En la cama de Procusto
Por José Luis Camacho.-En la mitología griega Procusto era un tipo cruel, despiadado que obligaba sus víctimas a dormir en un camastro, si tenían las piernas más largas se las cortaba, si las tenía más cortas se las alargaba, con todo el dolor que les imponía. Gozaba humillándolas. Así parece estar colocando el emperador Donal Trump a su vecino del sur en una sistemática estrategia de llevarlo a un extremo de desgaste, hasta que se imponga con esa política de arrasamiento cualquier principio de soberanía, el más sensible, el de la capacidad de autodeterminación de los pueblos.
Mientras la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem en pantalones de mezclilla, convertida en decoradora de brocha gorda, pinta de negro un tramo del muro que divide la frontera de México con Estados Unidos para que los migrantes al intentar saltarlo se quemen las manos al elevarse las temperaturas por ese color, la Administración de Control de Drogas (DEA), emite un acuerdo entre la agencia estadunidense del Departamento de Estado y el gobierno mexicano llamado “Proyecto Portero” para combatir a los cárteles mexicanos del narcotráfico.
Noem se siente orgullosa que cada 24 horas se levantan ocho kilómetros del muro a lo largo de tres mil 218 kilómetros de la frontera con México. “Es tanto un escudo como un símbolo: un monumento al compromiso inquebrantable del presidente Trump con este país y con la seguridad del pueblo estadounidense”, escribió Noem en X, difundido en un despacho de la BBC de Londres.
Es un comunicado que transparenta el golpeteo permanente a nuestro país del gobierno imperial del paranoico Donald Trump, quien ha llegado al extremo de asegurar que México y Canadá “hacen lo que nosotros les decimos”.
El boletín de la DEA, difundido y después eliminado por su embajada en el país, es publicado por varios medios impresos y digitales. El texto aseguraba que su gobierno llevaría a cabo una operación policiaca conjunta con “el gobierno de México para desmantelar las redes de tráfico de drogas que utilizan los cárteles”, responsables de “inundar las comunidades estadunidenses con drogas sintéticas mortales”.
Según los detalles del “Proyecto Portero” participarían funcionarios de seguridad, defensa y de inteligencia de los dos países. El Proyecto Portero, dice el texto de la DEA, “busca frenar principalmente el tráfico de drogas sintéticas, como fentanilo y metanfetaminas, además de atacar el contrabando de armas y dinero en efectivo hacia México”.
Del comunicado de la DEA se desprende que esa agencia tiene bien identificados y estudiados los actores claves de los narcos, “gatekeepers” o “guardianes de plaza”, a cargo del control de los corredores de contrabando en la frontera mexicana. “Los gatekeepers son esenciales para las operaciones de los cárteles, pues dirigen el flujo de fentanilo, metanfetamina y cocaína hacia Estados Unidos, al tiempo que garantizan el movimiento de armas de fuego y grandes cantidades de dinero en efectivo de regreso a México. Al centrarse específicamente en ellos, la DEA y sus socios están atacando el núcleo del comando y control de los cárteles”, expuso el comunicado.
El texto de una de las agencias de seguridad del imperio de Trump remata que con este proyecto “Portero” permitirá a su gobierno “desplegar toda su capacidad contra las redes de cárteles”.
El texto aunque desmentido por la propia presidenta Claudia Sheinbaum no tiene desperdicio para revisar el estado en que se encuentran realmente las relaciones entre los dos países vecinos. El propio administrador de la DEA, Terrance Cole, sin negar su comunicado, un funcionario estrechamente cercano a Trump, dice que su agencia “está tomando medidas decisivas para enfrentar a los criminales que están asesinando a estadunidenses con fentanilo y otros venenos”.
Martín Luis Guzmán, en La querella de México, hace un apunte que revela que esta expresión de Trump de que México hace lo “ellos dicen” no es nada novedosa. El escritor de La Sombra del Caudillo y El águila y la Serpiente, hace una referencia al momento que vive nuestro país en la difícil y tormentosa transición del movimiento armado a la vida civil durante el gobierno de Venustiano Carranza. “Los Estados Unidos intervienen de un modo sistemático, casi orgánico, en los asuntos interiores de México”, dice Guzmán.
Carranza a partir de buscar el reconocimiento de Washington, fue duramente presionado por el gobierno del presidente Woodrow Wilson para desmantelar artículos de la Constitución de 1917 relacionados con el petróleo, minas y haciendas en manos de inversionistas y propietarios estadunidenses.
Wilson como Trump manejan el mismo doble lenguaje. Por un lado en 1915 Wilson se decía respetuoso de la soberanía mexicana, que el “destino de esa nación está en sus manos”, mientras en estos tiempos Trump se desvive en zalamerías a la presidenta Sheinbaum pero por el otro lado manda rudos mensajes a través del director de la DEA, la secretaria de Seguridad Interior o a su Fiscal, o de su Tesorería a dar esos golpes bajos con esa política sistemática de intervencionismo de la que hablaba Guzmán cuando escribió La Querella de México.
Sin olvidar, la peor intervención de su procónsul Henry Lane Wilson en 1913, cómplice de los asesinatos del presidente Francisco I Madero y del vicepresidente José María Pino Suárez,
Para completar esta reflexión Guzmán decía: “los Estados Unidos son dueños del destino de México en cuanto al mayor poder material y autoridad de que gozará siempre el partido mexicano que ellos ayuden”.
También escribió Guzmán: quién tenga en México el apoyo yanqui, lo tendrá casi todo; quien no lo tenga, casi no tendrá nada…”
Nuestra nación, cuyo destino está en la llamada IV Transformación de la República, en las manos de la dirección nacional de la presidenta Sheinbaum en los próximos cinco años al cumplirse en octubre su primer año de gobierno, habrá de discernir y decidir si el dueño de México es parte del imperio unipolar del sádico ocupante de la Casa Blanca, si algo tiene que ver nuestro país con el lecho de Procusto o decididamente nuestra soberanía estará a salvo porque “en México el pueblo manda”.