Maratón CDMX exhibe el abandono del asfalto… y los atletas pagan el precio

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Patricia Retana

CIUDAD DE MÉXICO.- La imagen es brutal: dos competidores en silla de ruedas caen al piso por un bache en pleno Maratón de la Ciudad de México, a la altura del km 20. El colombiano Francisco Sanclemente, líder en ese momento, tuvo que abandonar; el mexicano Gonzalo Valdovinos volvió a la ruta maltrecho y acabó tercero.

Marco Caballero, que terminó segundo, reventó en la meta: estas caídas pasan “año con año” por baches, coladeras y falta de señalización. ¿Ironía? Horas antes, el Instituto del Deporte había presumido que la ruta estaba impecable. En la práctica, el pavimento le cobró la factura a quienes menos deberían pagarla.

No es un chispazo aislado del domingo. Es un síntoma. La capital arrastra un déficit crónico de mantenimiento: cada día se reportan en promedio 169 baches al *0311 (el chatbot “Bachetel”), pero solo una de cada cuatro solicitudes se atiende a tiempo, de acuerdo con una revisión periodística reciente. Mientras el gobierno presentó en agosto su “plan integral de mantenimiento de carpeta asfáltica”, la realidad en las calles y, ahora, en la ruta del maratón, contradice los discursos.

El problema es estructural. La ciudad se hunde —literalmente— por la sobreexplotación del acuífero: diversas zonas del valle presentan subsidencias aceleradas que deforman y fracturan la carpeta asfáltica.

Súmele lluvias más intensas concentradas en menos horas: el agua entra por grietas, bombea la base del camino y el asfalto colapsa. Con cada tormenta, el hueco se agranda; con cada rodada, la orilla se desgarra. Es receta de manual para fabricar baches… y accidentes.

Los datos de seguridad vial rematan el cuadro: en 2023, 3.8% de los accidentes de tránsito registrados por la autoridad tuvieron como factor “condiciones del camino”, un rubro donde baches, pavimento en mal estado y obstáculos recurrentes son protagonistas.

En pruebas de resistencia física como un maratón y más en la categoría de silla de ruedas, donde se circula a velocidades altas con visibilidad baja a ras de piso, un hoyo mal tapado no es “detalle”: es un riesgo inaceptable.

Si de coherencia se trata, el maratón debería ser un compromiso público con una ruta sin trampas. Revisar, fresar, bachear y señalizar no es un favor al atleta: es una obligación mínima de una ciudad que cobra derechos de vía, organiza eventos masivos y dice “ciudad de derechos”. Urgen protocolos reales y verificables (auditorías de ruta, actas de entrega-recepción con firmas, mapas de bacheo previo, sanciones a quienes incumplan), no selfies y discursos.

Porque el pavimento que tumbó a Sanclemente y frenó a Valdovinos es el mismo que cada mañana rompe rines, tira motociclistas y expone a usuarios con mayor vulnerabilidad en calles y ciclovías.

Mientras tanto, los etíopes Tadu Abate (2:11:17) y Bekelech Gudeta (2:28:36) se llevaron la edición 42, y la peruana Lizaida Valdivia fue subcampeona con un carrerón. Gran fiesta… salvo por el agujero en el centro de la pista. Si el gobierno capitalino quiere presumir “ciudad de grandes eventos”, empiece por lo básico: piso parejo. Literal.
AM.MX/fm

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