Sergio Gómez Montero*
Para Claudia y nuestras ganas de luchar siempre
Es la América inédita,
la que estaba en el tacto,
la que estaba en la carne
M. del Cabral: “Oda escrita en la piedra
La semana pasada, primera del año, pintó con colores dramáticos lo que será este año electoral y que en las fotos y en las acometidas nos hicieron recordar a todos las agresiones que en 1971 los halcones, como ahora en Coyoacán, llevaron a cabo en contra de ciudadanos (estudiantes sobre todo) inermes y periodistas ejerciendo su oficio. Triste tarea la de recordar porque te lleva a pensar que para el poder repetir el pasado es sólo una de las múltiples formas sucias que utiliza para intentar conservarse en donde está utilizando indiscriminadamente la violencia desde ahora. Hoy con una ligera variante: son sus fantoches (los títeres que mueve tras bambalinas: los chuchos, por ejemplo) los que se encargan de corporizar las agresiones. De una u otra manera la violencia continúa y hace efectiva la enseñanza de Weber: el monopolio de la violencia la ejerce sólo el Estado. El dilema es: ¿cómo podemos evitarlo?
Será, pues, éste, un año aciago, cargado de violencia: por un lado con los ajustes de cuentas que en todo el país están llevando a cabo los grupos de narcotraficantes que operan lo mismo en Chihuahua que en Baja California Sur o Veracruz o Guerrero, que los ataque en contra de los verdaderos opositores del sistema que accionan lo mismo en la CDMX que en Yucatán, Oaxaca, Chiapas o Nuevo León, lo cual vuelve a situar a la oposición en situaciones de desamparo total, ya que en ambos casos la violencia la ejerce el Estado, que es quien la propicia y se ve favorecido por ella. Frente a esa repetición de los esquemas (o lo que es lo mismo: frente a esa reaparición continua del pasado), lo que más escozor causa es sin duda aquel que señala que luego de casi cien años pareciera que seguimos inermes para evitar y revertir la repetición del pasado y que se concreta sobre todo en formas diversas que impiden que los triunfos electorales de la oposición se concreten, lo que nos mantiene en un estado de sumisión continua.
Existe en el país, pues, desde años atrás una tensión continua cada seis años, pues los triunfos electorales de la oposición no se respetan y los amplios sectores de la población que militan o apoyan a esa oposición no encuentran aún la forma de, por vía pacífica, hacer respetar su voluntad y deseos, lo cual sólo ayuda a incrementar la inseguridad, la injusticia, el deseo de venganza que priva en el país.
Suponiendo que aún por varios años más seguirá siendo el mismo modelo de país el que seguirá predominando, ¿a quién le tocará, sea por la vía que sea, modificar sustantivamente a ese modelo? ¿Qué generación de mexicanos dirá basta y pondrá al fin un alto a la reaparición continua del pasado, que quiere decir fin de los fraudes electorales, alto al engaño de la democracia representativa, imponer finalmente un país más justo y ecuánime?
La esperanza es lo último que se pierde.
*Profesor jubilado
gomeboka@yahoo.com.mx