sábado, octubre 5, 2024

Los costos, las dificultades y la trampa de la pobreza

Carmen Lila Romero / Círculo Latino de Estudios Internacionales (CLEI)

*Mejor uso de los factores productivos globales.
*Conflictos agudos entre los “insiders” y los “outsiders”.
*Flujos migratorios tenderían a crear situaciones equilibradas.
*Existen teorías sobre migración, pobreza y desarrollo.
*Potenciar mediante las remesas los avances del país de origen.

Como han señalado migrantólogos del Círculo Latino de Estudios Internacionales (CLEI), hay regiones con mucho capital o tierra en relación con la población activa disponible, y este sería el caso típico de Estados Unidos en el siglo XIX: mucha tierra accesible y poca población, respecto de una Europa con poca tierra en relación con su población.
Lo mismo ocurriría hoy entre las regiones más desarrolladas con mucho capital y relativamente pocos trabajadores respecto de muchas áreas menos desarrolladas que muestran la situación inversa.
En buenas cuentas, los flujos migratorios, así como otros flujos económicos, tenderían a crear situaciones equilibradas en la dotación y remuneración de los factores productivos a nivel global.
Este equilibrio implicaría un mejor uso de los mismos, generando grandes ventajas globales y abriendo oportunidades sustanciales de mejoramiento de las condiciones de trabajo y de vida de los migrantes en relación con su situación en el país de origen.
Si bien las mismas pueden parecer desventajosas en comparación con las condiciones imperantes entre los trabajadores y la población de los países de acogida.
Esta perspectiva macroeconómica enfatiza también las trabas a la inmigración provenientes de las organizaciones de los trabajadores de los países más desarrollados que verían debilitado su poder de negociación y por ende sus ascensos salariales al aumentar la cantidad de mano de obra ofertada en su mercado de trabajo.
Este es un típico ejemplo de lo que se conoce como conflictos agudos entre los “insiders” (grupos que están ya adentro) y los “outsiders” (nuevos grupos que presionan por entrar en un mercado de trabajo más favorable).
Desde un punto de vista dinámico la economía ortodoxa ha elaborado una serie de teorías acerca de las relaciones entre migración, pobreza y desarrollo y se parte de una relación inversa entre pobreza y migraciones de mediano y, en especial, migraciones internacionales de largo alcance.
Este tipo de migraciones son, habitualmente, costosas en relación con los recursos disponibles por los sectores más pobres de la población mundial.
Esto es lo que se conoce como trampa de la pobreza, que dificulta o impide que aquellos que más tendrían que ganar migrando no puedan afrontar la inversión que ello supone. Los que normalmente migran no son, según esta perspectiva, los más pobres sino sectores medios o relativamente privilegiados de sociedad en desarrollo.
Es por ello que se habla de una “autoselección” social y educacionalmente positiva de los emigrantes respecto del total de la población del país de origen. Esto mismo explica el hecho de que la emigración tienda a crecer, contrariamente a lo que habitualmente se cree, cuando se inicia un proceso exitoso de desarrollo ya que el mismo abre posibilidades.
Esto es para que más y más personas puedan invertir en la migración hacia países donde su “capital humano” sería aún más rentable. Esta emigración viene a su vez a potenciar, mediante las remesas, el desarrollo y los avances del país de origen, generándose así un “círculo virtuoso” entre desarrollo, emigración y más desarrollo.
Cuando el nivel de desarrollo del país de emigración lo acerca al del país de inmigración el flujo tiende a ralentizarse para luego detenerse y, finalmente, invertirse, formando aquello que se ha llamado la “U invertida”.
Un ejemplo palpable de este proceso es la emigración española hacia el norte de Europa, que fue fuertemente potenciada por el desarrollo económico español de la década de 1960 para luego, en la de 1970, detenerse e invertirse cuando España alcanzó ciertos niveles de bienestar.
El enfoque económico antagónico al recién expuesto lo proponen diversas escuelas de pensamiento neomarxistas, que acentúan la polarización internacional que vendría a empobrecer crecientemente las así llamadas “periferias” del sistema capitalista mundial.
Así se forzó a sus poblaciones a emigrar para subsistir creando de esta manera una especie de “Tercer” o “Cuarto Mundo” migrante que se ofrece por bajos salarios y aceptando condiciones de “sobreexplotación” en los mercados de trabajo del mundo desarrollado.

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