*El México de El vendedor de silencio no debiera existir, pero periodistas y novelistas se humillan a los intereses del poder, porque creen que son tomados en cuenta y reciben una buena pachocha. En todo este sainete el perdedor es México, nación donde muy pocos conocen y practican el concepto de patria. Así de simple
Gregorio Ortega Molina
El problema no es la información que requieres para formarte una opinión y tomar decisiones políticas o financieras o de cualquier otra índole, sino quiénes y cómo te la sirven.
No debemos olvidar que los empresarios de los medios, los periodistas y los filtradores de información tienen intereses; es muy posible que los cuiden y preserven antes que los de la sociedad para la cual se supone trabajan.
Es de humanos la necesidad -mayor o menor- de figurar en la historia, participar, ayudarla a dar a luz nuevas y benéficas soluciones, o desde el rencor contribuir al aborto de lo que la sociedad necesita para trabajar en beneficio de un proyecto común.
Lo primero que deben preguntarse los periodistas es quién y por qué ponen en sus manos esa información que puede y debe modificar proyectos políticos y el destino de las personas que los encabezan, porque el emisario, en no pocas ocasiones, no es quien considera oportuno lo que ha de darse a conocer, para beneficio de todos o de un grupo o una persona.
Lo que determina las decisiones del Poder Ejecutivo hoy por fuerza ha de conocerse de manera transparente, porque como nunca antes mienten para satisfacer aviesos intereses. Es cierto, los gobiernos anteriores no merecían nuestra gratitud, nos engañaron, aunque es necesario reconocer que se crearon instituciones benéficas hoy destruidas, y se caminó lo suficiente en la democracia como para ser capaces de entregar el poder a la oposición, aunque no puede decirse lo mismo de los poderes Legislativo y Judicial, administrados como camarillas desde siempre.
Hacen berrinche y se enojan porque Peniley Ramírez da a conocer lo que no debía saberse sobre el caso Ayotzinapa, o porque Latinus publicita el hackeo de Guacamaya y nos enteramos de lo opaco del actuar de las FFAA o de las enfermedades del presidente de la República, o porque Elena Chávez, por razones que desconocemos, escribe El rey del cash. Todo se paga, ¿no es una retribución a Alejandro Encinas el nombramiento del subsecretario de Comercio Exterior? ¿No es su hijo?
El México de El vendedor de silencio no debiera existir, pero periodistas y novelistas se humillan a los intereses del poder, porque creen que son tomados en cuenta y reciben una buena pachocha.
En todo este sainete el perdedor es México, nación donde muy pocos conocen y practican el concepto de patria. Así de simple.
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