Sergio Gómez Montero*
Se hizo tarde.
La lucidez protege
de la desolación
J. Liscano: “Situación”
Ni modo, duros son los balances pero precisos. Duros, porque ellos generan, por lo común, ajustes en los aparatos que operan las maquinarias partidarias (en este caso), en lo particular en sus áreas directivas, quienes son las responsables de conducir esos aparatos. Precisos, porque así hoy, una vez terminado el proceso electoral presente (al menos en su parte sustantiva), comienzan a aflorar las críticas y señalamientos profundos para quienes tuvieron a su cargo la conducción de las naves y que no pudieron rendir cuentas positivas. Mal, muy mal, sin duda, les va a ir a quienes dirigieron en el proceso electoral pasado a todos los aparatos partidarios: muchas las expectativas, magros los resultados para todos.
Es decir, tratando de ser objetivo a la hora de evaluar, ¿por qué todos los partidos se muestran inconformes con los resultados electorales hasta hoy conocidos (a excepción de AMLO, a quien el optimismo no lo abandona)? ¿Porque las expectativas fueron mucho mayores que la realidad? Las lecturas apresuradas, y equivocadas por ende, de la realidad mencionada se marcaron las distancias significativas entre expectativas y resultados. En el caso de la oposición ni con el pétalo de una rosa lograron tocar a AMLO, quien, con la excepción del DF, se consolidó en el resto del país y su partido conservó la mayoría en la Cámara de Diputados y el cual, junto con sus aliados y un poquito más, tendrá también la mayoría absoluta en ese recinto. El panorama para ellos es más que alentador. Con la oposición no sucede lo mismo, con todo y que controla el occidente de la ciudad de México y aumentó un poco su número de diputados, a costa de una pérdida sensible de gubernaturas y de control de congresos estatales. Para ellos, pues, mucho es lo que hay que remontar.
Así, en donde las cosas se van a poner difíciles es en los ajustes que, sin duda, se van a dar a nivel partidario. Alguien tendrá que responder por los platos rotos.
Comiéncese por lo más fácil, por Morena, en donde sin duda va a haber cambios, pero éstos motivados, más que nada, por el próximo proceso electoral de 2024, que va a ir desdibujando así, poco a poco, la figura logocéntrica de AMLO y van a ser los posibles candidatos quienes, desde ya, van a querer ponerle desde ahora su sello al partido, en tanto operador central de los procesos electorales. La pugna allí se va a centrar entre quienes piden mayores autonomía e independencia partidaria y entre quienes se van a inclinar por la tradición: someterse al candidato en turno. Una lucha, así pues, cargada de interés.
En donde las cosas se van a complicar un poco más es entre los partidos de oposición. Así, por ejemplo, ya desde ahora hay dos renuncias cantadas: la del PRI y la del PAN, pues tanto Alito Moreno como Marko Cortés muy malas cuentas rendieron a sus partidarios y éstos, desde ya, están pidiendo sus cabezas. En el PRD eso no sucede, porque ése es un partido de fantasmas. ¿Qué pasará al interior de esos partidos? Eso es una cosa que cada vez menos importa, pues esas agrupaciones son ellas, hoy, únicamente membretes que cada vez menos importan a la ciudadanía.
Sí, puede que el panorama aquí descrito no sea nada alentador; pero creo que verdadero sí lo es.
*Profesor jubilado de la UPN/ Ensenada
gomeboka@yahoo.com,mx