Por José Luis Camacho López.- Hace 36 años, el 20 de diciembre de 1989, las tropas de marines y otras fuerzas estadunidenses destacadas en la zona del Canal de Panamá invadieron el territorio de ese país centroamericano, en una operación quirúrgica política-militar llamada “Causa Justa” para detener al general Manuel Antonio Noriega, acusado de narcotraficante y sepultar los acuerdos Torrijos-Carter firmados en 1978 que reconocían la soberanía panameña sobre el Canal.
Noriega (1986-1989) había sucedido a Omar Torrijos (1968-1981) en el liderazgo nacional. A pesar de las elecciones de presidentes durante esos periodos, Panamá era señalado estar gobernada por una larga dictadura militar ejercida por Torrijos y Noriega al estar al frente de la guardia nacional.
La historia de esta brutal invasión iniciada esa madrugada del 20 de diciembre de 1989 en una pequeña república latinoamericana está en vías de repetirse, si el presidente Donald Trump, por su muy baja popularidad interna, conocido por sus manías y egolatrías, decide avanzar en su estrategia de desestabilizar al gobierno de Nicolás Maduro e invadir el territorio venezolano con su enorme fuerza militar y naval.
El proyecto de desestabilización del gobierno de Maduro es similar al guion seguido para capturar al general Noriega y recuperar “la democracia” en Panamá:
1.-Armar una gran campaña mediática internacional financiando medios panameños y de la región centroamericana desde Estados Unidos, acusando de dictador y narcotraficante al general Noriega y por llevar a cabo asesinatos de líderes de su propio movimiento
2.- En las elecciones presidenciales de mayo de 1989 acusarlo de organizar el fraude en las elecciones donde presuntamente triunfó Guillermo Endara, candidato opositor, apoyado por el gobierno de George Bush. El mismo miércoles 20 de diciembre de 1989 de la invasión, Endara protestó en una base militar dentro del Canal como presidente “constitucional” de Panamá.
3.-Desestabilizar la frágil economía panameña.
4.- Destinar en sus bases militares de Sherman, estación naval de Rodman, Fuerte Clayton, en el Canal unos 20 mil sodados, integrado por marines, espías, ingenieros, policías militares, ex combatientes de Viet-nam, mercenarios, batallones de apoyo, baterías de artillería, equipos blindados, para invadir un país de dos millones de habitantes.
5.-Aprovechar el supuesto asesinato de un soldado norteamericano como pretexto para iniciar la invasión.
6.- El descontento republicano por la firma de los acuerdos Torrijos-Carter que devolvían al Canal a la soberanía panameña.
En su descontento por los acuerdos Torrijos-Carter de 1978, el presidente Donald Trump declaró en las primeras semanas de su gobierno en diciembre de 2024, estar a favor de la recuperación del Canal de Panamá, por “por estar en manos equivocadas”. Acusó a China de controlar el Canal y cobrar “precios exorbitantes” por el paso de las naves.
Las próximas horas de este año pueden ser decisivas para determinar el futuro de Venezuela, amenazada por una abierta intervención militar comandada por Donald Trump como lo hizo George Bush en Panamá en diciembre de1989 para derrocar a Manuel Antonio Noriega, detenerlo y procesarlo por narcotráfico. Ahora para derrocar a Nicolás Maduro y colocar en la silla presidencial a la señora María Colina Machado, que goza de la bendición de Trump y de su Nobel de la Paz.
En esta ocasión el objetivo es el presidente Nicolás Maduro y su gobierno sentenciado bajo las acusaciones de ser un terrorista y narcotraficante. En las últimas semanas, el cerco de la visible intervención militar estadunidense se ha ido cerrando. Primero destruyendo en el mar Caribe y Pacífico naves presuntamente dedicadas a transportar drogas hacia Estados Unidos, ahora el bloqueo y secuestro de buques tanque del petróleo, principal fuente de ingresos del gobierno venezolano.
Toda la estrategia de Trump está claramente orientada a una intervención militar con previsibles altísimos costos de vidas para la población venezolana, como los ha ya advertido la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum Pardo.
La presidenta mexicana avizora el peligro de la invasión al solicitar a la maltrecha Organización de las Naciones Unidas frenar la operación del pirata que gobierna la aún nación más imperialista del orbe.
En un esfuerzo dada la emergencia, la presidenta hizo “un llamado a Naciones Unidas que asuma su papel, que no se le ha visto. Llama a evitar cualquier “derramamiento de sangre” y que “se busque siempre la solución pacífica de los conflictos, esa es nuestra posición”.
Sheinbaum aboga por la paz, la no intervención, ofrece a México como mediador, en una iniciativa que parece ser inútil dada la magnitud de la amenaza de un Trump rodeado de militares en la Casa Blanca, al armar la amenaza que se cierne Venezuela, en condiciones similares a la que sufrió el pueblo panameño en ese diciembre de 1989.
Stella Calloni, entonces corresponsal de El Día en Panamá, narró en una excelente crónica que se publicó en un libro Panamá, La pequeña Hiroshima, paso a paso la fabricación de una intervención organizada desde la Casa Blanca para desmantelar el nacionalismo panameño que demandaba la entrega del Canal de Panamá usurpado por el expansionismo estadunidense.
José de Jesús Martínez, en el prólogo de ese libro de Stella, narra cómo dejaron solo a Panamá, “mi país” esa noche del 19 y 20 de diciembre de 1989.“Nos dejaron solos frente a la impunidad de la mayor potencia del mundo”, escribió José de Jesús mejor conocido como “Chuchu Martínez”.
“Chuchu Martínez” dijo que nunca se supo exactamente “cuántos fueron los muertos que tuvimos con la invasión del 20 de diciembre de 1989, porque los enterraron en unas dantescas fosas comunes, sin contarlos siquiera, sin saber que estaban cavando un monumento profundo a la nacionalidad panameña”.
En una entrevista para BBC Mundo el sociólogo y escritor panameño Guillermo Castro Herrera, denunció que ese 20 de diciembre los bombarderos estadunidenses lanzaron bombas sobre los barrios pobres de la ciudad y zonas panameñas más densamente pobladas, principales bases de apoyo de Noriega, uno de ellos llamado El Chorrillo, donde se ubicaban los Batallones de la Dignidad.
Bajo el membrete de la consigna de Causa Justa, los marines asentados en la zona del Canal, salieron momentos antes del 20 de diciembre para ocupar toda la ciudad de Panamá, vencer la Guardia Nacional y asesinar a miles de panameños que formaban parte de las columnas civiles de los Batallones de la Dignidad organizados por Noriega en prevención de la invasión que finalmente llevaría a cabo el presidente George Bush.
Las cifras aún se ignoran pero fueron muertos entre dos mil y cinco mil panameños que hicieron frente a las bien entrenadas tropas de soldados y marines que salieron de la zona del Canal.
El argumento del presidente Bush de acusar de narcotraficante contra el liderazgo de Noriega fue eficaz para llevar a cabo la consumación de la invasión, como ahora lo arguye el presidente Trump contra Maduro a los que suma el de ser narcoterrorista y el de los yacimientos petroleros que dice son suyos al ordenar el bloqueo de la nación sudamericana.
El bloqueo es total, dice Trump, “hasta que devuelvan a Estados Unidos todo el petróleo, las tierras y otros activos que nos robaron”.
Las próximas horas de este diciembre serán decisivas para conocer si Trump repite la sangrienta intervención de Panamá en 1989, ahora de mucho mayores costos humanos en Venezuela, o si la ONU o el Congreso estadunidense tienen aún la fuerza para frenarlo.
