lunes, diciembre 16, 2024

LA COSTUMBRE DEL PODER: Democracia está Nepantla II/V

Gregorio Ortega Molina

*Uranga reflexiona, pero no para explicarse a él mismo el ser del mexicano, sino para darle asideros teóricos al poder político en México y su expresión más refinada: el presidencialismo. Así convierte los sexenios en una prueba constante de fe renovada cada seis años, en la expresión existencial más acabada del mito de Sísifo, porque para él, en términos políticos y de poder, nunca nada es concluyente, por eso la Revolución permanece inconclusa

¿Es suficiente la <<accidentalidad>> para explicarnos a nosotros mismos, nuestro ser, la actitud y manera de comportarnos hacia afuera, toda vez que la República transitó del yugo de la Corona española, a la sujeción determinada por el monroísmo y el apocamiento de los líderes que condujeron y mantienen vigente la no conclusión de la Revolución?

     Cuando Emilio Uranga en Análisis del ser del mexicano incursiona en la manera en que españoles y mexicanos se relacionan, debió referirse a los estadounidenses: “Las relaciones entre los españoles y los mexicanos no son, en modo alguno, fijas y definitivas, sino que han variado y, consecuentemente, ha variado también en definición a tenor de las distintas épocas y del estatus cultural y social desde que se hacen… Puede decirse que, en su inmensa mayoría, tales relaciones son de conflicto, de lucha, de pugna, de querella, en una palabra son relaciones de oposición y no de comunidad”.

     Sustituimos al padre-monarca por el tutor-regañón e impositivo. El asunto no es banal. En el apéndice XIII (Manifiesto constitucionalista al pueblo norteamericano, abril de 1914) de La Revolución intervenida, Berta Ulloa anotó: “Además los constitucionalistas rechazaban sinceramente la intención del gobierno norteamericano de prestarles ayuda contra Huerta, <<porque un partido político que para llegar al triunfo se apoya en una intervención extranjera, falta al cumplimiento de sus deberes para con el Estado>>…”.

     Pareciera que hoy nadie recuerda ese señalamiento formulado por Venustiano Carranza en el Manifiesto de referencia. Aquí el término <<inconclusa>> adquiere una dimensión actual. Si nuestro proyecto no pudo ser, por inconcluso, ¿será que los mexicanos nos encontramos a medio camino para lograr ese deber ser? Es posible que, como anota Hermann Heesse en Demian, para nacer sea necesario romper un mundo, que es así como proceden todos esos mexicanos que triunfan con gran esfuerzo y con mayor entusiasmo en el extranjero. El límite no son las artes cinematográficas, los triunfadores están presentes en todos los ámbitos de la cultura, las artes, la economía, la ciencia.

     ¿<<Accidentalidad>>? Sí, pero a lo anímico habría que añadir lo geográfico. Gastón García Cantú refirió en varias ocasiones, durante las tertulias en casa de Enrique Mendoza, lo que le confiara Adolfo López Mateos: “Lo más difícil de ser presidente de México, es aprende a decir no a Estados Unidos”.

     José Manuel Cuéllar Moreno arriesga su propia hipótesis sobre ese término usado por Uranga como disparador de su reflexión sobre el ser del mexicano, y apuntalamiento al desarrollo de la tesis de la no conclusión de la Revolución: “El hombre revolucionario fue aquel que, acaso como ninguno, cobró conciencia de su ser-para-el-accidente. En consecuencia, el humanismo mexicano estaba cifrado para Uranga en la Revolución, la cual pasaba de ser un hecho histórico a un estado anímico-ontológico: la perseverancia en la zozobra o, lo que es lo mismo, la valiente afirmación de la libertad. La insuficiencia constitutiva del mexicano podía denominarse ahora el ser-para-la-revolución o el ser-revolucionarioNo es casualidad entonces que Análisis del ser del mexicanodesemboque en la pregunta por el significado de la Revolución”.

     Años después el propio Uranga responde a esa interrogante, pero no para explicarse a él mismo el ser del mexicano, sino para darle asideros teóricos al poder político en México y su expresión más refinada: el presidencialismo. Así convierte los sexenios en una prueba constante de fe renovada cada seis años, en la expresión existencial más acabada del mito de Sísifo, porque para él, en términos políticos y de poder, nunca nada es concluyente, por eso la Revolución permanece inconclusa.

     Mañana, si el mexicano está nepantla, su democracia también.

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