La piedra de Sísifo: Néstor De Buen, el abogado del derecho de gentes

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Por José Luis Camacho López.- Como Gayo, el jurista romano quien defendía el Derecho de Gentes y aducía: todo el derecho que utilizamos se refiere a las personas, o a las cosas, o a las acciones, el abogado Néstor de Buen, hacía de ese derecho de gentes un compromiso social tanto en el Derecho al Trabajo al defender las causas de la clase trabajadora, como en la vida civil; en la enseñanza en aula, en la investigación, en el pensamiento crítico y desde luego en el periodismo.

 

Toda una vida de tiempo completo dedicada a pensar y actuar como hombre del Derecho.

 

El pasado 2 de diciembre, en la sede del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM en Ciudad Universitaria, en el centenario de su nacimiento en 1925, se le recordó emotivamente y por su enorme memoria de un jurista, un abogado que trasciende más allá del  hecho de haber dedicado toda su vida a ejercer el Derecho, una memoria viva en lo social, lo humano y en el procurar la búsqueda de justicia.

 

Sin aludirlo ese homenaje se trató de resarcir un daño injusto, banal  y lo que llanamente es la estupidez por parte de la Facultad de Derecho durante el periodo de la directoria María Leoba Castañeda Rivas  y del propio Instituto de Investigaciones Jurídicas,  a cargos de Héctor Felipe Ruiz Fierro o  Pedro Salazar Ugarte al retirarle en 2014 su derecho de profesor e investigador después de más de 60 años de ejercicio académico. Que sepamos ninguna de estas personas se ha deslindado de tal ofensa al Doctor De Buen y a su familia.

 

Su hija Claudia, me llegó a comentar el dolor extremoso y desaliento que le causó al Doctor De Buen, su retiro forzado de la materia de derecho laboral y con ello fulminar en su derecho de gentes el gozo y gratitud, que el autor de innumerables textos de derecho laboral disfrutaba y debía al ser parte de la vida académica  y ser profesor de nuestra Universidad Nacional, la más importante del país por su historia y lo que significa para la vida de la Nación.

 

En el homenaje que se le dedicó en el centenario de su nacimiento, el 2 de diciembre de 1915 en la ciudad de Sevilla, se recordó su intensa vida de un defensor intransigente de los derechos laborales de las trabajadoras y trabajadores mexicanos; su dedicación amorosa  a la investigación concretada a través de su extensa bibliografía, por ejemplo  los dos tomos de El Derecho al Trabajo, de obligada lectura a los estudiantes de los derechos laborales; su gran pasión por la enseñanza por estar frente a grupo en las aulas de la Facultad de Derecho y su otra pasión que seguramente lo hacía respirar, el periodismo, lo cual percibíamos sus lectores.

 

Agravios como el retiro obligado de profesores de edades mayores ocurren en la UNAM. El Doctor de Buen, emérito de nuestra  superior casa de estudios, fue una de las víctimas inexplicables al desprenderse nuestra Universidad Nacional  de uno de los sabios que acumularon, no solamente experiencia acumulada en años de litigios, también de sus afanes en desarrollar teorías en la investigación  y aplicarlas en la praxis. Enseñanzas vivas para nuestra Universidad.

 

El Doctor de Buen llevó a los hechos las doctrinas de Platón, Aristóteles y Cicerón, de que la filosofía no quede en los espacios siderales de la metafísica o que solamente sea un ejercicio de la praxis, sino que en el ejercicio del Derecho sea un vínculo indisolublemente humano las teorías y las prácticas en las barandillas de los tribunales.

 

Como Gayo, en el Doctor de Buen estaba el valor del estudio de las fuentes del Derecho, llevaba a la práctica una de las funciones esenciales de la Universidad: la práctica del pensamiento crítico. Juzgaba y analizaba como Gayo “el derecho vigente de su tiempo” para desarrollar actualizaciones entre los periodos arcaicos y los periodos clásicos del Derecho al trabajo.

 

Llegó a México muy joven, a los doce años, por las obligadas circunstancias de la derrota de la República Española y el triunfo del fascismo. Su familia se cobijó en la apertura del país hecha por el presidente Lázaro Cárdenas al éxodo de republicano español, que siempre agradeció Néstor de Buen.

 

Estudio Derecho en la antigua Escuela Nacional de Jurisprudencia y se tituló en 1950 en la licenciatura y más tarde en 1965 en el Doctorado. Recorrió como abogado las oficinas jurídicas del Instituto Mexicano del Seguro Social, la Junta Central de Conciliación y Arbitraje, hasta que se convirtió en defensor de las partes débiles del trabajo, la parte obrera.

 

Desde su Bufete De buen,  fundado en 1954, defendía  con el mismo vigor a la clase trabajadora  sindicalizada, de las cooperativas, a los voceadores y expendedores de periódicos, que a periodistas de las arbitrariedades y complicidades de empresas con las propias autoridades laborales y judiciales.

 

De sus raíces en el republicanismo de su padre, Demófilo de Buen, heredó sus sólidas convicciones y su carácter para forjar  un pensamiento crítico  que demostraba con regularidad en las páginas de La Jornada donde fue uno de sus fundadores o en sus entrevistas periodísticas.

 

Por izquierdista fue corrido de la empresa Somex. Sus ideas humanistas y progresistas  permeaban su espíritu de pensador más allá de su tiempo. Llegó a decir en una de sus participaciones públicas de la “condición absolutamente fascista” de la legislación laboral en materia de derechos colectivos de la clase trabajadora  al criticar abiertamente las relaciones de oscuridad entre las autoridades laborales y de las empresas tanto al registrarse la toma de nota de los sindicatos, o por los controles sobre los contratos colectivos y el derecho de huelga.

 

 

El domingo 14 de abril de 2014 apareció en La Jornada un artículo titulado Despedido, se refería el Doctor de Buen al ser relevado sin previo aviso tanto de sus tareas académicas de profesor activo en las aulas de la  Facultad de Derecho  como de su separación del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM al serle privado de un cubículo en ese Instituto donde se dedicaba a la investigación jurídica. Un Instituto donde se encuentra su rico acervo de académico, investigador y litigante del Derecho al Trabajo. Entre esos textos que resguarda Jurídicas de la UNAM: “El Nacimiento del Derecho al Trabajo”, un texto impreso “Estudios Jurídicos en homenaje al doctor Néstor de Buen”  resguardado en su repositorio universitario.

 

En el primer caso de su despido de la UNAM, Néstor de Buen narró que “simplemente, tuvieron necesidad de mi despacho y me pidieron elegantemente que lo desocupara”. “El segundo, y más notable, se presentó cuando al ir a la Facultad de Derecho para conocer mi siguiente horario, simplemente me dijeron que ya no tenía clase porque había sido jubilado”, añadió el Doctor de Buen.

 

El 26 de abril de 2016, al fallecer el Doctor de Buen a los 90 años,  desde la Rectoría y la misma Facultad de Derecho se organizó un homenaje de cuerpo presente. El aula magna Jacinto Pallares de la Facultad de Derecho, su alma mater, fue el recinto de su homenaje póstumo.

 

“Fue uno de los gigantes del derecho mexicano, particularmente del derecho laboral y defensor de las garantías de los trabajadores. Sí, es una gran pérdida”, dijo el entonces Rector Enrique Graue Wiechers,  mientras a su vez,  el director de la Facultad de Derecho, Raúl Contreras, puso de manifiesto  que la comunidad universitaria perdió a uno de sus mejores hombres, quien “hizo de la enseñanza su eje de vida”.

 

Merecido el homenaje en el centenario del nacimiento del mejor abogado mexicano del Derecho al Trabajo donde fue notable la ausencia de la actual directora de la Facultad de Derecho, Sonia Venegas Álvarez. Una ausencia quizás para no enfrentar la pena de tal grado de arbitrariedad por ese doble despido que sufrió el Doctor Néstor de Buen y permanece en el tiempo y conciencia de nuestra mayor universidad.

 

Una ceremonia dónde quedó ausente y pendiente la reparación del daño al Doctor Néstor de Buen, a su familia, por haber sido expulsado con tal grado de humillación y banalidad de su casa del pensamiento donde se sentía orgulloso de pertenecer, servir y ser. El perdón pendiente sería su mayor homenaje. En el Rector Leonardo Lomelí está la respuesta.

 

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