*Por lo que escucho y veo en redes sociales, nadie denuncia que lo que ocurre en México es el recurso del método, el uso de la palabra y el mensaje, para asegurar las honras fúnebres de la República y, además, agradezcamos ese generoso gesto del Poder Ejecutivo, pues los enemigos dejaron de ser los neoliberales. Ahora son los jueces los que sustituyen a los judíos -al igual que en la Alemania nazi- como enemigos de la felicidad de los mexicanos
Gregorio Ortega Molina
Una reconsideración a mi lectura de El recurso del método, de Alejo Carpentier, exigida después de ver El ministro de propaganda en la televisión, me deja la clara sensación de que la frase yo tengo otros datos está más allá de la necesidad de ocultar las verdaderas intenciones de quienes edificaron el primer piso de la 4T.
Los instrumentos usados por los dictadores elegidos por Carpentier para escribir su novela, fueron burdos, dolorosos, arcaicos; los nazis, con la propuesta de Joseph Goebbels, optan por servirse de la palabra y la imagen, porque el Reich de los mil años, para durar, necesitó crear una alternativa a la realidad, no para esconder el dolor, el engaño, los resultados de la guerra total, sino para que los alemanes escucharan con veneración y mansedumbre la palabra del líder y, en medio de la derrota, todavía le agradecieran el desastre.
Desde que Ismael El Mayo Zambada siguió el camino de Humberto Álvarez Machain, decidieron rediseñar la política de comunicación entre el gobierno y los súbditos, donde la voz sólo corre en un sentido.
El esquema y el propósito son idénticos a los que fueron puestos al servicio de Adolfo Hitler. No verlo como es equivale a negarnos la oportunidad de salir de la anomia, del marasmo, del conformismo en que el líder, el señor del gran poder hundió a sus electores, para disponer de su voluntad a cambio de los mal llamados programas sociales. Son un contrato de compra-venta, en el que el jodido, el minusválido mental, entrega su futuro por un puñado de monedas que sólo son paliativo al alivio de su miseria, y ahora una compra de silencio a los padres de los niños con cáncer. Total, nos aseguran que el Zócalo es nuestro.
Por lo que escucho y veo en redes sociales, todo indica que Ricardo Anaya Cortés es el único en despertar del letargo y advertir a quienes desean escucharlo, que lo que ocurre en México es el recurso del método, el uso de la palabra y el mensaje, para asegurar las honras fúnebres de la República, y además agradezcamos ese generoso gesto del Poder Ejecutivo, pues los enemigos dejaron de ser los neoliberales. Ahora son los jueces los que sustituyen a los judíos -al igual que en la Alemania nazi- como enemigos de la felicidad de los mexicanos.
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