Teresa Gil
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La hipocresía derechosa siempre se agarra de cuestiones con las que pretende ocultar su verdadera catadura. Cuando se opone al aborto, que es una lucha para rescatar el derecho de las mujeres a su cuerpo, hablan de asesinato, de matanza, para dar la cara de respeto a la vida. Pero en ese inter, aprueban las matanzas generadas por decisiones de Felipe Calderón y se alían con las fuerzas más peligrosas, las que llevan el énfasis de muerte que predominó en la Segunda Guerra Mundial. A los del grupo fascista español Vox, los metieron incluso en la zona de un poder, el legislativo, violando inicuamente la Constitución. Sus diatribas, argumentos y todos sus intentos de lavarse la cara, en tormo a que el ejército esté en las calles hasta el 1928, se equiparan a los que votaron en contra, del PRI. Los tres, cuestionables, que han vivido del presupuesto y que en el caso de la señora Claudia Ruiz Massieu, le hace falta un examen de conciencia. Por su parte, el señor Miguel Ángel Osorio Chong debería responder de su papel como secretario de Gobernación, en el caso de los 43 y la señora Beatriz Paredes recordar la repulsa capitalina cuando pretendió erigirse en jefa de la gran ciudad. El pueblo no olvida.
ARGUMENTOS CONTRA EL MILITARISMO ESTÁN PRESENTES EN OTROS HECHOS La principal argumentación contra la presencia del ejército en las calles y en otras instancias, es lo que ha sucedido en los gobiernos militares dictatoriales de América del sur. La discusión en torno al caso no tiene sentido. En ningún momento puede dejar de ocurrir eso, aún cuando el ejército esté en los cuarteles. Las armas siempre los acompañan, aún en el caso de algunos ejércitos, por ejemplo el sandinista, que llegó victorioso en 1979 tras ganar una Revolución. Y que como otros, ha sido un brazo armado del gobierno. En México el ejército está inscrito en los movimientos históricos y solo a partir del gobierno de Lázaro Cárdenas hasta hoy, se recuerda una insurrección, la del general Saturnino Cedillo al que Cárdenas venció y fue eliminado por traidor. En los otros casos, las órdenes que lo involucran fueron de gobiernos constitucionales, como la de Gustavo Díaz Ordaz en el 68, la de Adolfo López Mateos en el caso de Rubén Jaramillo y la de Felipe Calderón avalada por su partido el PAN, para enfrentar directamente al narco. Y en casos particulares de agresión de militares, fueron acciones personales que pueden ocurrir en cualquier entorno y que deben de ser penalizadas
UN NARCO ARMADO ACTÚA TODOS LOS DÍAS EN EL PAÍS, DESDE HACE DÉCADAS
Desde hace décadas se libra en el país una especie de guerra, de parte de grupos organizados del crimen, bien armados con los últimos diseños del armamentismo. A diario se reportan sus acciones. Los argumentos opositores durante la votación en el Senado por la vigencia del ejército en las calles, señalan un hecho que puede ocurrir, como pueden suceder otros muchos casos. Estamos en este momento al borde de una Tercera Guerra Mundial, que para algunos ya esta en marcha. Aún cuando no fuera y sí se diera un conflicto entre Rusia y Estados Unidos, los mexicanos estamos en un punto crucial de recibir ataques. Los riesgos en nuestra vida son muchos y lo acabamos de vivir con la pandemia que todavía no está totalmente eliminada. México es país de sismos y lo hemos comprobado tristemente más en 1985. Pueden ser absurdos para algunos estos argumentos, pero en el caso de la pandemia ha habido más de 325 mil muertos y en los sismos otros tantos, también. La misma pobreza que tiene el país generada durante décadas, pone en riesgo de muerte permanente a miles de sus integrantes. Y en todos los casos igual que en el militarismo se pueden hacer advertencias en salud, distribución de la riqueza y gobiernos democráticos que las pongan en práctica. Esto no lo hace la derecha, ni le interesa. El ejército en las calles, puede ser canalizado a muchas actividades. Solo los de malos augurios, que en realidad son políticos, lanzan críticas que en anteriores gobiernos no hicieron.