Gregorio Ortega Molina
*Todo indica que el PRI y sus “minions” conservarán el poder, sin importar la democracia. El año electoral será el de la gran simulación
Durante el próximo año la mayoría de los mexicanos vivirán intensamente la impostura de la democracia subsidiada. 2018 es el año de la gran simulación, del mito genial, a efecto de asegurar la entronización de la partidocracia, lo peor que pudo haber ocurrido a este país.
El único y gran pretexto para vender a los electores la necesidad del subsidio a la democracia, es evitar la infiltración del dinero negro, provenga de donde provenga, pero en ello han fracasado. Difícil de probar, sí, aunque resulte evidente que lo mismo los grandes empresarios como Odebrecht compran voluntades, que la delincuencia organizada se asegura las complicidades, basada en su tradicional pregunta: ¿plata, o plomo?
Los niveles de corrupción en México hace mucho que trascendieron el clásico diez por ciento. Hoy puede equipararse a la extorsión, con un añadido terrible, destruyen la competencia, el mercado interno y la economía familiar. El derecho de piso es mayor que el predial, más alto que las alcabalas, el ISR y el pago de los trámites administrativos.
La corrupción es, ya, el quinto jinete del apocalipsis de la organización social, porque todo lo trastoca, si no es que todo lo destruye, salvo las grandes fortunas que se alimentan de ella. Debemos agradecer -a casi 30 años de su acuñación- a Pedro Aspe Armella la irreversible idea del mito genial, que viste, como anillo al dedo, a la percepción que el elector común se hace del modelo político y su subsidio electoral.
Para ilustrar lo anterior, basta recordar que consejeros y representantes partidistas, cúpula del INE, acordaron entregar a los partidos políticos y candidatos independientes una bolsa de 6 mil 788 millones de pesos en 2018, el monto más alto de la historia, en un país que es la XIV economía en el mundo, pero en el cual se muere de hambre y la seguridad pública es una metáfora; aquí, los valores que transforman a los actores políticos y sociales en seres humanos, hace seis lustros -al menos- desaparecieron.
Comparto la percepción del consejero Ciro Murayama, quien defendió los fondos limpios dados a los partidos políticos, pero también los acusó de cometer actos de corrupción por servirse de recursos negros, que se ocultan en cada proceso electoral.
El resultado agravia toda sensibilidad social y política. El PRI dispondrá de mil 689.5 millones de pesos; el PAN, de mil 281.1 millones, y el PRD, 773.5 millones; Morena recibirá 649.2 millones de pesos, y su futuro aliado, el PT, contará con 376.7 millones.
Los tres “minions” del tricolor también alcanzan cifras que ni en el melate: el PVEM, 578.2 millones de pesos; Nueva Alianza, también brazo político del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), 419.1 millones, y Encuentro Social, 398.3 millones.
Para mayor agravio, basta con preguntar: ¿alguno de los contendientes ofrece un proyecto de nación alternativo al que los tecnócratas desaparecieron? ¿La publicidad política contendrá ideas, o sólo palabras sin sentido?