martes, abril 23, 2024

LECTURAS CON PÁTINA: Un Frankenstein para adultos, en el Festival Librofest 2018

José Antonio Aspiros Villagómez

 

         Cuando fuimos niños aprendimos a leer… leyendo. Sólo que nuestras primeras lecturas fueron adaptaciones infantiles de obras clásicas como, por ejemplo, Las mil y una noches, con relatos de la hoy sufrida Bagdad, que ya como adultos hemos disfrutado aleatoriamente y con la mente madura, en las traducciones del original a cargo de R. Cansinos Assens (Editorial Aguilar) y René R. Khawam (Edhasa).

         A generaciones anteriores a la nuestra y ya muy pocas posteriores, nos tocó leer a Julio Verne, Emilio Salgari, Alexandre Dumas, los hermanos Grimm, Hans Christian Andersen y muchos autores más, en versiones edulcoradas del tipo “y vivieron muy felices”, llevadas también así al cine por Walt Disney para no perturbar las mentes infantiles.

         Lo más “fuerte” que llegamos a leer fueron las novelas de terror. Edgar Allan Poe escribió las que ahora recordamos más y nos gustaron mucho. Las leíamos con miedo pero también con curiosidad y ganas de asustarnos, como con los cuentos de espantos que nos relataba la abuelita. Luego, ya no queríamos andar de noche por lugares oscuros.

         Un caso particular fue el de la novela Frankenstein, de Mary Shelley, que en la infancia nos pudo haber atemorizado o al menos impresionado de manera particular, pero la olvidamos después para ocuparnos de otro tipo de lecturas, posiblemente también de ciencia ficción.

         Por eso nos ha llamado la atención que en la Feria del Libro y Festival Cultural Librofest Metropolitano 2018 que ahora se desarrolla en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM Azcapotzalco) hayan dedicado una mesa de discusión al tema de Frankenstein, con la participación de académicos como Omar Delgado, José Revueltas y Antonio Camarillo.

         Ante un auditorio integrado principalmente por los propios estudiantes, los comentaristas recomendaron leer más de una vez esa novela, pues en cada una de las etapas de nuestro crecimiento la analizaremos de manera distinta.

Delgado, por ejemplo, dijo que en la pubertad y la adolescencia Frankenstein es una obra con la que cualquiera logra identificarse: “Con todos esos cambios nos volvemos un poco monstruos, o sea, nos volvemos extraños a nuestro propio cuerpo. El hechizo que nos propone Mary Shelley desde hace 200 años es encontrar más que a alguien atemorizante o a un ser grotesco, a un alma gemela que busca ser reconocida por el padre, que se siente dislocada de una sociedad a la cual no comprende y que la rechaza”.

         Para el mismo académico, sigue vigente la temática de la obra y su protagonista es un monstruo en contra de su voluntad. “Tenemos aquí una contradicción tremenda, que habla de la misma naturaleza de la otredad”, explicó.

         La mesa de discusión se tituló ‘Horroris Causa y los 200 años de Frankenstein’ y fue transmitida en vivo por UAM Radio como parte de las actividades de la Feria. En su turno, Revueltas analizó la figura del monstruo en términos sociales y preguntó a los presentes:

“¿Por qué una sociedad como la nuestra, a pesar del capitalismo tan desarrollado y de toda una suerte de avances en la ciencia y en la técnica, no dejó de prescindir de la cantidad de monstruos que se habían desarrollado en la historia de la humanidad? Como que el monstruo es parte de la condición humana y una necesidad recurrente”. Tal vez por eso -reflexiona ahora este tecleador-, también Carlos Fuentes se ocupó de recrear a un ser como Drácula en su novela Vlad, personaje al que ambientó en la Ciudad de México.

         Con la participación del público, Frankenstein fue considerado asimismo “un personaje profundamente conmovedor” que, según Camarillo, forma parte de la materialización de las aspiraciones de la sociedad: “el monstruo dice algo acerca de las personas, de esa profunda dualidad entre el estar vivo y estar muerto, de ser un humano y otra cosa a la vez, en el hecho de ser artificial y orgánico simultáneamente”.

         Otras mesas de discusión en el Librofest Metropolitano 2018 han tratado sobre la importancia de la lectura en general. Posiblemente para que al público no le pase lo que a tantos políticos: son más los libros que (les) han escrito, que los que han leído. Porque en su niñez no tuvieron, como nuestro amigo y colega Octavio Raziel García Ábrego, su cuentacuentos de la noche, ni empezaron como este tecleador en los lejanos años 40 con el Silabario de San Miguel, un cuadernillo para aprender a unir sílabas, surgido como texto para escuelas correccionales en el siglo XIX.

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