Gregorio Ortega Molina
*Quizá ahora podamos comprender la estrategia seguida para imponer la Ley de Seguridad Interior, y ni siquiera así le alcanzó a Emilio Gamboa Patrón para asegurar la candidatura de Yucatán a su vástago; también podemos colegir el modito de propaganda política que se esforzará en determinar la elección presidencial
Dos elecciones presidenciales recientes quedaron definidas por el miedo. 1994 y 2006. ¿Será la de 2018 la tercera? Es posible.
Recurramos a un autor de novela histórica que EPN declara haber leído. Me refiero a Santiago Posteguillo y a Africanus, el hijo del cónsul. En diferentes diálogos expone cómo el miedo adquiere la dimensión de instrumento de poder más allá de una afección anímica concreta, y la manera en que éste desplaza a las creencias ideológicas y religiosas. Destruye toda esperanza y aniquila la fe.
-¿Y cómo se supone que hemos de gestionar esta estrategia? –preguntó de forma directa Claudio Nerón. Fabio Máximo lo miró con gratitud. La primera pregunta inteligente de la tarde.
-Con el miedo…
…
-¿Y sólo con miedo vamos a manejar al Senado y al pueblo? No lo entiendo.
-Con el miedo -empezó (Fabio Máximo)-, mi querido amigo Terencio Varrón, se pueden conseguir muchas cosas, se puede conseguir todo. El miedo en la gente, hábilmente gestionado, puede darte el poder absoluto. La gente con miedo se deja conducir dócilmente. Miedo en estado puro es lo que necesitamos. Lo diré con tremenda claridad aunque parezca que hablo de traición: necesitamos muertos, muertos romanos; necesitamos derrotas de nuestras tropas, un gran desastre, que nos justifique, que confunda la mente de la gente, del pueblo, del Senado. Nosotros, en ese momento, emergeremos para salvar a Roma…
…
-Exacto -dijo Fabio-… Así es: el miedo nos ha ido abriendo el camino. El miedo, Marco, recuérdalo, administrado sabiamente es la mejor de las armas, especialmente para manipular a un pueblo inculto e influenciable. Roma tiene, por fin, miedo, el miedo necesario, el miedo justo para tomar decisiones que se deberían haber tomado hace ya tiempo; pero bien, en todo caso, hoy es el día en que el Senado tomará esas decisiones…
…
-… cuando el terror está acechando, las normas, las leyes se doblan, se cambian, se ignoran Marco. El alma humana no atiende a lo que en momentos de sosiego y sensatez otras han pensado y diseñado con atención y racionalidad: leyes, normas, costumbres. No, el miedo quiebra todo eso.
Quizá ahora podamos comprender la estrategia seguida para imponer la Ley de Seguridad Interior, y ni siquiera así le alcanzó a Emilio Gamboa Patrón para asegurar la candidatura de Yucatán a su vástago; también podemos colegir el modito de propaganda política que se esforzará en determinar la elección presidencial.
Apostarán a que los electores crean, contra toda lógica porque son incapaces de probarlo, que AMLO continúa como un peligro, pero que el mozalbete de Ricardo Anaya es un riesgo mayor, equivalente a una bomba de hidrógeno.
Correrá tinta y sangre antes de que todo quede definido, aunque los destiladores del miedo también paguen las consecuencias, junto con sus familias. No lo comprenderán hasta que sea tarde.
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