Teresa Gil
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Aunque el recién fallecido Fernando Botero Angulo señalaba que no partía
de la gordura en su arte, sino en la exploración dimensional, los eufemismos nos hacen ver en realidad personajes y figuras de seres gordos. Los que se creen profundos dirán que no hay esa profundidad artística en nuestra concepción, pero las cosas así son. Seres bellos, extraordinarios ¡Pero gordos! Cuando uno ve los seres vivos que caminan delante en las banquetas o en las tiendas o donde sea, no se puede creer que alguien haya permitido que su cuerpo llegara a esas dimensiones sin que exista una enfermedad que las provoque. Según los médicos, los que tienen algún problema al respecto, con enfermedad, son muy pocos. Esa situación la crea la propia persona con sus costumbres. En datos oficiales de este año, en México, la obesidad es de 36. 7 por ciento en adultos y de 35.5 en niños. Pero de esos porcentajes pueden derivarse en porcentajes ya expresados, 49 por ciento de las muertes del corazón, 56 por ciento para provocar diabetes, 55 por ciento en tumores malignos y 26 por ciento en enfermedades cardiovasculares.
LA COMIDA CHATARRA COMO EL ARTE DE BOTERO, TAMBIÉN ES PROTAGONISTA
Uno de los personajes más gordos de los que he conocido en la literatura es el de Rex Stout, Nero Wolfe. Llegó a pesar 390 kilogramos Y eso trae a colación un asunto crucial que involucra varias enfermedades y que para muchas personas duerme en la inercia, el de la obesidad. Tener sobrepeso atañe a la terrible diabetes cuyo día mundial se conmemora el 14 de noviembre. Un alto porcentaje de obesos tiene diagnóstico previo de diabetes. Hasta ahora pese a los esfuerzos y a la disminución del porcentaje, la obesidad sigue su arribo en muchos mexicanos. Se ha dicho desde hace años que el problema alimenticio puede subyacer en la alimentación chatarra y desde luego en las empresas que la fabrican que se hacen de la vista gorda con esos problemas. En años de este milenio han muerto más de cien mil personas por esa causa. Algunos autores que han creado a personajes pasados de peso son pocos, quizá porque ser gordo era más raro· Y desde que México ocupa el segundo lugar en sobrepeso en el mundo, antecedido por Estados Unidos, conocer casos de extrema gordura ya no es extraño. La literatura y los pintores y escultores se nutren de gente así. Lo vemos en el caso de fama mundial de Fernando Botero Angulo.
AUTORES REFLEJARON SU SOBREPESO EN SUS PERSONAJES
G.K. Chesterton que era un hombre con sobrepeso, reproduce a alguien similar en El hombre que fue Jueves, que era inmensamente gordo y que cierra, como ya lo hemos expresado en otra ocasión, la pequeña novela que compite con el padre Brown, en las obras del inglés. Otro que tiene un personaje de gran anchura es el también inglés Wilkie Collins, en el conde Fosco un personaje singular de la Dama de Blanco que encabeza a los maloras de esa gran novela. El mencionado conde era de tanta gordura, que al morir en París, fue exhibido durante varios días en una vitrina, hacia la calle. Es un personaje que por sus características y señalamientos no puede ser modificado en su representación. Cosa que se hizo en la película que se filmó sobre la novela en la que el mencionado conde Fosco es un hombre chaparrito ¡y flaco!.
PERSONAS CON SOBREPESO TAN FAMOSOS COMO LOS DE BOTERO
El uruguayo Felisberto Hernández tenía un sobrepeso tal, que cuando murió para poder sacar el cuerpo tuvieron que tirar la puerta En el panteón se abrieron dos fosas para que cupiera. El personaje de Rex Stout aunque al principio era gordo “con una inmensidad de 160 kilogramos”, después casi triplicó el peso. “El gordo Nero Wolfe bebedor de cerveza y cultivador de raras especies de orquídeas”, decía de él el escritor francés Narcejac. Llegó un momento en que el detective televisivo no podía caminar debido a su gordura En la televisión estuvo 8 meses en 1981 interpretado por William Conrad, el mismo que después hizo el papel de otro detective con sobrepeso, Cánnon. Sacar a relucir un problema que es mundial y que se ha convertido en muchos casos en mórbido, tiene la intención de advertir, cosa que algunos autores solo lo hacen por mero placer artístico y literario, para demostrar que la envoltura corporal es irrelevante, cuando la mente está lúcida. Stout, (Las arañas de oro Plaza & Janes, editores 1982), gran autor aunque nunca alcanzó los niveles de Chandler, Cain y Hammet, pero fue nombrado el mejor maestro del crimen en el siglo pasado.