viernes, marzo 29, 2024

Los rusos celebran más el Año Nuevo que la Navidad

Luis Alberto García / Moscú

*La religión ortodoxa fue introducida en Rusia en 988 d.C.

*Casi la mayoría de los cristianos celebra el nacimiento de Jesús.

*Éstos lo hacen en la noche del 24 al 25 de diciembre.

*No es así para las ramas orientales, que siguió el calendario juliano.

*Todas las festividades religiosas fueron proscritas en la URSS.

*Georgia. Serbia y Jerusalén siguen distintos cánones.

El cristianismo, con sus costumbres, rituales y liturgias, santos y mártires, fue adoptado en Rusia como religión oficial en 988 d. C., cuando Vladímir I desposó a la hermana del emperador de Bizancio y abrazó la fe ortodoxa, de la cual se tomó también la arquitectura, caracterizada por las torres en forma de cebollas de los templos.

En el siglo XIII los monasterios se convirtieron en bastiones contra las invasiones mongolas procedentes del Oriente, además de que la Iglesia desempeñó un papel destacadísimo en la existencia de los rusos, que la tomaron con eje de la vida espiritual y terrenal, política y social, hasta que sus actividades fueron proscritas por la Revolución bolchevique, a partir de 1917.

Durante los más de setenta años de régimen socialista soviético, poco margen quedó para las festividades religiosas, la apertura de templos, conventos, parroquias, lo mismo que las procesiones y celebraciones de Semana Santa, Navidad y Año Nuevo.

En cuanto a la Navidad, la Iglesia ortodoxa rusa la celebra el 25 de diciembre, solamente que lo hace según el calendario juliano, que era el utilizado en vida de Jesucristo; pero la Iglesia católica romana, los protestantes y algunas iglesias ortodoxas siguen la tradición según el calendario gregoriano, retomado en Rusia en el siglo XX.

¿Cómo se llegó a esto a Rusia? Existen diversas teorías sobre el origen del 25 de diciembre como día de la Navidad; pero lo que sí se sabe con certeza es que en 386 d. C., el patriarca de Constantinopla, Juan Crisóstomo, impulsó entre los cristianos la idea de celebrar el nacimiento de Jesús ese día, así que los fieles del mundo pasaron a celebrar la fiesta religiosa más importante el mismo día.

En el siglo XVI, el papa Gregorio XIII, inspirado por los logros del Renacimiento y la Ilustración, decidió introducir en la Iglesia católica romana un nuevo calendario, más cercano al calendario astronómico, idea apoyada en los reinos de España y Portugal y en los estados pontificios de Italia en 1582.

No todas las Iglesias y países aceptaron el cambio inmediatamente, como en el Reino Unido y sus colonias americanas, por ejemplo, que lo hicieron hasta 1752, en tanto que, en Rusia, se adaptó posteriormente al nuevo calendario astronómico, después de la llegada de los bolcheviques al poder.

En las Iglesias de Georgia, Serbia y Jerusalén —así como varias católicas de tradición oriental—, siguen los cánones julianos; sin embargo, en 1929, en la Unión Soviética se dictaminó que las fiestas religiosas dejarían de ser consideradas días festivos.

No obstante, la celebración de Nochebuena recogió algunos de sus principales atributos: el árbol de Navidad, el Ded Moroz -equivalente ruso a Santa Claus- y, por supuesto, los regalos, agregándose nuevos personajes como Snegúrochka, la nieta y ayudante fiel del viejo de la barba blanca.

A diferencia de Santa Claus —personaje que recuerda a la figura del obispo griego San Nicolás—, Ded Moroz y Snegúrochka son parte de la mitología eslava, y a pesar de lo que pueda parecer, en realidad no son parientes y se llaman “abuelito” y “nietecita” solamente como muestra de cariño.

Ded Moroz es la personificación del invierno, el señor del frío, la nieve y las heladas, severo con los vagos y envidiosos, y generoso con los desamparados, y Snegúrochka, según la leyenda, fue hecha por dos ancianos que elaboraron una muñeca de nieve —de ahí su nombre— y por el fervor de sus súplicas lograron que cobrara vida.

Para los mayores, en la fiesta de Año Nuevo de la era zarista, se organizaban bailes suntuosos en los que se bebía champán y se comían mandarinas, costumbre gastronómica que se reivindicó y que, todavía, conserva un lugar en toda mesa en Rusia.

Otro asunto relevante es que, después de 1917, los mejores obreros, grandes científicos e ingenieros, figuras de la cultura y el deporte y otras personalidades importantes de la sociedad soviética eran invitados al baile anual de Año Nuevo celebrado en el Kremlin, sede del poder; y no obstante la disolución de la Unión Soviética -el 25 de diciembre de 1991-, la mayoría de los rusos continuó festejando por todo lo alto la Nochebuena y el Año Nuevo

Ambas fechas son conmemoradas alegre y respetuosamente por los rusos, quienes pasan días, semanas y meses preparándolas, para después de las fiestas, tomarse un descanso de diez días, luego de comer en abundancia, cuando las mesas se llenan de platos tradicionales.

“Es por eso que debe comprenderse la razón del porqué los rusos tenemos fama de sibaritas –dice Evgueni Umerenko, ex corresponsal de medios de su país en América Latina-, el hasta que el cuerpo aguante, pues para eso nos dio Dios tanta y tan admirable resistencia”.

No le falta razón, y más desde que, con el desmembramiento de la Unión Soviética, volvió el conservadurismo, el respeto y la conservación por las antiguas fiestas, en los días en que el presidente Borís Yeltsin asistió, en 1992, a un servicio religioso que, por supuesto, nada le dio ni le quitó; pero hizo oficial un reconocimiento que no requirió de un burocrático permiso por escrito.

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