*¿A dónde nos conducen las decisiones de don AMLO? ¿A dónde su personal proyecto político? ¿A dónde esta confrontación entre 120 millones de mexicanos, que de ninguna manera es administrable para satisfacer el proyecto de un solo hombre?
Gregorio Ortega Molina
Por lo pronto han convertido a la patria en el país de una única voz. Toda discordancia es de inmediato acallada, al que no tunden en las redes sociales lo despiden, lo que establece temores y delimita espacios de poder. Se recurre a la intimidación y al escarnio públicos para que la oposición partidaria, empresarial y social desaparezca, lo que de inmediato establece dos medidas para la procuración y la administración de justicia; si no lo creen pregunten a don Manolín Bartlett y al matrimonio Ackerman.
A personajes como Manolito, el de la CFE, todo se le tolera. Es inmune e impune… lo mismo que su familia. Asa Christina Laurell, Mara Gómez y Mónica Maccise el mismo día abandonan su posición en el gobierno, porque se dieron cuenta del camino elegido por el señor de los anillos de la 4T, que en un berrinche descomunal decidió desaparecer todos los organismos desconcentrados, empezando por Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, proceso de desestructuración administrativa en el que espera colocar como la cereza del pastel al INE.
Necesitan desaparecer la diversidad de opiniones. Una voz es la que ha de escucharse para determinar el futuro de México. Es la nueva normalidad, la novedosa democracia, la mejor manera de hacer política para que el gobierno sea monolítico, a pesar de que lo que se lesiona son las instituciones y lo que se difumina en una disolvencia cinematográfica es el Estado. Con los nazis y el estalinismo ocurrió lo mismo, de otra manera no existirían los totalitarismos.
AMLO montó ya el organismo que dará consistencia a su proyecto personal y político de gobierno. El Sistema de Ciudadanos Alertadores Internos y Externos de Corrupción, que no es sino un grupo de delatores anónimos para deshacerse de la oposición real o virtual y, como en los mejores tiempos de la Francia ocupada, quedarse con las propiedades y otros bienes de los odiados enemigos, principalmente los fifís, la prensa vendida, la mafia del poder, los neoliberales y todos los que sume.
A estas alturas los empresarios que no se avienen a los deseos del señor de los anillos de la 4T, ya deben haberse percatado cuál es el estrecho camino que delimita su futuro, prefigurado en el desmantelamiento de la infraestructura de acero del cancelado aeropuerto de Texcoco (cuya subasta es sospechosa), o en el hecho de que ahora el TP01 se chacharea a cambio de 120 millones de dólares más material médico no cuantificado, por no dan nombres, la opacidad es la reina consorte en esta regeneración nacional. Hemos de callarnos, no sea que se espante por el acoso de la prensa nacional corrupta que nada reconoce al Jefe Máximo siglo XXI.
Es momento de regresar a Albert Camus: “Los dioses condenaron a Sísifo a rodar, sin detenerse, una piedra hasta la cumbre de una montaña, desde donde la piedra rodaba hacia abajo por su propio peso. Pensaron, no sin razón, que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza”.
¿A dónde nos conducen las decisiones de don AMLO? ¿A dónde su personal proyecto político? ¿A dónde esta confrontación entre 120 millones de mexicanos, que de ninguna manera es administrable para satisfacer el proyecto de un solo hombre? Es momento de recuperar nuestra propia voluntad.
www.gregorioortega.blog @OrtegaGregorio