádico, masoquista, automutilador, adúltero, payaso, mentiroso y tramposo. Tiene miedo a la vida y quiere volver al vientre materno”.

‘Los girasoles’ (Vittorio De Sica, 1970)
Los girasoles es la primera película de una productora occidental que se rodó en la extinta Unión Soviética y también la cinta que volvió a reunir a dos titanes del cine italiano, Sophia Loren y Mastroianni, y la tercera de la dupla a las órdenes de De Sica tras Ayer, hoy y mañana (1963) y Matrimonio a la italiana (1964).

El filme, uno de los grandes títulos del cine italiano de principios de los 70, despliega la relación sentimental de Giovanna (Loren) y Antonio (Mastroianni) a lo largo de varias etapas de la historia del siglo XX, desde los años de la Segunda Guerra Mundial hasta finales de los sesenta.

‘La gran comilona’ (Marco Ferreri, 1973)
Michel Piccoli, Mastroianni, Ugo Tognazzi y Philipe Noiret son un grupo de cuatro amigos que, hastiados de su propia existencia, deciden entregarse al hedonismo más salvaje para quitarse la vida. Un suicidio gastronómico en toda regla no en vano titulado La gran comilona.

Marco Ferreri escandalizó a la burguesía más ortodoxa de la época por los excesos y la escatología que salpicaba esta macabra historia; mientras que hoy se celebra esta obra como uno de los grandes títulos contra la sociedad de consumo de la época, y quizá como uno de los filmes más sensualmente bizarros de aquellos años. “Al llegar al set de filmación, más que ver con los ojos la escena que íbamos a rodar la veíamos con la nariz”, recordaba Tognazzi en sus memorias.

‘Una jornada particular’ (Ettore Scola, 1977)
Ettore Scola, un grande de la commedia all’italiana, firmó con Una jornada particular una de las cintas más conmovedoras sobre la Segunda Guerra Mundial, cambiando de punto de vista y prestando su cámara a las víctimas de esa Italia que celebraba a Hitler y su funesto Reich.

Loren y Mastroianni, los rostros más queridos del cine italiano de la modernidad, son aquí una ama de casa y un vecino misterioso que pasan juntos el día en que el día que Hitler visita Roma, el 6 de mayo de 1938. Fuera del inmueble en el que viven es un día de fiesta, pero en el interior de esas paredes los protagonistas sueñan con el momento en que serán por fin libres.

‘Ginger y Fred’ (Federico Fellini, 1986)
Ginger y Fred, Amelia y Pippo, o lo que es lo mismo, Giulietta Massina y Mastroianni, ambos sexagenarios, trabajaron por primera vez juntos en esta película con la que Fellini se despedía de de sus dos colaboradores más frecuentes.

Ambos encarnan a una famosa pareja que, en sus mejores tiempos, imitaba a Ginger Rogers y Fred Astaire y que, ahora, décadas después, se reúne para un programa de televisión en el que interpretarán su número por última vez. La química entre Masina y Mastroianni en esta película es sorprendente, entregados ambos a darle la forma a la siempre majestuosa imaginación de Fellini.

‘Ojos negros’ (Nikita Mikhalkov, 1987)
Mastroianni recibió el premio al mejor actor en el Festival de Cannes de 1987 y llegó a ser nominado al Oscar por su interpretación en esta hermosísima crónica que sigue las peripecias amorosas de Romano Patroni, quien recuerda y narra su vida a un desconocido pasajero ruso durante un crucero.

Ojos negros fue la primera película que Nikita Mikhalkov filmaba alejado de la órbita soviética y uno de los grandes éxitos del director de Quemado por el sol. Y Mastroianni, maestro de ceremonias de esta operística película que recrea de manera muy particular el universo y el ánimo de Anton Chejov, está sublime.

Un joven periodista de la televisión griega recorre la frontera en busca de imágenes y en su viaje se cruza con un hombre (Mastroianni) en quien cree reconocer a un político que desapareció unos años antes en extrañas circunstancias.

El paso suspendido de la cigüeña forma parte de una trilogía dedicada al concepto de frontera y sería la segunda colaboración de Mastroianni con el maestro Angelopoulos tras El apicultor (1986), segunda película a su vez de la denominada ‘trilogía del silencio’. La cinta, además, reuniría al actor con Jeanne Moreau, que aquí encarna el papel de la esposa del protagonista.

‘Sostiene Pereira’ (Roberto Faenza, 1995)
Adaptación de la novela histórica del escritor italiano Antonio Tabucchi, en Sostiene Pereira Mastroianni interpreta en una de sus últimas grandes películas a un periodista cultural que pronto se da cuenta de las sombras del régimen dictatorial que gobierna su país cuando conoce y ayuda a un joven antifascista, Monteiro Rossi (Stefano Dionisi).

Mastroianni ganó el David di Donatello al mejor actor por su papel en esta película, pero no sería su última gran interpretación. Tras casi 150 películas a sus espaldas, el italiano se despediría del cine con Viaje al principio del mundo (1997), una preciosa obra de Manoel de Oliveira en la que encarna a un sosía del cineasta portugués que viaja con su equipo por Portugal en busca de los orígenes de Afonso, un famoso actor francés cuyo padre emigró de Portugal a Francia.

Mastroianni fallecería en diciembre de 1996, por lo que la película de Oliveira se estrenaría póstumamente. Concursó en Cannes y logró el Premio Fipresci de la crítica internacional. Viaje al principio del mundo está dedicada a su memoria.
AM.MX/fm

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