domingo, mayo 4, 2025

Liza Minnelli: cómo la primera ‘nepo baby’ de Hollywood se convirtió en una estrella por derecho propio

LOS ÁNGELES CALIFORNIA.- Hace algunos meses, Liza Minnelli anunció su intención de publicar un libro de memorias en 2026, coincidiendo con su 80 cumpleaños. “Desde que tuve edad para poner el lápiz sobre el papel, la gente me pedía que escribiera libros sobre mi carrera, mi vida, mis amores, mi familia. Por supuesto que no. Contarlo cuando me hubiera ido era mi filosofía”. ¿Por qué cambió entonces de opinión?. Porque considera que los productos audiovisuales que existen sobre su carrera “no son correctos” y fueron realizados “por personas que no conocían a mi familia ni a mí”.

De acuerdo con CINEMANÍA, hace una excepción con el último de ellos, Liza Minnelli, absolutamente real, que se estrenó mundialmente en la última edición del festival de cine de Tribeca y este 26 de abril aterriza en Movistar Plus+.

Escrito y dirigido por Bruce David Klein, narra cómo la única hija de dos glorias de Hollywood superó las adversidades y consiguió convertirse en una estrella internacional por derecho propio. “Estoy emocionada de que este documental comparta la historia de cómo mi voz creativa cobró vida con la ayuda de mis brillantes amigos, mentores y colaboradores”, señaló Minnelli en un comunicado.

Hija de Judy Garland, leyenda del escenario y la gran pantalla, y Vincente Minnelli, director galardonado con un Óscar, la californiana ha estado delante de las cámaras desde que nació. Siendo todavía un comino hizo una aparición no acreditada en la película En aquel viejo verano (1949), protagonizada por su progenitora.

Esta no fue la única vez que ambas “trabajaron” juntas. En noviembre de 1964, cuando tenía 18 años, Liza subió al escenario de London Palladium para participar en un concierto de su madre. Ya entonces empezaron, como cabía esperar, las comparaciones entre ambas. Se dice que Garland llegó a sentir celos de su hija. Y eso que fue la propia estrella de El mago de Oz quien le pidió que actuara.

Según el cantante-pianista Michael Feinstein, amigo íntimo de nuestra protagonista, eso pudo deberse a que Garland veía a la adolescente Liza como una prolongación de sí misma y no quería que se superara demasiado. “[Mi madre] Era amiga mía, una amiga difícil, pero amiga. Eso es lo que me digo a mí misma. Ella hizo todo lo que siempre quiso hacer. Nunca renunció a nada por mí y yo no tenía derecho a cambiar su felicidad por mi miseria”, confesó una vez Liza.

En el documental aparecen nombradas todas esas personas que le ayudaron a encontrar su camino tras la muerte de Garland, fallecida en junio de 1969 a los 47 años, debido a una sobredosis de barbitúricos. Madre e hija estaban tan unidas que, cuando Judy murió, Liza lloró durante ocho días seguidos. Aunque su amiga Mia Farrow apunta en el documental que su deceso también pudo suponer cierto alivio para una mujer que experimentó cierto dolor emocional por el pasado turbulento y los problemas de salud de su madre.

En Liza Minnelli, absolutamente real se habla de la necesidad personal de Liza de ser amada y también se cuenta que su mentor original no fue su madre, sino su padre, autor de conocidos dramas, comedias y películas musicales. “De niña, Liza solía pasar el tiempo en sus platós”, contó el crítico de cine Owen Gleiberman, “y aprendió mucho de él: su voluntad de ser despiadado en aras del arte y su sensibilidad gay, algo que se reflejó en la facilidad con la que ella se alió con tantos creadores homosexuales”.

Liza desarrolló en su adolescencia una gran pasión por la interpretación y pronto empezó a aparecer en programas de variedades en los que se mostraba como una bailarina entusiasta. Desde el principio se rodeó de una serie de amigos y mentores (como el bailarín y coreógrafo Bob Fosse, el letrista y dramaturgo Fred Ebb o el cantante francés Charles Aznavour) que la ayudaron a perfeccionar sus dotes vocales y para el baile y, sobre todo, a dar forma a su identidad como artista.

De Aznavour, por ejemplo, se cuenta que Liza le atribuye el mérito de haberla ayudado a encontrar su propia voz. “La parte creativa de su relación fue realmente buena para Liza”, apunta Farrow. “Recuerdo que cuando Liza empezó, Frank [Sinatra] dijo: ‘No todo tiene que ser el himno nacional’. Entendí lo que quería decir, pero no dije nada. Creo que ella vio en Aznavour una forma de interpretar las canciones más cercana y más próxima al corazón. Sabía hacer las cosas a lo grande, como lo hacía su madre, pero su habilidad para hacer ambas cosas es algo que solo mostró después de conocer a Aznavour”.

Su verdadera madrina
Sin embargo, el vínculo más fuerte es el que construyó con Kay Thompson, cantante, arreglista vocal, compositora, bailarina y autora de los cuentos de Eloise. Según cuenta Liza, la de Misuri fue su verdadera madrina. “Su forma de enseñar era muy original. Cuando perdí a mis padres, nunca se separó de mí. Estábamos muy unidas, la admiraba muchísimo y ella lo era todo para mí. Entendía mis miedos, lo que me preocupaba… […]. Ella me enseñó todo. Me enseñó a vivir la vida y a apreciar todo aquello por lo que estábamos pasando”.

En 1965, Liza ganó su primer Tony con el musical Flora the Red Menace, con música de John Kander y letra de Fred Ebb. Y recibió su primera nominación al Oscar en 1970 por su papel protagonista en El cuco estéril, de Alan J. Pakula. No pasó mucho tiempo antes de que tuviera ocasión de encarnar a Sally Bowles, una fascinante mezcla de fiereza y vulnerabilidad, en el filme Cabaret (1972).

“Liza era muy aniñada como bailarina antes de trabajar con Fosse”, señala Kevin Winkler, escritor e historiador de baile. “Si ves imágenes de ella en ‘The Ed Sullivan Show’, estaba claro que tenía mucho talento pero era algo desgarbada y descontrolada. Fosse aportó una especie de disciplina y concentración a su baile que la hizo brillar como una joya. Él era lo bastante listo como para reconocer lo trabajadora que era y el enorme talento que tenía. Utilizó la extravagancia de sus movimientos corporales y de su torso a su favor, y la presentó de una manera nueva y fascinante”.

Cabaret no solo arrasó en taquilla, sino que también fue aclamada en el mundo entero como una obra de arte. Gracias a este papel, Liza recibió varios galardones —entre ellos un Oscar a la mejor actriz— y fue portada de Time y Newsweek la misma semana —algo que no había conseguido hasta entonces ninguna estrella de cine—. Después de aquello, la estadounidense protagonizó Liza with a Z, un musical televisivo producido por Fred Ebb y Bob Fosse, y el musical de Martin Scorsese New York, New York, dos trabajos que la consagraron como la única celebridad capaz de cantar, bailar y actuar notablemente.

Durante los años siguientes, Liza apareció en varias películas más (con éxito desigual), participó en una famosa gira con Frank Sinatra y Sammy Davis Junior, y grabó un puñado de discos. “Liza ocupa un lugar único en la historia de la cultura pop”, opina Klein, “porque influyó en la moda, influyó en el arte con su relación con Andy Warhol, en la música, en la danza… Porque realmente tenía talento para todas esas cosas y fue una musa para revolucionarios brillantes. Ella es el fuego ardiente en medio de todo eso. Y lo que es más importante, creo que no hay nadie como ella”.

Una etapa de oscuridad
Por desgracia, llegó un momento en que sus asuntos personales empezaron a copar más titulares que sus novedades profesionales. La californiana tocó fondo por culpa del alcohol y las drogas (a lo largo de los años estuvo ingresada en distintos centros de rehabilitación), la devastación que sufrió como consecuencia de sus tres abortos espontáneos y los problemas médicos graves que superó (entre ellos una encefalitis vírica que casi la mata).

Lejos de recurrir a la retórica victimista, Liza aprovecha el documental para admitir los errores que cometió siguiendo los pasos de su madre y no tiene problema en abordar aquellos años de decadencia y excesos en el mítico club neoyorquino Studio 54, desmesura que destrozó su salud y tuvo un efecto devastador en su voz. “Viendo a mi madre, juré por mi vida que nunca tomaría drogas”, apunta. “Hasta que me di cuenta de que lo estaba haciendo. Ser la hija de Judy Garland no es muy divertido”.

El público no le dio nunca de lado, pero algunos críticos se cebaron con ella cuando en 1999 regresó a los escenarios de Broadway con Minnelli on Minnelli, un homenaje a los musicales de su padre, dispuesta a demostrar que había dejado atrás los problemas que la convirtieron en carne de tabloide. “La esbelta y sexy bailarina de Cabaret se mueve ahora con tanta dificultad que los bailarines la tienen que empujar”, escribió por ejemplo el New York Daily News haciendo alusión a su corpulencia.

Tras casarse en 2002 con David Gest, su cuarto esposo, parecía que empezaba a levantar un poquito la cabeza: inició una exitosa gira mundial y tenía planes para una serie de televisión titulada Arrested Development. Pero aquello fue un espejismo. A los 16 meses del bodorrio, la pareja se separó a petición de Gest, que demandó a su mujer por las palizas que presuntamente le daba cada vez que se emborrachaba —y de quien nadie tiene nada bueno que decir ni recordar en el documental—.

Desde que pasó aquello, Liza ha seguido alternando instantes de alegría sobre los escenarios con momentos de desesperación entre cuatro paredes. Y de soledad, aunque parece ser que a día de hoy cuenta con un grupo de allegados que la adoran y, de hecho, se refieren a ella como una amiga leal y generosa. “Aunque no ha podido tener hijos propios, parece haber creado su propia familia a través de todos los niños que llegaron a su vida en forma de ahijados”, comenta uno de ellos.

En la actualidad sigue sin contemplar la posibilidad de retirarse del show business. No en vano, ya está trabajando en un proyecto audiovisual sobre su vida que Magnolia Hill Productions producirá en asociación con Warner Brothers Television. “También vuelvo a grabar con mi mejor amigo del mundo, Michael Feinstein”, señaló hace poco a People. “Sería divertido hacer una película más… ¿A mi edad? ¡No podría sentirme mejor ni trabajar más duro! Y estoy produciendo el show ‘Drag…The Musical’ en el Shubert New World Stages de Nueva York. ¡Estoy en la cima del mundo, baby!”.

AM.MX/fm

 


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