Legado y tradición del pueblo sabio
Por
Rafael Serrano
Los ministros del pueblo
Los opositores a la Reforma Judicial han señalado que la elección de los jueces, magistrados y ministros ha sido un proceso ilegítimo y con infracciones “graves”. La oposición y la mayoría de los medios tradicionales, con sus bustos parlantes en nado sincronizado, señalan a voz en cuello que hubo “un torrente” de infracciones que violaron y trasgredieron el sistema democrático mexicano. Afirman: la selección de los candidatos a jueces, magistrados y ministros estuvo “plagada de irregularidades y violaciones a la Ley”; la selección de los candidatos y sus campañas fueron intervenidas por el Gobierno Federal, por su partido (MORENA) y sus aliados; el proceso de elección fue mal organizado con una escaza participación donde, dicen, “la ciudadanía ignoró las complejas funciones del Poder Judicial”. Argumentan que el INE no tuvo los recursos suficientes ni los votos en su Consejo para declarar nula la elección porque tanto el INE como el Tribunal Electoral estaban y están “controlados” por MORENA; el INE “tuvo” que “validar” una elección “sucia, manipulada” y que con una votación muy baja no se puede considerar “representativa”; y así una ristra de opiniones y prejuicios. En estas narrativas figuran, como “evidencia” sine qua non, los “acordeones” que, según la oposición, son “la prueba contundente” de la manipulación de un electorado analfabeta.
Los opositores denuncian que hubo, desde “el poder” o del “oficialismo” una estrategia para producir y distribuir masivamente listas con los candidatos afines a MORENA. Les llamaron peyorativamente “acordeones”. Y mostraron “las evidencias” para hacer verosímil la narrativa reaccionaria de que “la democracia está clausurada” y que vivimos una “dictadura” o peor: “una narco-dictadura” donde “no hay contrapesos”. Y alargan su argumento: la elección de los jueces es un “atropello” y un “asalto a la democracia” donde los “dictadores de la 4T” se “apoderaron de la justicia”. Y de ahí el relato de que los acordeones fueron un instrumento perverso para “acarrear” votos, en modo vintage PRI. Una narrativa, en clave de posverdad, construida por la mentalidad conservadora y que deriva en bulos y fakes. Como no hay modo de probar que los acordeones fueron diseñados y propagados por los “siniestros Servidores de la Nación”, con dinero del erario, queda una narrativa verosímil o creíble que replican los bustos parlantes de la mediocracia, los influencers opositores a la 4T y una ola/tsunami de bots en las redes para desacreditar la necesaria y legítima renovación del Poder Judicial. Hablan de una elección “manipulada”, “inducida”.
Los furibundos opositores omiten como siempre la historia y ofenden la memoria colectiva y al pueblo (ciudadanía). Es decir descontextualizan y seleccionan lo que quieren seleccionar sin objetivar lo que está en el fondo de la renovación de un Poder Judicial hundido en la corrupción. Hay otra historia que relatar, llena de agravios, clasismo, nepotismo y despotismo ilustrado. Recordar que el Poder Judicial que hoy se descabeza surgió de un acto ilegitimo y autoritario del Poder Ejecutivo, realizado por el “demócrata” Zedillo. Se requería una Justicia a modo del paradigma neoliberal. Su hegemonía duró más de 30 años (1995-2025) y su legado fue nefasto. Baste con revisar sus sentencias; los gigantescos rezagos, el mar de privilegios; la prepotencia de casta intocable encubierta por el fetiche de la “autonomía e independencia”; y la distancia abismal con los ciudadanos ofreciendo a los justiciables más que certeza, una retórica de “tan alta complejidad” que era inaccesible para los mundanos; y un largo, larguísimo etcétera. La Justicia nunca fue pronta ni expedita ni para todos. No cuidaron la Constitución, la empaparon de verborrea jurídica.
El pueblo originario mandata
La voz del pueblo y los benditos acordeones
Creo que es importante describir lo que significaron los acordeones. Haciendo a un lado las acusaciones infundadas y no probadas. Vale la pena señalar que los acordeones fueron, en su mayoría, un producto de la creación colectiva para afrontar la complejidad de una elección que fue muy acotada/restringida e incluso inhibida por la oposición y por el mismo INE que contuvo y detuvo la amplia difusión que requerían las candidaturas. Los acordeones fueron producto de un aprendizaje colectivo que permitió a la ciudadanía informarse, organizarse para votar. Para ello creó un instrumento consensuado, que la voz popular reivindica como “acordeón”, una lista para recordar por quién votar y un antídoto creativo y democrático para reducir la dificultad que planteaban las listas con una gran cantidad de candidatos, puestos y funciones. Es decir, los acordeones fueron una respuesta creativa surgida del pueblo. Una respuesta más allá de la democracia formal, burguesa, ilustrada. Los acordeones fueron una “poiesis”; una acción creativa colectiva ante una elección que requería afrontar la complejidad y superar a unas autoridades que fueron rejegas ante esta novedad democrática. Aunque los opositores no lo reconozcan, se generó, desde la ciudadanía, desde el pueblo, un producto social nuevo que permanecerá en el tiempo. Una propuesta colectiva para conversar y acordar y que con todos sus defectos e improvisaciones mostró su talante democrático.
Casi todos los que fuimos a votar hicimos nuestro acordeón platicado/conversado con nuestro “insight group”. Se hacia a mano, se fotocopiaba o se imprimía y se circulaba en las redes, en algunos lugares como en Oaxaca, las comunidades de usos y costumbres elaboraron su acordeón como mandato del pueblo: las comunidades antiguas se reunían debajo de un árbol para decidir sobre sus dirigentes y otorgarles el mandato colectivo, lo que llaman “mandar obedeciendo”. En la fila para votar en junio del 2025, un grupo de ancianos como yo, discutíamos sobre los candidatos y muchos traíamos nuestro acordeón, una señora lo traía pintado en la mano, otros un papelito y otros en su celular.
Por supuesto, no dudo que desde la cultura del engaño y la manipulación, haya habido acordeones impresos y difundidos, tal vez no solamente por las huestes de MORENA sino por la oposición que como sabemos imprimió acordeones para “evidenciar” la inducción del voto. Así es la lucha democrática; hay de todo: lobos y ovejas. Los que llaman “inducción” del voto no comprenden o no quieren entender que la democracia no es solamente de ilustrados sino del pueblo; que escucha y sabe construir consensos. El pensamiento conservador (Rawls) habla de consensos entrecruzados de la democracia mediada, representativa. Pero no de la democracia participativa y directa. Otra forma de consenso. Recordemos a Rousseau y su concepto de “soberanía popular” que le llamó “Voluntad General”: el pueblo se concibe como las diversas encarnaciones de una colectividad, como un protagonista colectivo, compuesto de personas (ciudadanos) que habitan un territorio de un Estado-Nación.
“El problema de la democracia se viene identificando cada vez más con el tema del autogobierno, y el progreso de la democracia con el extenderse de los campos en que el método del autogobierno es puesto a prueba. El desarrollo de la democracia, desde el principio del siglo pasado hasta hoy, se hace coincidir con la progresiva extensión de los derechos políticos, o sea del derecho a la participación, aunque no sea más que con la elección de representantes, a la formación de la voluntad colectiva. A medida que un número cada vez mayor de individuos conquista el derecho de participar en la vida política, la autocracia retrocede y la democracia avanza” (Norberto Bobbio, “Democracia y dictadura” 1978).
La elección del poder judicial por voto ciudadano fue sobre todo un ejercicio de aprendizaje colectivo, una profundización de la democracia y un valladar contra la autocracia. Como se sabe, si se convoca al pueblo y asisten pocos a una elección, ésta no es ilegitima ni carente de representatividad per se. Cuentan los votos ciudadanos que ejercieron su derecho, lo que se ausentaron son ciudadanía difusa cuya opinión no se ejerció en las urnas, podría decirse que “pertenecen” a una caja negra que no permite determinar porque no concurrieron a las urnas, como elucubran algunos falsos expertos. Valdría la pena estudiar cómo influyeron los medios de comunicación, el Poder judicial, los partidos de oposición y el INE en la escasa participación. Hubo una narrativa para inhibir el voto y para no difundir las campañas de los candidatos a jueces, incluso se descalificó el proceso y a sus candidatos con bulos profusamente difundidos. Y a pesar de esta perversa omisión mediática, el pueblo asumió su responsabilidad y se organizó: se informó cómo pudo y creo una gran conversación que se cristalizó en listas para elegir a muchos candidatos a la vez. El acordeón fue producto de un consenso, una apropiación colectiva profundamente democrática (“poiesis” ciudadana). Fue un gran aprendizaje social que habla de cómo la democracia participativa ha emergido y se instituye. El pueblo instituye y destituye.
Finalmente, se logró cambiar la estructura del Poder Judicial y se eligió una nueva Suprema Corte de Justicia (SCJN). Incluso, se logró que dos entes marginados estuvieran representados: los pueblos indígenas y las mujeres; el presidente de la SCJN será un indígena mixteco y habrá 5 mujeres de 9 ministros en el máximo tribunal de la nación. Un logro de la democracia participativa. Y un mandato para reformar a fondo al sistema judicial. Mientras los medios corporativos ven la destrucción del sistema judicial y el “control” autocrático de MORENA y el “fin del equilibrio de poderes”, la ciudadanía ve un cambio democrático y exige un poder judicial confiable, certero, abierto y cercano a la gente, sobre todo enfocado a garantizar la justicia a los pobres y vulnerables. Vale la pena recordar lo que la comentocracia o sus bustos parlantes omiten o tergiversan: los motivos del cambio. Vale la pena recordarlos:
- El Poder Judicial no quiso auto-reformarse y de garante “autónomo e independiente” pasó a ser un opositor no sólo de MORENA sino del sistema democrático. Se aferró a la defensa de los pocos, de las minorías; impidió la recuperación de la soberanía nacional (el regreso a la nación de los recursos naturales); obstruyó la construcción de la obra pública inundando de “contenciones” cada acción del gobierno federal: concedió amparos y libertades a delincuentes confesos (desde narcos, políticos corruptos, evasores fiscales y empresas extranjeras abusivas extractivistas); trató de intervenir en los procesos democráticos sin tener vela en ese entierro; fue a solicitar apoyo a las democracias maduras (las cortes decadentes de Europa) para detener “la captura de la Justicia” por el “populismo”; se burló de la propuesta de elegir a los jueces por vía democrática directa y no a través de arreglos copulares; fue soberbia, prepotente y conspiradora.
- En su fase final, el Poder Judicial terminó como un esperpento, hasta el último minuto ayudó a su casta: exoneró al abogado de la plutocracia, Juan Collado y sentenció a 5 años a un torturador confeso y socio del verdadero narco: García Luna, al cual por cierto también protegió. Sin embargo, aunque la casta divina ya se fue, queda un “Deep state” que renovar, una burocracia que hará lo imposible para obstruir/oponerse a los cambios. Mucha tarea por hacer para los nuevos jueces, magistrados y ministros.
¿Qué viene ahora?; ¿Qué hacer ante el mamut reumático llamado Poder judicial? La burocracia parasitaria hará lo imposible para sostener el “habitus” institucional, lo que llaman pomposamente “resiliencia”. Seguramente la burocracia judicial, llamados “servidores judiciales”, se resistirá. Desde sus buhardillas y recovecos burocráticos, habrá rechazos, rezagos y brazos caídos y mucho fuego interno y en los medios tradicionales ya comenzó una campaña de “vigilancia” de los jueces “populistas”. Las conservadoras barras de abogados y las no menos conservadoras escuelas de derecho harán lo suyo para minar el bono democrático de la actual corte, tanto en México como en los foros internacionales, ya tienen libres a los Carrancá, los Piña y los Laynez para vocear “el desastre populista”, se volverán leguleyos de barandilla. Los acordeones cumplieron su papel. Viene otra batalla crucial y lo más difícil: reorientar el sistema de justicia y volverlo realmente garante de las libertades y de la Constitución. Tienen enfrente una tarea de romanos y “entre abogados te veas”…