*Lo cierto, lo tangible, es que “El Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México está conformado por más de 50 Organizaciones de Familiares en búsqueda y por más de 20 Organizaciones de la Sociedad Civil, de México y Centroamérica”. Ellos les dan la presencia necesaria para que las autoridades tiemblen, pues por eso ni AMLO ni la doctora Sheinbaum Pardo quieren escucharlos. Las madres buscadoras han hecho a sus desaparecidos, asesinados o masacrados, más visibles y presentes que la corporeidad que tuvieron en vida
Gregorio Ortega Molina
Nadie ha medido con exactitud las consecuencias de las fosas clandestinas, los desaparecidos, las muertes violentas de las madres buscadoras o de los líderes sociales defensores del medio ambiente. Son muchas y variadas, no se reducen al entorno familiar, el dolor y las lágrimas derramadas.
El estado de ánimo de la sociedad en su conjunto e incluso por estamentos sociales -porque las fosas clandestinas y lo que albergaron están presentes en la toma de decisiones de los capitanes de industria, de los maestros de escuela, de los policías de a pie y de los comandantes, del secretario de Estado y de la asistente o afanadora- dejó de ser lo que era antes de descender al abismo de los auténticos deshuesaderos, los que se ocupan de los humanos.
Si la necesaria protección de los derechos humanos modificó el comportamiento de las fuerzas del orden, de la soldadesca y los marinos, que cambiaron los fusiles y las bayonetas por los instrumentos de ingeniería civil, de administradores de la riqueza fiscal que por decisión del Ejecutivo fue a dar a sus manos, lo que verdaderamente los transforma día a día, es el conocimiento puntual de que las fosas clandestinas no son un mal sueño y los desaparecidos, más bien los despojos, claman justicia, que no llegará, ya está visto.
¿Qué sucede en los quehaceres del Poder Judicial, ensombrecido por la existencia real del horror, de los entierros de personas vivas, ejecutadas, torturadas, desaparecidas porque necesitaban dejar de existir o para poner el ejemplo? Sobre su propio drama existencial y profesional porque su destino se decide en unos días más, secretarios de estudio y cuenta, jueces, magistrados y ministros se irán conscientes de dejar una nación irrigada con sangre, dolor, huesos, pero sobre todo de ausencias no deseadas.
Sin embargo, si los desaparecidos dejaron de estar, las madres buscadoras los traen de regreso, les confieren su propio aliento para que les cuenten de lo ocurrido, de los asesinos que quisieron convertirlos en fantasmas, en la ensoñación de los seres queridos que todavía respiran.
Lo cierto, lo tangible, es que “El Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México está conformado por más de 50 Organizaciones de Familiares en búsqueda y por más de 20 Organizaciones de la Sociedad Civil, de México y Centroamérica”. Ellos les dan la presencia necesaria para que las autoridades tiemblen, pues por eso ni AMLO ni la doctora Sheinbaum Pardo quieren escucharlos. Las madres buscadoras los han hecho a sus desaparecidos, asesinados o masacrados, más visibles y presentes que la corporeidad que tuvieron en vida.
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