Teresa Gil
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La renuncia de Lily Téllez a la bancada de Morena era necesaria, de urgencia. Sus posiciones rayanas en el ultraderechismo ya lastimaban demasiado a un partido que se asume de izquierda o progresista al menos. La señora que ha hecho su carrera hablando en medios electrónicos, era un contrasentido en Morena, sin que eso quiera decir que era el único. Ahí hubo un error desde el principio que se le adjudica a AMLO. También están los propios intereses de la misma comentarista que pudo desde el principio darse cuenta que su lugar en ese partido no era el suyo. Las ambiciones y los errores se pagan. Aunque en el caso de ella le puede ir mejor. La señora sale por su propio pie ya ignorada por un grupo fuerte del partido gobernante, que pierde a un senador. Liberada, con un poder que le dio el propio gobierno con el que no coincide, la señora será un ariete para una derecha y ultraderecha beligerantes que necesitan puestos en todas partes. Se le menciona como aspirante a la gubernatura de Sonora, lista que encabeza Alfonso Durazo y en el que están apuntados también Petra Santos y Ernesto Gándara Camou, entre otros. Recientemente en uno de sus zipizapes derechosos sobre el aborto, ante una embestida partidaria que quería su expulsión -señalamiento que queda anotado puesto que nunca fue reivindicada-, como buenos políticos aparecieron en su defensa su paisano Durazo y el zacatecano Ricardo Monreal.
LA DERECHA ANIDA DONDE MENOS SE PIENSA Y SALE BELICOSA
Las circunstancias que vivimos y el duro enfrentamiento que han creado los adversarios del actual gobierno, exhibe las verdaderas profundidades de la gente. Y no es solo el caso de la ex morenista. Los hay dentro de ese partido algunos que comulgan con algunas posiciones contrarias al organismo y que tarde o temprano las sacan a relucir. En el caso de Lily sus posturas son naturales, ella viene de una familia de clase media conservadora de Hermosillo y por lo que ve uno cuando aparece por ese entorno, ha habido poco avance en las mentalidad de muchos. Ya lo decían los clásicos, las supraestructuras son las más difíciles de eliminar. Lily es anticomunista, tiene preferencia por Trump, se define antiabortista y odia a los gobiernos como Maduro que tienen una concepción diferente a la suya. A este lo sacaba a relucir en forma denigrante en ocasiones en el que el tema que tocaba no tenía nada que ver con el venezolano. En el de la legalización del aborto, ha llegado al extremo de decir que es una licencia para matar, despreciando la lucha de millones de mujeres en el mundo que están exigiendo el derecho sobre sus cuerpos. Esa lucha de las mujeres para legalizar el aborto, tiene como finalidad el de dar seguridad cuando se toma la decisión y que sea dentro de la ley, pero fundamentalmente que sea la mujer la que tome la decisión sobre su cuerpo. Es el derecho sobre el cuerpo propio, no como propiedad de una sociedad que lo usa como procreador.
EL HUEVO DE LA SERPIENTE Y SU REITERACIÓN LITERARIA Y POLÍTICA
El aumento de la derecha en el mundo pone el acento en la metáfora del huevo de la serpiente, el reptil en proceso que está en gestión para lanzar su veneno. Posturas tan extremas como las de la señora Téllez, evidencian que hay muchos que comparten sus posiciones. Los vemos a diario sobre todo en las redes. La Segunda Guerra Mundial uno de los episodios más trágicos que ha resentido la humanidad dio pie a esa idea y es el destacado periodista catalán Eugenio Xammar uno de los vivió en carne propia la situación y en su libro El huevo de la serpiente (El Acantilado, Barcelona) publica los episodios que empezaron a generar en la persona de su protagonista principal Hitler, aquel descenso humano a la devastación, la destrucción y el odio. Muy singular es el hecho de que una periodista mexicana como Socorro Díaz, quien fue directora del periódico El día durante más de 10 años, haya escrito un libro con título igual en el que augura un tiempo de serpientes precisamente (Editorial Planeta 2012), con el gobierno del derechista Felipe Calderón. La española María Urrozola escribió una novela con el mismo título y fue publicada también por Planeta en 2016. Pero el que penetró con toda profundidad en el tema fue el cineasta sueco Ingmar Bergman en 1972, en una película que en español se llamó El huevo de la serpiente. Escenificada en un Berlín que presagia el origen de aquella etapa destructiva en 1923, con el fracaso del golpe de estado de Hitler, el gran cineasta presenta entre otros personajes a Vergéros, quien señala exactamente lo que significa ese ascenso de la derecha que estamos viendo y que asoma su rostro en muchas actitudes sobre todo en medios de comunicación y grupos de alto nivel económico. Dijo Vergéros que ante el surgimiento de ideas inhumanas y desoladoras el futuro es predecible, “como un huevo de serpiente” cuya gestación se percibe y observa a través de la cáscara.