Los hombres y mujeres medicina, generadores de un método ancestral de curación, que en el caso de México ha trascendido al mundo.
Teresa Gil
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La novela de H.P. Fraijo, Pluma Blanca, publicada este año, recoge ese impacto legendario en el que suelen quedar las hazañas de los invadidos en un país. Hazañas desfiguradas por los nuevos dueños de las tierras y sometidas a descréditos personales para quitarles méritos a las luchas locales. Es el caso de lo que se acuñó y sigue vigente, de la vida de José María Leyva, el indio Cajeme o la del apache Gerónimo, al que se le etiqueta como un borracho frente a las luchas y liderazgos conocidos que ejerció, para reducirlo a un tipo indeseable y rijoso. Lo mismo hicieron con las creencias indígenas, algunas consideradas diabólicas, herejes, destructoras de vidas, con dioses violentos, de presencia desagradable y esencia malévola. Lo podemos confirmar con las historias creadas por los españoles, de nuestros dioses prehispánicos. En todo el mundo se ven las secuelas de los extraños. De los que arribaron como conquistadores, descubridores o invasores, a ocupar espacios que ya estaban ocupados. Los aportes que hicieron esos recién llegados, por grandes que hayan sido, no pueden superar los efectos causados en el natural. Más cuando, como sucedió en México con la invasión española o en Estados Unidos con la invasión inglesa, se ensañaron con la vida de los invadidos, sobre todo cuando éstos respondieron a la afrenta. Lo normal es el desfigure que hacen de los residentes, tildándolos de asesinos, de ignorantes, de profanos y finalmente reduciéndolos a la sujeción. Eso pasó en Estados Unidos con indígenas sometidos a reservas, donde viven en este momento en su mayoría, las más de 570 tribus nativas del país del norte.
PLUMA BLANCA MUJER MEDICINA, CONCENTRACIÓN DE DONES, FRENTE AL PODER
El personaje de Fraijo ya existe en la mitología norteña, junto con la de otras mujeres vinculadas al indigenismo, pero él la va delineando poco a poco en las agrestes serranías que podían ser la Sierra Madre. Fuera de algunos seres exteriores, no la relaciona directamente con la estampa indígena de ciudad. Los extraños que aparecen en el libro son evadidos de la justicia, mercenarios o algún abarrotero cuyas relaciones oficiales también exhiben a ese nivel, lo que es el poderío que controla al país. Los indios desde las diferentes vertientes, viven escondidos en rocas, evitando dar señales, sopesando ruidos o movimientos, como fieras de montaña. Pero paradójicamente rodeados de riquezas en zonas en donde abunda el oro y ellos mismos lo extraen con cierta facilidad. En uno de los capítulos hace su aparición Gerónimo, presentado con poca gracia, prácticamente como acosador de mujeres y hombre necesitado de enseñanzas vitales. La protagonista Pluma Blanca lo convierte a partir de sus conocimientos, en hombre medicina actividad que la verdadera historia de su vida refleja que hizo, según lo menciona National Geografic. Los otros personajes destacados son los chamanes, un caos y animales amaestrados, cosa que en la vida real hacían los agrestes habitantes. Los apaches pertenecieron durante un tiempo a Sonora y se instalaron junto al río Gila entonces de parte mexicana. La historia señala que al ejército al que más se enfrentaron, fue al mexicano en el siglo XIX.
LA GUERRERA APACHE DE SONORA ARQUETIPO QUE SE EXPRESA ACTUALMENTE
Fraijo da vida a una mujer que pasa sobre todos los obstáculos para reivindicar lo que es suyo y se lo han quitado. Así están muchos grupos indígenas en Sonora y actualmente en pie de lucha las mujeres seris. Pluma Blanca no solo nace después de que su padre es asesinado sino que el propio asesino la controla junto con su madre y la maltrata, pero le enseña sus saberes de chamán yerbero. La joven se convierte en una experta y desde las profundidades de las montañas ( el autor se convierte también en experto en montañas y recovecos en este libro) reúne un conocimiento de mujer medicina que quizá utilizará en otro libro, porque al final se va a vivir al país del norte. Con maestría, bien narrado, el libro se desliza por aventuras, habilidades exhibidas por personas, entre ellos Surem una especie de patriarca dueño de conocimientos milenarios. Fuera de la narrativa ficción, el libro vale por si solo al mostrar lo que han hecho miles y miles de personas expulsadas por los invasores y como su vida queda expuesta en cualquier aparición. Pero lo hicieron como muchos yerberos curanderos, sobadores, adivinos, etcétera, mexicanos, que se refugiaron en el conocimiento de la naturaleza y llegaron a colocar a México en el segundo país más versado en esa técnica natural con 4 mil 500 plantas registradas y documentadas. Se da como número de aportación de esos seres medicina de México, 23 mil plantas de las cuales once mil se consideran endémicas. Los plumas blanca mexicanos, término que algunos consideraron como despectivo, significa ahora no solo un término de solidaridad, sino de gran eficacia. Actualmente la medicina alópata se alimenta de sus saberes en muchos casos. La novela Pluma Blanca la guerrera apache de Sonora, fue impresa en Servicios Editoriales de Sonora (2021) y su autor Fraijo, nacido en Estación Corral en 1960 y empleado del INAH, ha recibido críticas muy positivas con ella.