*No me disgustaría del todo que la señora Claudia se terciara la banda presidencial sobre el pecho, pero no le veo las luces ni los tamaños para resolver el desmadre que pudiera heredar de su jefecito adorado y admirado por ella. Lealtad obliga
Gregorio Ortega Molina
Ahora que la Ciudad de México está escindida por los electores y debido a una confrontación social atizada desde el poder presidencial, ¿será fácil o difícilmente gobernable? Omar García Harfuch y su santa patrona podrán decir misa, lo cierto es que las políticas públicas y las aspiraciones -legítimas, por cierto- de la señora Claudia, facilitarán la acción de la delincuencia organizada y el control del comercio ambulante o semi fijo.
Partamos de las previsibles consecuencias de la propuesta de reforma eléctrica que pronto se discutirá en el Congreso, además de lo que ya se ha ventilado en la opinión pública. Propongo que don Manuel Bartlett nos informe la ubicación delegacional de los Domicilios de Alto Consumo (DAC) en esta Ciudad. Puedo asegurar que ninguno de ellos está en Iztapalapa, o Tláhuac, o Xochimilco y, sin embargo, muchos hogares de esas demarcaciones consumen tanto o más energía eléctrica que los catalogados como DAC en Miguel Hidalgo, Álvaro Obregón o Tlalpan. Lo que tratan de asegurar es la fidelidad electoral, la prueba de ello es que dicha propuesta se precipitó una vez hechos los cálculos para que en 2024 puedan recuperar al viejo Distrito Federal. La descocada oferta bartliana de tarifa única no es viable.
En cuanto a la armonía entre los que hoy mangonean, sobre todo entre aquellos que tienen sus demarcaciones vecinas, más la gobernabilidad de una Ciudad conflictiva por el tránsito, las lluvias, la delincuencia, el deficiente transporte urbano y la creciente y descontrolada seguridad pública, tendremos oportunidad de ver (como en el caso de la iguana) de qué laso masca la señora Sheinbaum, además de su capacidad para reconciliar lo que parece irreconciliable, porque día a día es descompuesto por su vecino de enfrente.
En la calle, la colonia y la demarcación donde vivo desde mayo de 1975, junto con los vecinos somos testigos del deterioro paulatino de seguridad, la presencia cada vez mayor de narcomenudistas, el acoso a los estudiantes al salir o al llegar a sus escuelas. Padres de familia, directivos de los planteles, vecinos, se organizaron con un observatorio ciudadano y un comité o comisión de seguridad, con el propósito de que se pueda respirar en paz y en libertad. Sin embargo, el robo a casa habitación y a transeúnte no crece, pero tampoco deja de estar presente.
¿Qué significa, para quienes hoy gobiernan la Ciudad de México, vivir en libertad y con la seguridad necesaria para caminar por sus calles? Los espacios sociales no se respetan, la muestra de ello es que las calles lo mismo reciben a quienes guardan las distancias y se sirven de las mascarillas, que aquellos a los que les vale madre, pues si su presidente no observa las normas, ¿por qué ellos han de hacerlo?
No me disgustaría del todo que la señora Claudia se terciara la banda presidencial sobre el pecho, pero no le veo las luces ni los tamaños para resolver el desmadre que pudiera heredar de su jefecito adorado, y admirado por ella. Lealtad obliga.
www.gregorioortega.blog @OrtegaGregorio