Sergio Gómez Montero*
En la misma sangre de ceniza la sangre de sal la sangre de las sangres de amor
En la misma sangre incendiada de pájaro fuego
A. Césaire: “Tam-tam 1”
¿Esto significa acaso el fin de la política y el principio forzado de la época en que todo se olvida y la atención se centra sólo en los marcadores, el sol y el mar y los mapaches que hacen así su agosto, pues quienes cuidan el gallinero metidos están en ver el futbol? El país pierde así su nivel de conciencia ciudadana y se degrada insensiblemente al grado de perder la conciencia de individuo consciente, preocupado de un futuro que lo sigue hundiendo en la ignominia o de otro que finalmente logrará que emerja de ella. ¿Será el próximo primero de julio de júbilo porque ganó López Obrador o un día de derrota porque otra vez la alianza PRIAN contra todos los pronósticos triunfó en las urnas?
¿Quién va a ganar el primero de julio: fraude o ley?
No es fácil por ahora, extrañamente, predecir los resultados electorales de julio, a pesar de que todos los ejercicios (encuestas, intención del voto, analistas, brujo mayor) no tienen dudas al respecto y señalan contundentemente un solo ganador: Andrés Manuel López Obrador, más aún si ahora su maquinaria sigue operando para arrasar virtualmente a sus adversarios de una manera implacable como lo ha venido haciendo y sólo un fraude burdo y absurdo se manifiesta o un acontecimiento inexplicable se llegase a presentar. Aunque el panorama por ahora no pinta para nada de eso y uno espera sólo que la votación se lleve a cabo de la manera más tranquila y transparente posible. Sería histórico, la verdad, porque luego de 90 años de votaciones fraudulentas por primera vez, al fin, tendríamos un proceso electoral legal. ¿Será así?
La pregunta de aquí en adelante respecto al proceso electoral es si habrá posibilidades, pues, de modificar la contundencia de las tendencias de ese proceso o si las tendencias se mantendrán hasta el final y ello conllevará a que el país se llene de júbilo al margen de que sean los que sean los resultados del futbol. Es decir, que por primera vez una fiesta cívica (que conlleva lo cultural, lo artístico, lo universitario, lo humanístico, lo técnico, todo virtualmente) sea más importante que lo deportivo. Sería realmente sorprendente que eso no fuera así y que el país se viera obligado a transitar por caminos arduos, pedregosos, llenos de amargas sorpresas, pues un fraude luego de este periodo de manifiesta simpatía por uno de los contendientes electorales a quien se derrota con un fraude, sería aparte de triste, decepcionante, azaroso, pues nadie sabría a dónde conduciría el ya famoso tigre suelto. ¿Usted se quedaría de brazos cruzados?
Esa es hoy la reflexión amarga que se pasea sobre nuestras cabezas: ¿vamos a permitir que una vez más el fraude se imponga y nosotros no podamos hacer nada frente a él? Duras, tristes, dolorosas reflexiones van a correr paralelas a los partidos de futbol de estos días. Nadie los vamos a poder ver en calma. Ni ellos, PRIAN, ni nosotros, los lopezobradoristas. Sólo hasta después del primero de julio sabremos si hubo LEY o no hubo. Todos la tenemos que hacer cumplir.
*Profesor jubilado
gomeboka@yahoo.com.mx