Gregorio Ortega Molina
*Destruir el obamacare para Trump es una necesidad que trasciende el costo económico, tampoco considera su dimensión social. Es preciso hacerlo, piensa él, supongo, porque es la propuesta de un <<negro>> (con perdón de los que gustan de la propiedad en el lenguaje), y en el mundo en el que Donald Trump vive, eso no es permisible
Donald Trump despachando en el salón oval es la consecuencia directa de un comportamiento, de una manifestación ideológica de la élite que festejó el ascenso de Adolfo Hitler al poder; de ninguna manera debe considerarse un suceso inesperado. A un líder afroamericano (no escribí negro, para ser políticamente correcto) debió corresponder, en la sucesión, un redneck lépero e inculto. Es la venganza de los bárbaros.
Leo en El País un texto que describe y analiza Manifiesto redneck, lo que me obliga a pensar con detenimiento en las fundadas o infundadas razones del descontento de esa “basura blanca”, siempre dejada al último, como ese Lázaro bíblico que se alimentaba de las sobras mientras los ricos continúan en la fiesta, banqueteando y dilapidando una riqueza que sólo son capaces de administrar, porque desconocen el significado del trabajo, del sudor en la frente.
Dice el texto del periódico español: “Manifiesto redneck es una denuncia del brutal clasismo que padece la clase trabajadora blanca estadounidense. En un clima ideológico dominado por la tolerancia postmoderna y el multiculturalismo, los blancos pobres de origen rural constituyen el último colectivo al que resulta aceptable estigmatizar. El desprecio hacia la <<basura blanca>> es el elitismo estéril de quien no se puede permitir otras formas de discriminación, y se ha hecho ubicuo en la prensa y la cultura popular. En ese sentido, Manifiesto redneck constituye un anticipo evidente de Chavs, el ensayo de Owen Jones, y otros análisis recientes del clasismo contemporáneo. La diferencia es, de un lado, que Jim Goad (autor del texto citado) escribe en primera persona, reivindica su origen redneck y, del otro, que el trato dedicado a los jóvenes de clase trabajadora en Inglaterra es un modelo de integración y delicadeza, comparado con el odio estadounidense a los blancos pobres. Los chavs son caricaturizados como personas vagas, violentas y lujuriosas, los rednecks son literalmente personajes de películas de terror”.
En ese grupito está metido Luis Videgaray Caso, orondo y con la pretensión de servirse de ellos -es imposible determinar si con fines personales o en bien de México-, cuando lo verificable a corto y mediano plazo, será que los Trump y su yerno se sirvieron del secretario de Relaciones Exteriores de México.
Destruir el obamacare para Trump es una necesidad que trasciende el costo económico, tampoco considera su dimensión social. Es preciso hacerlo, piensa él, supongo, porque es la propuesta de un <<negro>> (con perdón de los que gustan de la propiedad en el lenguaje), y en el mundo en el que Donald Trump vive, eso no es permisible.