*La esencia del poder es idéntica en cualquier latitud. Quienes lo ejercen siempre se ven desbordados por la codicia y la vanidad, y eso destruye toda unión federalista
Gregorio Ortega Molina
Disminuir la importancia de la fractura de la CONAGO equivale a lo mismo que hicieron con la pandemia. De ésta ya pagamos el costo social y económico de que el gobierno se negara a considerar su verdadera dimensión. La salida de 10 gobernadores puede ser el inicio de la balcanización de México.
¿Debo escribir 10 mil veces exageré? No, sólo mediten en la ubicación geográfica de los estados gobernados por esos 10 conspicuos mandatarios estatales, y en lo que su economía significa para el PIB. No me salgan con la jalada de una innecesaria confrontación impulsada por la narrativa política de la 4T, y afirmen que es un enfrentamiento del norte contra el sur. No, lectores, lo que vivimos en carne propia es el intento de consolidación de una dictadura imperfecta, y esa fragmentación de la CONAGO no es sino una alerta.
En términos políticos y religiosos, la clemencia corresponde a quien ejerce el poder o lo representa. Ser demócrata implica tener los ojos y los oídos bien abiertos, para decidir en consecuencia de lo que se vive y padece, y no para satisfacer los compromisos electorales, sobre todo en esta ápoca en que la economía y su entorno social determinan, a querer o no, qué sí y qué no puede y debe hacerse. Aunque el mandato evangélico inculcado por el Instituto Lingüístico de Verano ejerza poderosa influencia.
Lo que ahora ocurre me obliga a pensar en los previsibles y quizás necesarios compromisos transnacionales de la 4T para convertirse en gobierno; lo que sugiere la presencia de Black Rock en la persona de sus directivos es para poner los pelos de punta a cualquiera, sobre todo ahora con la codicia por el litio, la derrota de Pemex y la obsesiva, pero también vacía necesidad de completar obras públicas que, para la recreación de la Patria y la necesaria e impostergable reforma del Estado, en nada contribuyen y nada resuelven en el corto plazo.
Habrá que meditar detenidamente en la historia de Roma, en cómo el Imperio se construyó, se deconstruyó y se volvió a construir, hasta que definitivamente se partió en dos y se disolvió en la memoria de la humanidad.
Más breve todavía es la epopeya de Josip Broz Tito para federalizar las repúblicas en una Yugoeslavia que, a su fallecimiento, también dejó de ser esa utopía de unidad.
Lo que se hace o deja de hacerse desde la administración pública es política y también es electoral. Quejarse porque consideran que es en ese tenor que tomaron su decisión los 10 gobernadores, es ver la paja en el ojo ajeno. Hoy, con diferente chamarra, están al mando los mismos de siempre. Lean si no El mundo de ayer, donde Stefan Zweig anotó: “El que exponía una duda, entorpecía su actividad política; al que les daba una advertencia, lo escarnecían llamándolo pesimista; al que estaba en contra de la guerra, que ellos mismos no sufrían, lo tachaban de traidor. Era la pandilla de siempre…”.
La esencia del poder es idéntica en cualquier latitud. Quienes lo ejercen siempre se ven desbordados por la codicia y la vanidad, y eso destruye toda unión federalista.
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Recuento del Tratado Internacional de Aguas. (Manuel Ávila Camacho, 1944). … Con fecha 25 y 29 de septiembre de 1943 se efectuó en Washington un canje de notas entre nuestra Embajada y el Departamento de Estado, por el que se dio término satisfactorio (a las indemnizaciones que debían pagarse por la expropiación petrolera). Se concertó un convenio sobre cooperación e investigaciones arqueológicas y representantes de ambas naciones suscribieron en la Ciudad de Washington, un Tratado para la distribución de las aguas de los ríos Colorado y Tijuana, y del Bravo, desde Fort Quitman, Texas, hasta el Golfo de México…”.
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