lunes, julio 22, 2024

Los únicos Románov que sobrevivieron

Rajak B. Kadjieff / Moscú, Rusia

*La Revolución bolchevique de 1917 los quiso liquidar.
*Nicolás II entregó el trono y la corona a su hermano menor.
*El gran duque Mijaíl Alexándrovich, zar por un día.
*Algunos lograron huir y vivir fuera de la nación eslava.
*María Vladimírovna y su hijo Gueorgui, actuales herederos.
*Hay buen trato y entendimiento con el presidente Putin.

Cuando el zar Nicolas II Romanov fue forzado a abdicar al trono y a la corona de Rusia el 15 de marzo de 1917, renunció también a los derechos de su hijo y heredero legítimo, el zarévich Alexéi, quien sería asesinado junto con sus padres y hermanas en Ekaterinburgo en julio de 1918.
De ese modo, bajo una coyuntura trágica y sin final feliz, el gran duque, hermano del zar, Mijaíl Alexándrovich, se convirtió en el gobernante “legítimo” por unas horas, y porque el “reinado” duró menos de un día.
El 17 de marzo -dos días después- se ordenó la publicación de un manifiesto en el que el gran duque decía: “He tomado la firme decisión de asumir el poder supremo de nuestro imperio, solamente si nuestro gran pueblo me concede tal poder”.
En realidad, esto también significaba la abdicación, forzada y empujada por el gobierno provisional de Alexander Kerenski, que hizo ver a Nicolás II que la monarquía carecía de apoyos, ni siquiera de los prosélitos antes tal obedientes leales de una corte fantasmal y cobarde.
Aunque es bien sabido que Nicolás II no fue capaz de eludir un destino ingrato a pesar de abdicar, este hecho tampoco ayudó a su hermano, porque el 13 de junio de 1918, los bolcheviques fusilaron en secreto a Mijaíl cerca de Perm, mil 300 kms al este de Moscú cuando trataba de fugarse.
Estos acontecimientos estremecedores e incesantes sirvieron de pretexto a los bolcheviques para seguir la cacería de zaristas y ejecutar selectivamente a más integrantes de la familia Románov y al verdadero último zar, convertido en víctima imperial.
En 1917 hasta los monárquicos habían abandonado a Nicolás II, con la expectativa esperanzadora de que la sustitución del autócrata por su hermano Mijaíl pudiera servir para salvar lo que había dejado de ser un imperio extraordinario; pero al final con pies de barro.
“Nuestro ejército vivió con relativa calma la abdicación del zar [Nicolás], pero la abdicación de Mijaíl y el abandono de la monarquía, en general, aturdió a todos… La vida estatal rusa al completo comenzó a desmoronarse”, escribió en su diario el príncipe Serguéi Trubetskói.
El 15 de marzo de 1917 el gran duque Mijaíl Alexándrovich, se convirtió en el zar ruso efímero, si se anota que su reinado duró solamente un día, trasladado a los Urales, mientras la Primera Guerra Mundial seguía su curso y los alemanes se acercaban a Petrogrado, antes San Petersburgo.
Sin embargo, tras el estallido de la Guerra Civil a fines de 1918 y de la ofensiva de las fuerzas antibolcheviques, los Urales tampoco eran un lugar seguro, así que los comunistas decidieron deshacerse de Mijaíl.
“Todavía no se han encontrado los restos de Mijaíl Alexándrovich ni los de su secretario. Es algo que me duele mucho”, comenta al diario Komsomólskaia Pravda un descendiente de los Románov, en su mayoría exterminados en Rusia y fuera de ella, luego de emprender el exilio.
“Hasta que no encuentren y entierren según la tradición cristiana al último miembro de la familia imperial, este sangriento capítulo de la historia de Rusia no se habrá cerrado”, ha dicho ese pariente residente en España.
Además de Nicolás II y de Mijaíl Alexándrovich, hubo otros miembros de la familia Romanov que fueron capturados y ejecutados en los Urales en el fatídico verano de 1918, como el 18 de julio, cuando la gran duquesa Elizaveta Fiódorovna.
Era la viuda del ambicioso e intrigante hermano de Nicolás II, cuya esposa, durante doce años, había vivido como monja y había fundado un convento en Moscú, arrojada a una mina cerca de Alapáievsk, dos mil kms al este de Moscú.
Para asegurarse de que habían acabado con ella, los soldados bolcheviques lanzaron granadas. A ella y a sus acompañantes, otros cinco miembros de los Románov y con dos de sus amistades y tres sirvientes.
“Según los documentos disponibles, el partido bolchevique local -aunque se ha dicho que el asesinato de los Románov lo decidieron directamente Jakov Sverdlov y Vládimitr Ilich Uliánov- tomó a su cargo el asunto y eliminar por su cuenta al zar, a su esposa y sus hijos”.

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