Sergio Gómez Montero*
Las llamadas pruebas yacen por tierra,
Húmedas reliquias de la nave
R. Fernández Retamar: “Una salva de porvenir”
Escribir sobre política es, siempre, indagar sobre la verdad: saber si sobre lo que se escribe es, en efecto, verídico y cuáles son, a partir de ahí, las implicaciones que ello tiene, Aunque todo hecho público, en la época actual, tiende a politizarse precisamente a causa de ello: él es o no verídico; si su veracidad es confirmada, de inmediato se reduce al ámbito que le corresponde, pero si esa veracidad se tambalea, los hechos a partir de allí se politizan porque pueden tener implicaciones de naturaleza múltiple. Más complejas se tornan las cosas cuando los hechos rondan los terrenos de la política. Allí sí, todo se tambalea.
Así por ejemplo, hoy, es el momento en que todavía no sabemos bien a bien (¿lo saben ya los senadores?) qué pasa con el tema de los inspectores (consejeros, asesores, especialistas, ¿qué carajos son?) laborales norteamericanos que van a operar en México para supervisar que lo acordado en TMEC se está efectivamente llevando a cabo, al margen de que eso, nunca, en las letras grandes y redondas del Tratado de referencia había quedado establecido, pues implicaba, entre otras cosas, una abierta intromisión de un país extranjero en asuntos que son de evidente competencia nacional. Hasta hoy, con todo y la conferencia desde Washington de Seade, es el momento en que nadie sabemos realmente qué fue lo que pasó y está pasando (¿lo saben ya los senadores del país?) sobre esa materia, al grado de que, se especula, fueron esos consejeros los que acordaron el 20% de aumento a los salarios mínimos, para ir cerrando así la brecha enorme que en esa materia existe entre México y Estados Unidos y que genera la migración continua de paisanos hacia el país vecino, que tanta muina le causa al señor Trump.
Todo aquello, pues, que escapa de una u otra manera a los límites de veracidad despierta de inmediato suspicacias que uno no logra entender de inmediato. Como lo que recién acaba de suceder en Irapuato (tierra continuamente hoy conmovida por hechos de sangre), en donde siete civiles fueron abatidos por la Guardia Nacional. Mientras uno solo de los integrantes de la Guardia resultó herido. Desigual enfrentamiento, ¿no?
Es decir, por pequeños que sean los hechos y pertenezcan al ámbito que pertenezcan, es preciso que la vida pública se signifique por su veracidad, pues ya lo decían los griegos desde la antigüedad: si la verdad no atraviesa a la vida pública, ella se va a caer de la misma manera en que se derrumba un edificio con un terremoto. En otras palabras, la verdad le es consustancial a la vida pública, pues ella es la que la vitaliza y le da vigor. Y si la vida pública no es verdadera, el poder que de ella emana se disminuye o se pierde y la capacidad de gobernar se reduce virtualmente a cero.
¿Alguien, en términos de verdad o de mentira, sabrá ahorita qué es lo que realmente está pasando con la detención de García Luna y con los hechos delictivos que se generaron en el país después del “culiacanazo”?
*Profesor jubilado de la UPN
gomeboka@yahoo.com.mx