Rajak B. Kadjieff / Moscú, Rusia
*Fue uno de los grupos militares de corte femenino.
*Fue formado con destacamentos estratégicos de comunicación.
*Creados completamente y en su totalidad en junio de 1917.
*A fines de ese verano, estaba integrado por un millar de mujeres.
Ante la falta de apoyo, los celos, la desconfianza, las envidias y el machismo por parte de la tropa y de las autoridades provisionales rusas, entonces encabezadas Alexander Kerenski, este decidió su disolución definitiva.
A pesar de ello, quinientas mujeres solicitaron su traslado al frente y sus solicitudes fueron aprobadas sin conocimiento del Estado Mayor, que se había resistido a su alistamiento y formación.
Luego de los formados en Moscú y Petrogrado, se integró el Batallón de la Muerte de Kubán, debido a la autorización desde el gobierno para la creación de unidades militares de mujeres, lo cual animó a organizaciones privadas femeninas a integrar unidades paramilitares propias, que aparecieron en numerosas ciudades de Rusia.
En un intento de satisfacer la demanda popular y tener a estas unidades bajo control, el Ministerio de Guerra de Kerenski amplió el permiso para la creación de formaciones militares compuestas exclusivamente por mujeres.
Un cuarto batallón de combate se formó en Ekaterinodar como Batallón de la Muerte de Mujeres de Kubán, a partir de una unidad paramilitar existente desde 1916, grupo que tuvo numerosos problemas de organización y suministro.
¿Cuál fue el destino final de los Batallones de la Muerte?, se le pregunta a Mijaíl Olenski, investigador de la Universidad Lomonósov de Moscú, quien responde que, las principales oficiales del Batallón de la Muerte de Mujeres rusas, las encabezaba María Bochkareva.
“El antecedente para conocer su finalización, residió en la ampliación de los permisos, algo que no terminó con la creación de organizaciones paramilitares femeninas: entonces el gobierno se vio imposibilitado para controlar estas formaciones, que hasta las propias mujeres oficiales se veían incapaces de manejar”.
En cualquier caso -añade Olenski-, nunca existió un consenso claro en la administración militar sobre el posible potencial de estas unidades y esto, junto a las severas restricciones que sufría el país, significó que el Ejército pusiera un escaso entusiasmo en el proyecto.
De este modo, los Batallones de la Muerte y otras unidades compuestas por mujeres recibieron poca atención y una asistencia deficiente por parte de una administración caótica y decadente como todas las heredadas por el zarismo.
Desde un inicio, una gran cantidad autoridades militares y civiles rusas esperaban ver a las mujeres comportarse valientemente en la batalla, bajo el supuesto de que ello tendría un efecto positivo entre los soldados masculinos.
Por el contrario, y a pesar de que las mujeres actuaron con arrojo en combate y no sufrieron excesivas bajas, esto no bastó para inspirar a las masas de cansados y desmoralizados combatientes rusos a reanudar la lucha.
Después de que el Batallón de la Muerte de Mujeres rusas fracasara en sus efectos moralizadores sobre las tropas, algunos miembros de las Fuerzas Armadas comenzaron a promover una política que cuestionaba la utilidad de las unidades femeninas.
Así, el gobierno de Kerenski se encontró en serias dificultades para seguir justificando el desvío de recursos económicos, humanos y bélicos hacia un proyecto de dudosa eficacia, y fue partir de agosto de 1917 cuando creció la inclinación por parte de las autoridades militares de continuar con la formación de mujeres para propósitos de combate.
Ante la retirada del apoyo oficial, el Batallón de la Muerte de Mujeres de Moscú, comenzó su disolución en septiembre; pero eso no fue impedimento para que medio millar de mujeres solicitaran su traslado al frente y sus solicitudes se acabaran aceptando sin el conocimiento del Estado Mayor.
Ante la decisión de qué destino dar a las unidades femeninas, los militares primero decidieron integrarlas dentro de tareas auxiliares, lejos del frente, tales como tareas en hospitales y para la vigilancia de ferrocarriles; pero tal propuesta enfrentó a quienes estaban desempeñando estas funciones, por temor a que fueran ellos a los que enviaran al frente, destaca el profesor Olenski
De este modo, el 30 de noviembre de 1917, triunfante la Revolución bolchevique liderada por Vladímir Ilich Ulianov, Lenin. el nuevo gobierno de los sóviets ordenó oficialmente la disolución total de cualquier formación militar femenina.
“De todos modos -añade Mijail Olenski- algunas mujeres de los Batallones de la Muerte de Mujeres de Petrogrado y de Kubán permanecieron ligadas a sus campamentos hasta 1918, cuando la Guerra Civil rusa entró en su segundo año de actividad, cada vez más cruel y violenta, para desgracia de ambos bandos”.
En conclusión y como final que no deja de ser trágico y poco esperanzador para el investigador moscovita. algunas de las mujeres que sirvieron en estas unidades terminaron luchando para rojos y blancos con sus bayonetas y fusiles.
Se insertaron y comportaron nuevamente con valentía, en el conflicto fratricida que se prolongó un lustro y se cobró millones de vidas, entre ellas la de María -Masha- Bochkareva, la inspiradora, creadora, organizadora y comandante en jefe de los Batallones de la Muerte de las mujeres de Rusia.
“Bien se ha dicho que en la historia siempre hay personajes anónimos, como Masha la guerrera, cuya existencia merece un espacio y una narrativa mayor y detallada, porque, si hubo héroes de la Unión Soviética, la Rusia del zarismo también tuvo los suyos”.
Así concluye y remata su reflexión justa Mijaíl Olenski, quien mucho y tal vez todo sepa sobre ellos y su gran Ródina, la patria amada e idolatrada de los rusos, desde que tienen memoria.