*En la 4T pueden pararse de cabeza, reformar al Poder Judicial, reprivatizar la CFE y Pemex, expropiar Calica, pero en cuanto los auténticos, verdaderos intereses políticos y económicos de la Casa Blanca y los inversionistas e industriales estadounidenses peligren, las aspiraciones “nacionalistas” del segundo piso de la 4T quedarán sin sustento, y no podrán la doctora Sheinbaum Pardo y los integrantes de su gabinete, frenar las consecuencias
Gregorio Ortega Molina
La relación de México con Estados Unidos nunca ha sido tersa. Quedó definida en el momento en que Texas, una vez “independiente”, decidió auto incorporarse a territorio estadounidense. Después nos sacudió la Guerra de Intervención, que costó la separación de un amplio territorio, que hoy forman los estados de California, Nuevo México, Arizona, Texas, Nevada, Utah, y parte de Colorado y Wyoming.
Como corolario, la incursión al puerto de Veracruz en 1914, y la de John Pershing para perseguir a Francisco Villa. Sin contar la intervención de Henry Lane Wilson para promover el asesinato de Madero y Pino Suárez. Desde entonces la presión de la Casa Blanca y el Departamento de Estado fue determinada por el petróleo, el control económica del dinero negro del narcotráfico, y las empatías de algunos de nuestros gobernantes por los gobiernos de izquierda en América Latina.
Imposible saber cuántas decisiones diplomáticas, económicas y sociales tomadas por los gobiernos de México, fueron determinadas por los políticos, empresarios y las presiones de los intereses de Estados Unidos. Cierto que se dan situaciones honrosas, como la defensa de Cuba y Chile, pero en otras ocasiones fue influenciada por hechos como el telegrama Zimmermann, enviado en enero de 1917 por el Ministerio de Asuntos Exteriores alemán al embajador de esa nación en México; proponía una alianza militar entre México y el Imperio alemán en caso de que Estados Unidos entrara en la Primera Guerra Mundial.
Puede sostenerse que nuestra soberanía es un proyecto inacabado, porque en él inciden tres mil kilómetros de frontera y miles de millones de dólares invertidos en México por inversionistas de esa nación.
La crisis bancaria no es el Fobaproa, sino que se saldó con una reprivatización que entregó el mayor número de instituciones financieras a manos extranjeras, y son éstas las que en última instancia pueden hacer quebrar nuestro sistema económico.
En la 4T pueden pararse de cabeza, reformar al Poder Judicial, reprivatizar la CFE y Pemex, expropiar Calica, pero en cuanto los auténticos, verdaderos intereses políticos y económicos de la Casa Blanca y los inversionistas e industriales estadounidenses peligren, las aspiraciones “nacionalistas” del segundo piso de la $T quedarán sin sustento, y no podrán la doctora Sheinbaum Pardo y los integrantes de su gabinete, frenar las consecuencias.
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