Ciudad de México.- La Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM), bajo la dirección del maestro Scott Yoo, ofreció una presentación memorable en su esperado regreso al Palacio de Bellas Artes, donde interpretó la imponente Sinfonía No. 3 en re menor de Gustav Mahler. El concierto se realizó este sábado 22 de noviembre a las 18 horas y dejó una profunda impresión entre las y los asistentes, quienes vivieron una experiencia artística envolvente y difícil de olvidar.
Una obra monumental que conquistó desde los primeros acordes
El público que llenó la sala llegó con altas expectativas, muchas de ellas motivadas por el renombre de la obra y la relevancia de la OFCM como agrupación emblemática de la Secretaría de Cultura capitalina. Antes de iniciar, varias personas quedaron maravilladas por la arquitectura del recinto y el arte que adorna sus muros, creando el ambiente perfecto para una noche sinfónica inolvidable.
A la hora señalada, el ingreso de las y los músicos generó un silencio absoluto que anticipó el inicio de un viaje musical profundo. Cuando Scott Yoo tomó el podio, la sala se concentró por completo en la interpretación. La obra de Mahler, reconocida como una de las más exigentes del repertorio universal, expuso desde el inicio la precisión sonora de la orquesta, destacando la potencia de los metales y la calidez de las cuerdas.
Voces que dieron dimensión espiritual y emotiva a la sinfonía
Durante casi una hora, el público siguió cada detalle sin perder la atención, ofreciendo aplausos espontáneos tras los primeros movimientos. Fue entonces cuando el concierto alcanzó uno de sus momentos más emotivos con la entrada de la mezzosoprano Carla López-Speziale, cuya interpretación resonó con fuerza y espiritualidad: su voz llenó el recinto y provocó un estremecimiento compartido.
La obra continuó su expansión sonora con la incorporación del Coro Femenino de la Orquesta Sinfónica de Minería y el Coro de Niños de la Schola Cantorum de México, dirigidos por Óscar Herrera y Alfredo Mendoza. La suma de estas voces generó una atmósfera luminosa que despertó expresiones de sorpresa y admiración entre la audiencia, enriqueciendo la pieza con un carácter coral conmovedor.
Un final inolvidable que reafirmó el prestigio de la OFCM
La naturaleza, el sufrimiento, la existencia y la espiritualidad convergieron a lo largo de los seis movimientos de Mahler, llevando al público por un viaje emocional intenso. Tras 90 minutos de interpretación magistral, el concierto culminó entre aplausos prolongados y ovaciones que reconocieron el talento, la disciplina y la dedicación de la orquesta, los coros y la solista.
Mientras las y los asistentes abandonaban el Palacio de Bellas Artes entre sonrisas y conversaciones entusiastas, quedó claro que la OFCM logró entregar una noche excepcional que reafirma su prestigio artístico y demuestra, una vez más, que la música es un lenguaje universal capaz de conmover profundamente.
AM.MX/CV
