viernes, abril 19, 2024

LIBROS DE AYER Y HOY: ¿Quién defiende a los periodistas?

Teresa Gil

laislaquebrillaba@yahoo.com.mx

 

El comunicador Ricardo Monlui fue asesinado el  domingo 19 de marzo en Veracruz. Pero la muerte de un periodista no impacta a los encargados de dar seguridad en el país.  Están todos muy ocupados en desacreditar y poner contra la pared al rival electoral. La muerte  es tan común ya en México y se da en todos los sectores, que un comunicador más no tiene importancia. Que se de en el estado en donde el horror pone de relieve hasta  donde hemos llegado como país, tampoco parece notable. Es uno más de los que mueren a diario y se suma a la lista ya enorme de muertos, a la de los desaparecidos, a las víctimas de trata, a los feminicidios y a los agredidos a todos los niveles. No parece que haya esperanza. El respeto a la vida y a los derechos de los demás, que es lo que genera la paz, como diría el gran Benemérito, no es un axioma que haya calado en los gobiernos, menos  en los engendros  creados por ellos. La llamada Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos contra Periodistas, de la PGR, un cero a la izquierda para defender periodistas, sigue existiendo como una sombra burocrática que solo cuesta dinero público. Aparece en escena, abre carpetas, atrae el crimen y ahí queda todo. El archivo se va agrandando. Lo que más sorprende es la poca cohesión que se capta en el medio periodístico, que ha dado al traste con la organización, que solo aparece una vez al año en organismos que premian con un diploma, en actos en donde se desgrana como antaño el respeto a  la libertad de expresión y el derecho a la información y quizá, de repaso, el numero de muertos en el gremio. También llama la atención la poca presencia que esgrimen los organismos internacionales y sus llamados representantes en el país, casi siempre personas que no son del oficio. Aparecen en programas, hacen declaraciones, lamentan lo sucedido, pero no se ve que hagan algo. Al menos la opinión  pública no tiene información o reportes periódicos. Artículo 19 de Londres, Reporteros sin Fronteras, la defensoría de periodistas de Nueva York, brillan por su ausencia, como no sea para hacer una declaración  cada vez que un  periodista es asesinado. Un caso distinto en México, es el Centro Nacional de Comunicación Social (CENCOS), organismo creado en 1964, que contra viento y marea subsiste para defender derechos humanos de todos los niveles, pero que tiene en el centro la defensa de los periodistas. En uno de los Cuadernos de Comunicación Crítica de la Universidad Autónoma de Puebla 1987, se  aborda uno de aquellos impresionantes foros de defensa de la libertad  expresión que organizaba esa casa de estudios con un sin fin de organizaciones sociales y centenares de comunicadores y líderes sociales. Eran tiempos para esos menesteres, pero ahora, las agresiones permanentes  han paralizado al gremio. En el número cuatro,  Comunicación y Organizaciones Sociales, se da voz en primer término a CENCOS por su actividad tan prolija y singular a favor de los medios y periodistas críticos. El que habla es su creador José Álvarez  Icaza Manero, quien junto con  su esposa Luz María Longoria Gama, instaló en la ya famosa Medellín 33, las oficinas que han servido de sede para denuncias a  miles y miles de personas y organizaciones. Vale recordar con respeto a ese gran luchador social que el 21 de marzo, junto con el Benemérito, cumplió años. El murió en noviembre de 2010. Don Pepe abandonó el conservadurismo que lo ataba a la jerarquía católica porque vio  su poca sensibilidad en los sucesos del 68. A partir de ahí fue un gran promotor de los derechos humanos y participó con el obispo Sergio Méndez Arceo, él en calidad de laico, en el Concilio Vaticano II en 1964. En el librito de la UAP,  en forma de  cuaderno, Álvarez Icaza habla de la gran red informativa que ha llegado a tener, sus muchos contactos en el país, América y el resto del mundo y su posición abierta y documentada. Motivo de acoso y agresiones, no ha cejado  en sus 53 años de actividad y aunque como asociación civil sus recursos no alcanzan para enfrentar directamente los crímenes a periodistas -obligación que debe ser del estado-, CENCOS es un baluarte para el periodista, acosado, censurado y perseguido.

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