La Costumbre del Poder: Fosas clandestinas tienen memoria

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*¿Cuántos tienen como basurero final las fosas clandestinas, olvidados de la función de sus gobernantes, cuya primordial obligación constitucional es preservar la vida de los que están bajo su tutela? Es entonces cuando evoco la muy difundida imagen de Debanhi, o quisiera tener entre mis manos la carta de Ezequiel Elizalde dirigida a la doctora Sheinbaum Pardo, y me percato que la administración de justicia, al menos en este país, es inexistente. Más pronto que tarde nos daremos cuenta de que las tumbas anónimas de los olvidados tienen memoria, ese imagen de los deudos que no se irá ni cuando ellos dejen de estar, y esa herida abierta por la eternidad en una tierra lacerada por el latrocinio

Gregorio Ortega Molina

No tenemos ni la más remota idea del auténtico legado de las fosas clandestinas, lo mismo a la sociedad que a los gobiernos, a quienes las cavaron y cubrieron, que a los deudos o los mudos testigos. Los desaparecidos de esa manera asumen la actitud de Juan Pablo II cuando se despidió de México: Me voy, pero no me voy. Me voy, pero me quedo.

     ¿Cómo pueden irse si se desconoce su nombre? Este es el primer escollo, ¿quiénes fueron? Establecer su identidad, así como las razones de su fallecimiento o ejecución. Hay sevicia en el modo en que pretenden borrarlos por siempre, por más inocentes que sean las víctimas, como los desaparecidos en San Fernando, o en el rancho Izaguirre. Los engañan para matarlos. ¿Hay placer en hacerlo? Tal parece que sí, como algunos de los esbirros del gulag o de los campos nazis se condujeron para con sus víctimas.

     El legado de mayor impacto es la incertidumbre, porque los deudos se la viven sobre ascuas debido a que su única certeza es que uno o varios de sus seres queridos desaparecieron, y se enfrentan a la irresponsabilidad e incapacidad técnica y física de las autoridades, para que puedan saber, a ciencia y paciencia, que algunos de los despojos que se intenta rescatar del anonimato y del olvido, posee identidad, nombre, apellido, con todos las señas particulares de las que disfrutó mientras respiraba.

     ¿Cuántos tienen como basurero final las fosas clandestinas, olvidados de la función de sus gobernantes, cuya primordial obligación constitucional es preservar la vida de los que están bajo su tutela? Es entonces cuando evoco la muy difundida imagen de Debanhi, o quisiera tener entre mis manos la carta de Ezequiel Elizalde dirigida a la doctora Sheinbaum Pardo, y me percato que la administración de justicia, al menos en este país, es inexistente.

     Más pronto que tarde nos daremos cuenta de que las tumbas anónimas tienen memoria, ese imagen de los deudos que no se irá ni cuando ellos dejen de estar, y esa herida abierta por la eternidad en una tierra lacerada por el latrocinio, la crueldad, la irresponsabilidad de unos gobernantes que no supieron serlo, y para auto justificarse se sirven de los otros datos, de la falsedad de un humanismo mexicano, de la moral revolucionaria. Es la 4T.

www.gregorioortega.blog                                            @OrtegaGregorio

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