domingo, diciembre 15, 2024

LA COSTUMBRE DEL PODER: Cambio climático es suicidio colectivo

*La conclusión resulta ineludible: los seres humanos somos suicidas, vivimos en medio de la mugre y nos hacemos la ilusión de ser sustentables y estar limpios, precisamente por eso nos visita el Covid-19

Gregorio Ortega Molina

Los primeros grupos humanos asentados para dedicarse a la agricultura además de a la caza, de alguna manera establecieron pactos con la naturaleza, además de procurar sus beneficios a través de las divinidades por ellos elegidas. La imagen bíblica heredada es suficientemente reveladora de sus anhelos: heredarán una tierra de la que mana leche y miel… y todo lo que de nuestra casa extraemos.

     Vivimos de la naturaleza y nada le restituimos. Le exigimos de más, para que rinda nos servimos de plaguicidas; alimentamos a nuestro alimento de productos sintéticos y hormonas, lo que afecta nuestro desarrollo y, de alguna manera, el equilibrio mental.

     En nuestro afán de riqueza y obtener de la tierra lo que naturalmente produce y más, sin retribuirle en nada, cerramos los ojos a la otra vertiente de esta tragedia: la basura, que además de doméstica es industrial. Contaminan las minas, así como todo lo que “usamos” para vivir sin querer sacrificar nada de nuestras comodidades. Los combustibles fósiles contribuyen a darnos luz y transporte, a cambio de contaminarnos y, además, destruir lo que conocemos como medio ambiente.

     Lo que nos importa es transportarnos de uno a otro lado con comodidad y sin contratiempos; esperamos encender la luz en nuestras casas y tener desagües eficientes, poco nos inquietamos por saber qué se hace de nuestros desechos y donde van a dar, lo que presumimos es que somos limpios… aunque nada más sea por fuera, y todo lo escondamos lejos de nuestro alcance o bajo tierra. Los seres humanos somos terriblemente sucios, sólo hay que ver los niveles de contaminación de ríos y mares y la manera en que los gobiernos eluden los compromisos para iniciar el rescate de nuestro hogar y proceder a limpiarlo; tampoco ignoramos lo que hacen los dueños de industrias con tal de enriquecerse más.

     El concepto de desarrollo sustentable es relativamente nuevo. ¿Lo conocen los empleados de las fábricas, los mineros, los que pescan para que compremos alimentos del mar, los que crían ganado o pollo? Lo dudo. La mayoría de quienes cuentan con medios propios de producir riqueza, están educados en la cultura del “haber”, de sumar riqueza, lo demás no les importa.

     ¿Cuántos jefes de Estado, cuántos propietarios de fábricas, minas, emporios ganaderos, productores aves y otros alimentos agrícolas, conocen de las nuevas normas para alcanzar ese desarrollo sustentable, y las cumplen? ¿Cuántos hogares están dispuestos a modificar sus hábitos cotidianos, cambiar en lo que comen y la manera en que disponen de la basura que producen?

     Un paseo a pie por las calles de esta ciudad nos muestra la indolencia de un buen número de vecinos que dejan sobre la acera las heces fecales de sus mascotas, nadie reclama y no se imponen multas a los propietarios de esos animales.

     La conclusión resulta ineludible: los seres humanos somos suicidas, vivimos en medio de la mugre y nos hacemos la ilusión de ser sustentables y estar limpios, precisamente por eso nos visita el Covid-19.

www.gregorioortega.blog                                                 @OrtegaGregorio

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