lunes, mayo 12, 2025

La Costumbre del Poder: Elección judicial: ¿restablecer la República o instaurar la dictadura? I/V

*En medio de este conflicto por el botín en que los políticos convirtieron el patrimonio nacional, apareció como urgente la necesidad de fortalecer, a toda prueba, la unidad nacional, Fue necesaria la “revaluación” de la virgen de Guadalupe, de sus milagros, de su fe…, pero el hambre aprieta, la confianza disminuye, se angosta, se acaba ante la voracidad de los que mandan desde 1929, y porque el futuro de México parece hacerle los mandados a la corrupción, que es la reina del orden en la administración pública. La riqueza de la nación parece crecer de manera equivalente a la manifestación de la voracidad de los dueños del poder

Gregorio Ortega Molina

La historia de México dista de ser tersa y lineal. Tiene etapas cruentas y otras supuestamente apacibles. Es una tranquilidad que oculta lo peor del ser del mexicano: la nación creció en medio de mutilaciones.

     La Conquista nos despojó de la fe originaria, de los hoy conocidos como usos y costumbres; debido al Tratado Guadalupe Hidalgo se perdió buena parte del territorio nacional -la mitad o un poco más-, y no ha sido suficientemente evaluada la consecuencia de ese hecho en nuestro comportamiento y en la relación con Estados Unidos.

     Juárez regresó a los mexicanos todo lo que el clero se apropió sin derecho y sin razón. Díaz se esforzó por abrir la nación más allá de la constante confrontación con nuestro vecino del norte. La Constitución, producto de una Revolución que costó un millón de muertes, pronto se convirtió en el texto adecuado para encubrir todo tipo de felonías y fechorías, salvo la no reelección, que Álvaro Obregón pago con la vida, pero en cuanto al sufragio efectivo, la vida electoral está llena de traiciones, asesinatos, concertacesiones… lo peor es que al no cumplirse con los supuestos de la actividad social y política participativa, perdimos la oportunidad de consolidar la democracia necesaria para vivir en paz y dar, de una vez, la espalda a la corrupción en todas sus acepciones.

     ¿Alguien puede documentar una elección presidencial limpia desde 1929 hasta la fecha? En todas hubo mano negra, aunque no en todas goteó sangre. Para que así sucediera, la institución presidencial, el Poder Ejecutivo, adquirió la fuerza y la imagen de ser el poder omnímodo y omnipresente, lo que lo transformó en el “juez” definitivo en el asunto de la corrupción. Sólo el presidente de la República determina quiénes y con cuánto son premiados más allá de la legalidad. La conseja popular es clara: sólo quiero que me pongan donde hay.

     En medio de este conflicto por el botín en que los políticos convirtieron el patrimonio nacional, apareció como urgente la necesidad de fortalecer, a toda prueba, la unidad nacional, Fue necesaria la “revaluación” de la virgen de Guadalupe, de sus milagros, de su fe…, pero el hambre aprieta, la confianza disminuye, se angosta, se acaba ante la voracidad de los que mandan desde 1929, y porque el futuro de México parece hacerle los mandados a la corrupción, que es la reina del orden en la administración pública. La riqueza de la nación parece crecer de manera equivalente a la manifestación de la voracidad de los dueños del poder.

     Les hemos permitido todo, en la medida en que nos recuerdan quiénes y cómo son los autorizados a reprimir. ¿Será que la ira está por desbordarse? Lo dudo.

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En relación a los textos de la semana anterior, que aspiran a dejar claro cómo nos dejamos despojar de la ideología y la fe, a cambio de publicidad y propaganda, una inteligente lectora me envía las siguientes observaciones, que les comparto:

     “El tiempo histórico-lineal-material ha sido el reino del mal salpicado por luminosas personas llenas de bondad y de amor, pero el poder y el amor excesivo por el dinero no tiene miramientos por los muertos que acumula y va dejando en su andar, ni remordimiento ni arrepentimiento, pero, como mostraba Kant, en la historia temporal humana no existe la justicia: los malos triunfan y los buenos padecen, por ello, la justicia debe estar en otro lugar: está en las manos y en los tiempos de Dios.

     “Sin embargo, hemos sido inoculados con la idea del bien, por eso debe existir plenamente en algún lugar que no es el que habitamos en vida.

     “Francisco nos deja claro que la vida es tan corta que no debemos perder el tiempo en excluir ni en segregar a ciertas personas que, según la curia, no son “dignas” de recibir las promesas ni de acercarse a los regalos de la gracia. Por eso fue polémico su papado. Ahora veremos si la iglesia está dispuesta a abrazar a todos.

     “La perversión de doblar las leyes a conveniencia de grupos de poder y la moral pisoteada no tendrá fin y el hecho como tal exige que la justicia exista en algún lugar que no es éste. La iglesia debe ser más activa y menos timorata en resaltar la verdadera caridad y clarificar la discrepancia entre tener fe o encomendarse, pero actuar mal”.

www.gregorioortega.blog                                             @OrtegaGregorio


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