*Todo indica que las consecuencias de John fueron peores, pero ni en las redes sociales ni en la comunicación entre vecinos, veo un movimiento solidario que convoque a centros de acopio. Claro, el ejemplo lo pone la máxima autoridad. Si por Otis y un inventado temor a que le mancillaran la investidura, Andrés Manuel López Obrador no salió de la base naval de Icacos, lo mismo hizo la doctora Sheinbaum Pardo. Ambos son incapaces de llenarse de lodo y estrechar la manos de los que más necesitan una muestra de apoyo de su president(e)a
Gregorio Ortega Molina
El comportamiento de los mexicanos se modificó drásticamente durante los últimos seis años. Desapareció esa solidaridad mostrada como consecuencia del terremoto de 1985, y como fue habitual entre la sociedad al conocerse y sufrirse los desastres provocados por la naturaleza.
Si recuerdo con exactitud, los centros de acopio se multiplicaron, las donaciones llegaron a su destino. Los brazos de los mexicanos, de diversas edades, e incluso de famosos, se sumaron a los rescatistas. El contraste y las diferencias sociales no importaron, lo mismo sabías de “El Topo” que del tenor Plácido Domingo moviendo escombros para buscar sobrevivientes.
Todavía se recuerda y conmemora el salvamente de los bebés del hospital Juárez. ¿Milagro, o sólo esfuerzo solidario? Así como se manifiestan en su descontento cada dos de octubre al recuerdo de la noche de Tlatelolco, los integrantes de la sociedad mexicana debieran expresar su júbilo por las vidas que se salvaron ese 19 de septiembre de 1985 y días subsecuentes.
A la parálisis física y mental de Miguel de la Madrid siguió su actividad ordenada en la coordinación de los esfuerzos, se mostró en público, abrazó a los voluntarios, acudió a los hospitales para estrechar la mano de los sobrevivientes.
Ahora, apenas ayer, como consecuencia de Otis y John no sucedió lo mismo. Los centros de acopio son reducidos y reciben poco de lo que se requiere. Inmediatamente sosegado el viento de Otis, muchos mexicanos desearon trasladarse a las zonas de desastre -porque Guerrero no es Acapulco-, pero fueron interceptados por los retenes (lo mismo militares que de narcos) y fueron despojados de medicamentos contra las infecciones, de víveres y ropa, y la solidaridad se rompió, como se propicia su fractura todas las mañanas desde el salón de la Tesorería. La confrontación, hoy, es permanente, y se manifiesta en odio entre mexicanos.
Todo indica que las consecuencias de John fueron peores, pero ni en las redes sociales ni en la comunicación entre vecinos, veo un movimiento solidario que convoque a centros de acopio. Claro, el ejemplo lo pone la máxima autoridad.
Si por Otis y un inventado temor a que le mancillaran la investidura, Andrés Manuel López Obrador no salió de la base naval de Icacos, lo mismo hizo la doctora Sheinbaum Pardo. Ambos son incapaces de llenarse de lodo y estrechar la manos de los que más necesitan una muestra de apoyo de su president(e)a.
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