jueves, marzo 28, 2024

LA COSTUMBRE DEL PODER: El impuesto de la violencia

Gregorio Ortega Molina

*No son sólo los empresarios los que asumen el impuesto adicional y extraordinario de la violencia, toda la sociedad paga en especie y en dinero el vacío de poder en procuración y administración de justicia

 

Caigo en la cuenta de que la violencia es un impuesto adicional, de costo exorbitante, porque además de pagarlo los deudos y las víctimas, la sociedad entera se pone con su cuerno.

La situación en que las decisiones sobre seguridad tomadas y asumidas por Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto dejaron a México abandonado, distorsionaron la economía al afectarse, en su totalidad, el ritmo anímico y físico de la vida en todos sus ámbitos. Vivir exige más en dinero y esfuerzo. De allí que -por ejemplo- los programas médicos institucionales para combatir la obesidad no tengan resultados, ni tampoco se logren los objetivos delineados como metas de las reformas estructurales.

Ahora, prácticamente dos sexenios después, le da a la Coparmex por rasgarse las vestiduras, y en voz e imagen de Viridiana Ríos Contreras, asesora económica de esta liga de la honradez y la decencia patronal, muestra su preocupación por la fragilidad del Estado de derecho, ante la ola de violencia que se vive.

     El extraordinario hecho sucedió durante la presentación de Data Coparmex -conjunto de 10 indicadores que miden empleo, su calidad, la seguridad y la corrupción-; allí enteró a la nación y a los bien intencionados gobernantes que nos conducen al futuro, que a nivel nacional 43.9 por ciento de los empresarios consultados dijeron haber sido víctima de algún delito en el país, siendo Tabasco la entidad donde se reportan más casos (60 por ciento), seguido de Guerrero con 58 puntos porcentuales y Quintana Roo (54 por ciento).

Eso que padecen los empresarios trae consecuencias en los costos de producción y distribución, pero no son éstos los que los asumen, sino que casi en su totalidad los trasladan a los destinatarios finales de los bienes y servicios que han sido afectados de manera directa por la corrupción, que no es sino una de las manifestaciones de la violencia y, a su vez, una expresión irrecusable del incumplimiento del mandato constitucional.

A Gustavo de Hoyos Walther, presidente del organismo empresarial, se le llenó la boca de orgullo frustrado cuando hizo pública su preocupación por la fragilidad del Estado de derecho, que favorece las manifestaciones crecientes de impunidad, corrupción e inseguridad públicas, ocurridas a la vista de la sociedad. No resulta extraño que ese emblemático mexicano considere impostergable una estrategia más profunda para combatir la inseguridad.

Dice la nota de Excélsior: “El 31.8 por ciento del sector privado se encuentra satisfecho con el trabajo del gobernador de su entidad, siendo Chiapas el peor estado calificado con 4.4 por ciento. En ese sentido, los empresarios afiliados a Coparmex contestaron que los gobiernos estatales están fallando en corrupción (25 por ciento), seguido de inseguridad (23 puntos porcentuales), infraestructura y servicios, así como gasto público superfluo, con 10 por ciento cada una”.

Recordemos: no son los empresarios los que asumen el impuesto adicional y extraordinario de la violencia, sino toda la sociedad.

El segundo gran acierto de EPN

Dos encuentros con Donald Trump en Estados Unidos, su terreno y su tema. Las mejores decisiones de EPN durante su sexenio. Faltan unos meses, ya veremos cuál es su actitud ante las elecciones y sus resultados.

Por lo pronto demuestra haber aprendido de lo comentado por Adolfo López Mateos a Gastón García Cantú: lo más difícil de la relación con los presidentes de Estados Unidos, es decirles que no.

Quien debe estar desencajado, cual si hubiera abusado de los colagogos, es Luis Videgaray, por una de dos razones. O se fue por la libre e hizo lo que no le pedían, o gestionó mal la entrevista, porque en ellas lo primero que se revisa son los temas.

El plagio a Reyes

Lectores recriminan la ligereza de mi observación del texto sabatino sobre la Cartilla Moral de Alfonso Reyes y la Constitución Moral de AMLO. Que no hubo tal plagio, me aseveran, pues López Obrador sí, repito, sí refiere el nombre del escritor y diplomático.

Me pregunto entonces acerca de las variaciones de lo que puede o no considerarse un plagio. Referir a Reyes y tergiversar el título, pensar en Constitución en lugar de una Cartilla Moral, es distracción, porque van tras el poder a mil por hora, o es distorsión de la idea original por el irreprimible deseo que se reconozca como propia, como original.

www.facebokk.com/ortegamolina.gregorio y www.gregorioortega.blog

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