* En unas semanas constataremos que el resultado de las elecciones de ayer no importa. Actores y escenario podrán ser diferentes, la obra de teatro se repetirá fielmente hasta saciarlos. Se llama CORRUPCIÓN
Gregorio Ortega Molina
Los autoproclamados políticos mexicanos que acceden a los cargos de elección popular o a puestos administrativos y de poder, son hijos de Hefesto. Repiten, de manera incesante, el mismo golpe sobre el yunque, que es la sociedad a la que esquilman y gobiernan a su antojo y no conforme lo señala la Constitución. El gesto es idéntico gobierno tras gobierno. Se hermanan en la corrupción.
Lo sabemos, pero preferimos la ensoñación de esas mujeres casaderas que eligen a un truhan para desposarlo, y aseguran a sus padres que ellas lo van a cambiar. Terminan separadas, si no es que además de golpeadas, divorciadas y estigmatizadas. La sociedad es víctima de las ilusiones que cultiva en medio de la simulación política de sus gobernantes.
Hemos sido advertidos de mil maneras, incluso mientras el movimiento revolucionario continuaba en la lucha armada, y con más ahínco durante los primeros años del constitucionalismo, pero parecemos gustar de la mala vida e insistimos en entronizar caudillos.
Debemos regresar a la lectura de la novela de la Revolución, a las páginas de El águila y la serpiente, donde Martín Luis Guzmán escribió: “… Para proceder así mis razones eran bien claras: no me resolvía a trocar por la dura disciplina del soldado mi preciosa independencia de palabra y acción, y no me resolvía a eso, entre otras cosas, porque no veía a mi alrededor nada que justificara semejante sacrificio. Respecto a mis aspiraciones no alentaba el menor propósito político o guerrero, y en cuanto a lo demás, los principales dirigentes de la Revolución estaban muy lejos de ser, a mis ojos, lo bastante desinteresados e idealistas para que quisiera yo atarme a ellos, indirectamente, con cadenas siempre peligrosas y no siempre rompibles.
“… Obregón sabe que su principal misión será la militar, y, no obstante, quiere que los militares de hoy no puedan ser los funcionarios de mañana. Obregón sabe que descollará entre nuestros más grandes soldados, y, con todo, no tiene empacho en advertir que las mayores desgracias de México se deben a las ambiciones de los militares”.
Para que el futuro de México sea diferente, los mexicanos debiéramos ser distintos, pero insistimos en aferrarnos a los juegos de espejos; confiamos en los simuladores que nos han gobernado desde que se tomó la decisión de asesinar a Venustiano Carranza y reformar la Constitución para que ese mismo Álvaro Obregón regresara al poder después del reposo del guerrero, mientras Plutarco Elías Calles diseña el Maximato para consolidar la institucionalización de los partidos políticos, necesarios para competir por el poder, pero sobre todo, los pasos contados para acotar las ambiciones de los militares, hoy otra vez como actores principalísimos.
En unas semanas constataremos que el resultado de las elecciones de ayer no importa. Actores y escenario podrán ser diferentes, la obra de teatro se repetirá fielmente hasta saciarlos. Se llama CORRUPCIÓN.
Sin la profunda y seria reforma del Estado, para sustituir al presidencialismo autoritario y casi dictatorial, entramos a un “bucle cibernético” que nos destruirá como nación.
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Resulta que los actuales dueños del poder político son de corvas poco firmes. Su argumento para evitar a la vice presidenta de Estados Unidos es insostenible. De notas informativas constatamos que, “ante la falta de consenso entre las diversas fuerzas políticas, el Senado de la República canceló la visita con Kamala Harris, vicepresidenta de los Estados Unidos, para reunirse con los legisladores mexicanos el próximo martes 8 de junio.
“El presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, Ricardo Monreal, dijo que no hay acuerdos para recibir a la vicepresidenta”.
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También en el Poder Ejecutivo hace aire. Pasadas las elecciones constatamos la enorme capacidad de análisis de “la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quien afirmó que la violencia registrada en los últimos meses contra aspirantes y candidatos no tiene motivaciones electorales, y dijo que hay condiciones para una jornada electoral pacífica este 6 de junio.
“La ministra en retiro insistió en que los ataques han sido contra candidatos de todos los partidos y que en la enorme mayoría no hay relación alguna con el proceso electoral”. ¿Será que todo fue una equivocación, o todos eran delincuentes? Nada más Olga sabe lo que quiso decir.
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@OrtegaGregorio