CIUDAD DE MÉXICO.— En México, reírnos de la muerte no solo es costumbre, es arte. Y una de las tradiciones más ingeniosas que florecen cada Día de Muertos son las calaveras literarias, versos pícaros que mezclan humor, crítica y celebración de la vida.
¿Qué son las calaveras literarias?
No, no son las de azúcar (aunque esas también son un clásico). Las calaveras literarias son composiciones en verso, como pequeños poemas, que se escriben en vísperas del Día de Muertos (1 y 2 de noviembre). Pero ojo, no son poemas tristes, son todo lo contrario.
Son irreverentes y chuscas: El objetivo principal es burlarse de la muerte, de forma satírica y con mucho humor. Se trata a la Muerte (la Catrina, la Huesuda, la Flaca) como si fuera un personaje cotidiano que anda por ahí.
Aunque al principio solo eran para reírse de la muerte, se volvieron una forma de hacer una crítica social o política. En sus versos, la muerte se lleva a personajes vivos —políticos, artistas, amigos o jefes—, siempre de manera burlona, como si el humor fuera el mejor epitafio.
En México, las calaveras literarias son más que versos: son ingenio, crítica y una manera única de celebrar la vida, y la muerte. Esta tradición se convierte en una forma única de honrar el Día de Muertos. Cuéntanos ¿a quién le dedicarías una calaverita literaria? 💀 pic.twitter.com/bIkX6V5LJW
— Reporte Índigo (@Reporte_Indigo) October 25, 2025
Entre el verso y la carcajada: su valor cultural
Las calaveras literarias son mucho más que una broma festiva. Tienen una profunda carga simbólica y cultural:
- Nos Reconcilia con la Muerte: En lugar de ver a la muerte como algo oscuro, la vemos como parte de la vida. Las calaveras nos ayudan a reírnos de lo inevitable, mostrando la actitud juguetona e irónica que tenemos los mexicanos ante ella.
- Arte Popular y Creatividad: Son una muestra de la creatividad popular. No necesitas ser un poeta famoso para escribir una. Se escriben con un lenguaje sencillo, lleno de modismos y con mucha chispa.
- Crítica social disfrazada de humor. Desde el siglo XIX —con publicaciones como El Hijo del Ahuizote o los grabados de José Guadalupe Posada—, las calaveras literarias han sido una herramienta para criticar a figuras públicas (políticos, jefes, personajes famosos) sin el riesgo de ser muy directos.
Las calaveras literarias son una muestra de que, en México, ni la muerte puede con nuestro sentido del humor. Entre crítica y carcajada, seguimos escribiendo versos que hacen inmortal lo más efímero: la risa ante lo inevitable.
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