Sergio Gómez Montero*
se asomará a la aurora a gritar con asombro
viendo a los rojos hermanos del horizonte
marchando alegres hacia el porvenir
E. Che Guevara: “Despedida a Tomás”
Se acerca el día para los maestros del SNTE de su congreso nacional, y todo parece indicar, de nueva cuenta, que él será un congreso cargado de sorpresas, pues desde ahora, los días previos a ese congreso, en las secciones y delegaciones del Sindicato se respira un ambiente de incertidumbre y duda, pues nadie sabe realmente qué es lo que va a pasar, si se respetará la ley o si se impondrá temporalmente la influencia del Estado, quien desde tiempo atrás (1949) impuso su dominio sobre la organización gremial de los maestros, según lo ilustra con maestría Aurora Loyo desde años atrás.
Eso es lo que hoy se está jugando con los maestros: ¿qué régimen de relación predominará a partir de este año entre el SNTE y el Estado? Si ganan las elecciones presidenciales el PRI o el PAN, los cambios se reducirán a ligeros ajustes tanto dentro del mismo SNTE que seguirá siendo acaudillado por su actual dirigente espurio Juan Díaz de la Torre, en tanto que las relaciones de sumisión al Estado serán mayúsculas. Si el triunfo, como se espera, corresponde a Morena y su candidato, en el SNTE habrá cambios, pues el regreso de Elba Esther (o de alguno de sus chicuelos) al frente de la dirección del sindicato, será bajo nuevas condiciones, pactadas previamente con el nuevo Ejecutivo triunfante, lo que implicará nuevas relaciones entre el Estado y el gremio de los maestros. Es decir, los maestros y trabajadores de la educación (particularmente los dirigentes de su gremio) tienen que resolver un dilema: ¿con quién te vas: con limón o con sandía?
¿Implicará lo anterior modificación del viejo esquema social de operación del sindicato de maestros? Es decir, por su número de afiliados el sindicato de maestros seguirá siendo uno de los más grandes de América Latina y sin duda, en el ámbito estatal, el más grande del país, lo cual, precisamente desde 1949, cuando empieza a operar con el sistema corporativo que lo caracteriza, lo vuelve sumiso y cómplice del Estado y sus órganos, y por ende se torna una organización gremial corrupta y convenenciera que opera siempre a espaldas de sus agremiados, a quienes torna sumisos y cómplices de todas sus corruptelas, quitándole así la fuerza que debería devenir de su número. Ese es el problema que gira en torno a la organización gremial de los maestros en México en la actualidad: ¿podrá ella, la organización gremial, romper el esquema corporativo al cual está sometida, sea quien sea el candidato presidencial que triunfe este año en las elecciones presidenciales del país?
No es quizá ése el único problema que enfrenta en un futuro inmediato el siguiente Ejecutivo del país. Pero, frente a un movimiento obrero que se resquebraja (por viejo y anquilosado) y un campesinado que camina ciego, sordo, insensible por las llanuras del país (¿por qué no surge un Rulfo que nos lo describa?), el corporativismo no responde ya a la realidad actual de la nación, y de allí la necesidad de pensar en nuevas formas de organizar al trabajo para defender sus derechos, lo que a su vez, si es que el Estado persiste como frente organizador del capital, conlleva nuevas formas de relación, precisamente, entre capital y trabajo.
Nada fácil, pues, las próximas tareas de gobernar.
*Profesor jubilado
gomeboka@yahoo.com.mx