Adrián García Aguirre / Jerez, Zacatecas
* Es el primer Pueblo Mágico del estado de Zacatecas.
* La historia mítica del lugar que adoptó al poeta de México.
* “Diré con una épica sordina: la Patria es impecable y diamantina”
* La incursión inicial de los conquistadores españoles fue en 1531.
* Xerez de la Frontera, nombre original dado a un paraje solitario.
* Cultura, gastronomía y tradiciones en el pueblo de las raspanieves.
Arrullada y dormida en la gloria de su pasado, pero viva en su presente, Jerez está en una hondonada cubierta de pinos y mezquites, lugar de nacimiento del tamborazo que acompaña, desde ruidosas celebraciones hasta marchas fúnebres, sin que en la Semana Santa nadie deje de festejar el Sábado de Gloria, evento mayor de ese Pueblo Mágico zacatecano.
Tampoco cuando se anuncia la Feria de Primavera, momento en el que los jerezanos y sus visitantes salen a las calles y los charros desfilan a caballo, mostrando porqué esta población y sus costumbres tienen tanto significado para los habitantes de una tierra tan querida y llena de maravillas que causan asombro.
Ramón López Velarde -nacido en 1888 en Tepetongo, en las cercanías de Jerez, fallecido en la Ciudad de México en 1921-, el gran poeta de México, cantó a la nación, a sus hombres y a sus mujeres, a sus costumbres y a sus valores más sentidos en el tercer párrafo de “La Suave Patria” a través de palabras excelsas.
Y también al estado de Zacatecas que, cuentan las historias, antes de la primera incursión en 1531 a cargo de los españoles, ya estaba habitada por los chichimecas, los huachichiles y los zacatecos, quienes tenían un idioma parecido al náhuatl.
Cultivaban la tierra y conocían las variantes del clima, cosechaban el maíz, la calabaza, el fríjol y el chile, tenían plantaciones de maguey, nopal y la miel de abeja era aprovechada, dedicados además a la caza de aves y mamíferos menores que existían por la Sierra de los Cardos.
Entre los diferentes asentamientos con población originaria estaban Susticacán y otros ubicados principalmente al sur, encontrados por los españoles al mando de Cristóbal de Oñate, quien buscaba metales preciosos en las laderas de los cerros del rico valle.
En 1570, un grupo de españoles encabezados por el capitán Pedro Carrillo Dávila llegó a un paraje en medio de la nada, al que llamó Xerez de la Frontera, con el fin de defender el camino de Guadalajara a Zacatecas contra los ataques de los indígenas y para abastecer y resguardar las minas zacatecanas
Algunos grupos indígenas eran sedentarios y poco belicosos, por lo que, cuando llegaron los españoles, aprovecharon a esas tribus para combatir a los indios hostiles; Carrillo Dávila, en compensación a su conquista recibió de la corona española tierras para criar ganado, haciéndolas prosperar aprovechando las corrientes de agua existentes.
También se inició un nuevo modelo cultural a través de la religión, cuando los misioneros se dieron a la tarea de evangelizar a los aborígenes, tarea que duró hasta fines del siglo XVI, al construirse una primera capilla de magnifica presencia colonial dedicada a San Ildefonso de Toledo y a Santo Domingo de Guzmán.
Empezó también la construcción de edificios que a la fecha siguen recreándonos con su gran historia y belleza arquitectónica, como la plaza principal, el bien llamado Jardín Grande y la casa consistorial.
Después de que se le concedió el título de Villa de Jerez, muchos años después, en 1952, se le dio el nombre de Jerez de García Salinas, que todavía ostenta, y de acuerdo con documentos que resguarda el historiador jerezano Luis Miguel Berumen Félix, Jerez fue reconocida a partir del 20 de enero y 22 de febrero de 1570.
Asimismo, en diciembre de 1569, se reconoció a Pedro Carrillo Dávila, a Pedro y Cristóbal Caldera y a Martín Moreno como los fundadores de la Villa de Xerez de la Frontera, llamada así en honor a la ciudad española de la que eran originarios.
Con matices que rezuman historia a donde quiera que se mire, en Jerez se sabe que, en enero de 1811, procedente de Colotlán, llegó a la población con las tropas realistas un sacerdote de Matehuala de nombre José Francisco Álvarez, partidario de la corona española, acompañado del capellán Francisco Inguanzo.
En Jerez se les recuerda como los personajes que primero confesaban a los numerosos prisioneros insurgentes antes de sus fusilamientos, que tenían lugar en la Plaza Mayor, frente a las casas consistoriales, factor que resultó decisivo para el pueblo se alzara en armas y se sumara a la guerra de Independencia.
Durante el régimen dictatorial de Porfirio Díaz, la villa gozaba de una tranquilidad aparente; pero había una inconformidad latente ante los privilegios que las leyes conferían a unos cuantos, y por ello prendió con facilidad la mecha de la Revolución.
Uno de los primeros brotes ocurrió el 15 de septiembre de 1910, cuando la población se levantó quebrando los vidrios de las ventanas de la Presidencia Municipal al grito de “¡Viva Madero!”, tres días después las tropas revolucionarias se encontraban en la Ciénega y mantenían a la ciudad en estado de sitio.
El 19 de septiembre Jerez fue atacada y el combate contras las fuerzas federales fue cruento, el Teatro Hinojosa fue incendiado; pero las llamas fueron sofocadas aunque el edificio de la municipalidad acabó incendiado, perdiéndose el valioso archivo donde se encontraba parte de la historia de la población.
Tras estos eventos la gente emigró a otras ciudades, prevaleció el saqueo y la violencia, por lo que la prosperidad y todo lo que representaba prosperidad fue destruido; sin embargo, la tenacidad de los jerezanos logró recuperar el progreso hasta que se sobrevino la guerra cristera entre 1926 y 1929; pero, superados los conflictos, se reinició la urbanización.
A partir del 28 de noviembre de 1952, de conformidad con el decreto No. 279, el municipio es llamado “Jerez” y la ciudad “Jerez de García Salinas”, hasta llegar a 2008, año en que Jerez, por decreto, fue declarado Pueblo Mágico por la Secretaría de Turismo (SECTUR) gracias a sus tradiciones, riquísima historia, costumbres, leyendas y a su extraordinaria arquitectura.
Dejando atrás su épica historia, narrada sintéticamente en sus fases más relevantes, Jerez es un orgulloso Pueblo Mágico, cuya ubicación se encuentra en la región central de Zacatecas, a una altura media de dos mil metros sobre el nivel del mar.
Según los antecedentes sobre su fundación e historia, predominan las construcciones religiosas, destacando entre ellas el Santuario de Nuestra Señora de la Soledad que rinde culto a la patrona de los jerezanos, reconocida por éstos debido a su intercesión en hechos de guerra, por lo que ostenta el grado militar de tres veces Generala.