domingo, enero 19, 2025

ISEGORÍA: ¿Se podrá gobernar?

Sergio Gómez Montero*

Como quien pesa cada minuto de su funeral para repartirlo en pedazos

reina un tiempo de horror trajeado de fulgores

G. Pereira: “La partida”

 

A casi un mes de que un  nuevo gobierno asuma el control del país y que una nueva sociedad comience, uno se pregunta: ¿y cómo le irá a ese nuevo gobierno obligado a ser tal, para así ayudar a que el gobierno que termina pueda salir sin muchas raspaduras? Véase algo de lo mucho que ya se manifiesta. Por ejemplo, una de las cosas que sorprende, muchos comentaristas ya lo han señalado, es ¿por qué después de la primera reunión en Palacio Nacional entre AMLO y EPN se permitió el bipresidencialismo, que a quien menos ha favorecido es al primero de los personajes mencionados? Prima, porque nada de lo que dice tiene validez hasta en tanto no comience a gobernar y qué va hacer entonces si le han dejado un país en bancarrota y esa perspectiva amarga (uno recuerda la Argentina de los Kirchner) virtualmente lo deja en manos de quienes controlan los capitales del país y que ya hoy están presionando con todo, para que, a huevo, el nuevo aeropuerto de la CDMX quede en Texcoco y descalificando por tanto la consulta popular? ¿No hubiera sido más fácil para el nuevo presidente decir aquí y punto, con base en los estudios técnicos que ya tiene, para no pasar por la consulta que constitucionalmente, hasta hoy, no tiene ninguna validez? Urge, por ejemplo, que el congreso le dé validez legal a la voz popular que se expresa a través de las consultas.

Esos proyectos anunciados, por leves que sean, le han causado muchos problemas al presidente electo: dígase, por ejemplo, el merequetenge que se traen en Educación, en donde todo, movido por los sindicatos (SNTE; CNTE y Elba Esther), pareciera atender más que nada a los intereses de una de las televisoras más fuertes del país y en donde, por tanto, la menos favorecida va a ser la educación pública del país. ¿Eso, entonces, es lo que se quiere hacer con la Educación?

Sin duda gobernar es difícil, y más a un país que intenta independizarse, poco a poco, de un sistema capitalista, que desde fines del XIX lo tiene atrapado entre la vecindad con Estados Unidos y la voracidad de la burguesía nacional. Eso obliga a ser particularmente cauto a la hora de gobernar, porque si no el engrudo se hace bolas y luego ya no sirve. También obliga a que, con cuidado, se vayan tomando las medidas que concilien los intereses tan distantes y contradictorios que movilizan al país y fluctúan entre el poder de las mayorías y el poder del dinero, ¿a cuál de los dos, finalmente, se le debe hacer caso? La respuesta parecería sencilla, diciendo que al poder de las mayorías porque ese poder fue el que definió el triunfo electoral. Pero a pesar de eso, el otro poder está ahí, actuante y beligerante, pues quiere cuidar sus intereses a toda costa que, por más vergonzantes que sean, son intereses que todavía no desaparecen y con los cuales, por tanto, hay que lidiar. Es verdad, para ello se requiere un gobierno de transición cuidadoso y hábil que conduzca a la República a buen puerto, en donde los dos poderes en disputa se concilien por el bien del país.

Muy difícil la tiene el compañero Andrés Manuel: gobernar México, ahora, le sacará, ahora también, canas verdes. La mejor de las suertes, matador.

*Profesor jubilado de la UPN

gomeboka@yahoo.com.mx

 

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