*La moraleja es clara, no debemos hacer el caldo gordo a quienes han transitado su vida sin oficio salvo el de lucrar del erario para su beneficio. A quien no debemos menospreciar y menos olvidar, es a Andrés Manuel López Obrador, porque aspira a regresar, y si lo hace espero que la oposición haya madurado lo suficiente para incoarle juicio político y aplicarle la barredora junto con sus incondicionales
Gregorio Ortega Molina
Nuestra sociedad, como la de casi todas las naciones, se solaza con el intercambio de escarnios entre los poderosos, los líderes y todos los que aspiran a tener un significado en sus vidas profesionales y/o sentimentales. Aquel que tiene éxito no se la acaba, y de los que nadie se acuerda, se mueren por ser denostados.
Asiste toda la razón a Luisa María Alcalde, la señora Gutiérrez Müller puede hacer lo que quiera con su vida, y es cierto, pero a la protagonista de este último escándalo gusta de estar en boca de los que fueron los gobernados de AMLO, porque eso le da a su vida un significado que nunca tuvo ni tendrá. Era nadie antes de que su marido llegara al poder -a pesar de sus desfiguros, como ese donde ordena a una oficial del entorno presidencial, quitar de cerca del presidente de la República a Santiago Creel, representante del Poder Legislativo durante la ceremonia en honor de los Niños Héroes- y no lo será después, por lo que no sería extraño que ella misma alentara el escándalo que la regresa al escenario, brevemente, pero la sacó del olvido.
Debiéramos redondear la opinión de la líderesa de Morena: efectivamente Beatriz Gutiérrez Müller puede hacer de su vida un papalote, como decíamos cuando estudié la secundaria. El escándalo político hace justa la observación de Justo Sierra, recuperada para nosotros por Emilio Uranga, a su vez con nuevo aliento gracias a Herir en lo sensible, la recuperación de las reflexiones de Uranga por Juan Manuel Cuéllar Moreno: “La mitad de los habitantes de la República, y me quedo corto, ignora lo que es ser mexicano; no participa en la conciencia nacional”.
La moraleja es clara, no debemos hacer el caldo gordo a quienes han transitado su vida sin oficio salvo el de lucrar del erario para su beneficio. A quien no debemos menospreciar y menos olvidar, es a Andrés Manuel López Obrador, porque aspira a regresar, y si lo hace espero que la oposición haya madurado lo suficiente para incoarle juicio político y aplicarle la barredora junto con sus incondicionales, cuando menos para que explique de dónde obtuvo la autorización para entregar a Cuba esa riqueza en petróleo y gasolinas, cuando aquí las carencias son muchas, sobre todo desde que destruyó el sector salud.
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Tal parece que en mi texto del último lunes mi apreciación de lo que sucede en Europa es equívoca o, al menos, algo errada, o quizá mucho. Comparto la opinión de un lector:
Rusia le debe a Gorbachov la entrega a Ucrania de un amplio territorio habitado desde siempre por rusos. Mientras hubo un gobierno ucraniano prorruso no hubo problema para Moscú, pero la llegada al poder de Zelensky cambió el panorama, pues las milicias neonazis se sintieron autorizadas para hostilizar a la población rusa del oriente de Ucrania. La reacción de Moscú fue tomar de pretexto esa política antirrusa para lanzarse a recuperar influencia en Ucrania. Por supuesto, no justifico a Putin, pero tampoco a Zelensky, vergonzoso caso de judío pronazi.
En Medio Oriente, Netanyahu aplica medidas de corte hitleriano contra los palestinos para salvar el pellejo, pues es buscado por la Corte Internacional de La Haya y repudiado por gran parte del pueblo israelí que se opone a la guerra, pero el pretexto para el genocidio se lo ofreció la banda terrorista Jamás.
En suma, no creo que se trate de algo nuevo, pero son los pueblos quienes pagan por los errores, la perversidad y la estupidez de los políticos, llámense Trump, Gorbachov, Putin, Zelensky, Netanyahu, López Obrador o los líderes árabes que están detrás de Jamás.
Perdón por compartirte mi triste visión de lo que ocurre en el mundo, pero así andamos
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