Teresa Gil
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El salario en México expresa la gran diferencia social que existe, en un país en donde hay personas como Lorenzo Córdova que recibe en suma más de 200 mil pesos mensuales, mientras un albañil obtiene poco más de 4 mil pesos en el mismo lapso. Lo abominable de esta iniquidad es que para muchos es lo justo: uno maneja conocimientos y estrategias y el otro carga en su espalda sacos de arena. La protesta magisterial el pasado 15 de mayo por un aumento salarial insatisfecho, tiene dos posturas. Por un lado lo justo de que un sector exija más dinero para vivir bien y por otro, el olvido de lo que pasa en el resto del país, agudizado por una pandemia que trastornaría no solo a un sexenio de antaño, sino a otro que traía las exigencias de un cambio. Dos años de una pandemia que aún permanece vigilante, podrían haber arrasado más, sin el apoyo social que se les dio a varios sectores, las restricciones presupuestales que causaron tantas protestas y la eliminación de organismos como algunas ONG y fideicomisos, que eran cargas acumuladas con las décadas. Con el aumento, el erario se desprende de 25 mil millones de pesos, en un proceso “de austeridad y de ahorro”, según lo recalcó la secretaría de educación Delfina Gómez.
LAS DIFERENCIAS SALARIALES DETERMINAN NUESTRO TIPO DE PAÍS
Para quienes desean vivir mejor, los aumentos nunca van a dejar a nadie satisfecho menos a un sector de mentores que traen acumuladas otras disidencias. Si se observa la concentración masiva que hicieron en la CDMX, las protestas cargan muchas situaciones acumuladas, que se gestaron por décadas. Está atrás la historia de un sindicato acharrado que se sumó al sistema y que obligó a un sector a empujar por otro lado desde la oposición. Han sido víctimas de persecución, de agresiones como las que protagonizó contra ellos el secretario de la SEP, Aurelio Nuño, en el sexenio de Enrique Peña Nieto. Se levantan contra una reforma educativa cuyos resabios aún siguen en algunos programas, que tenía como fin privatizar la enseñanza, Hay quien sostiene que la desaparición de los 43 de Ayotzinapa fue la advertencia que aplicaron para que siguiera adelante su plan privatizador. Otra advertencia se dio en Nochixtlán. En ese contexto, un aumento salarial que les parece ralo, no significa un aliciente para empequeñecer sus disgustos. Durante el año se les ve por todos lados enardecidos tomando casetas, vías, haciendo paros, gritando, secuestrando al presidente, mientras millones de escolares esperan en sus aulas. De acuerdo a los datos que maneja la SEP los aumentos para los que ganen de 20 mil pesos para arriba, serán diferentes a los que ganan menos con la intención de que rebasen los 14 mil pesos. Son cifras que no les dicen nada a los que ganan salario mínimo, a los desempleados, a los jubilados después de 30 años, con una pensión universal miserable. De ahí que si hay grandes diferencias entre lo que gana Córdova o un ministro de la Corte y el ejemplo es igual que aquel de La Vida es Sueño (Editorial Penguin Clásicos 2015)
Cuentan de un sabio que un día,
tan pobre y misero estaba
que solo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.
¿Habrá alguien entre sí decía,
más pobre y triste que yo?
Y cuando el rostro volvió.
halló su respuesta viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojo
LA ESPERA DE LOS ALUMNOS MIENTRAS LOS MAESTROS PROTESTAN
Lo anterior de Pedro Calderón de la Barca, puede ser, claro, un mal de muchos. Pero si volvemos los ojos a los altos salarios, la reforma electoral tiene como fin entre otros motivos, crear salarios equitativos ¿Hasta que punto el conocimiento está por encima de lo que utiliza un trabajador común en empleos en los que es necesario utilizar la fuerza de su cuerpo? El tema se ha discutido y desde luego Carlos Marx sabiamente parte del desgaste del cuerpo en tanto produce la plusvalía para su patrón. El caso del albañil que carga sacos de arena o el que carga muebles en un carromato de traslados de casa, va sufriendo un desgaste físico que no está garantizado ni siquiera en una pensión posterior. La valoración del conocimiento de un ministro de la Corte al que su secretario suele hacerle sus dictámenes, se cotiza en dinero. Y en las diferencias de clases que prohija el sistema capitalista ahora neoliberal, saber vale más que usar la fuerza física. Ante eso, la postura que defienden los maestros en sus muchas protestas para revalorar su saber, mientras los escolares esperan la enseñanza, ¿Serán éstos los que carguen los sacos de arena en el futuro, por culpa de ese reclamo?