Sergio Gómez Montero*
¿Cómo, en el presente, armar un modelo de país (de la misma manera en que Cortázar escribiera su novela -compleja, totalmente referencial– Modelo para armar) que se ajuste a las necesidades diversas que se desprenden de una realidad de la complejidad del México contemporáneo, sin que nadie se moleste ni pegue de gritos? A partir de que socialmente ello no es posible, intentar hacerlo es perder el tiempo, simular sólo.
Tómese como ejemplo lo que hoy sucede en Lázaro Cárdenas, Michoacán, con la empresa ArcelorMittal, en donde la huelga que llevan a cabo los obreros ha venido siendo bombardeada indistintamente tanto por las autoridades del Poder Judicial como por las autoridades del trabajo del país, sin tomar en cuenta que los trabajadores están luchando en contra de la empresa siderúrgica más poderosa a nivel mundial y cuyos derechos, de los trabajadores, no son respetados en lo más mínimo. La empresa, desde luego, amenaza con el cierre de instalaciones y su huida del país, si los obreros de la empresa no son sometidos. ¿Lo serán?
Igual sucede con los hijos de los jornaleros agrícolas, quienes sólo entre 13 y 16% recibe algún tipo de educación escolar, en tanto que cerca de 150,000 o más no reciben ningún tipo de educación.
País, pues, que aún hoy se mueve en los extremos (las cifras sobre seguridad son espeluznantes) no hay manera de que él, poco a poco, vaya borrando las brutales diferencias que existen entre quienes tienen riqueza en exceso y quienes tienen, en cambio, pobreza en exceso. Cualquier proyecto de país que no parta de reconocer esa realidad es un proyecto sólo destinado a favorecer a los primeros y no a los segundos quienes, sin duda, seguirán siendo parte de los explotados de la tierra.
Puede partirse, en efecto, de una premisa que no es del todo falsa: es que esa, la disparidad, es la realidad de la tierra y en contra de ella no se puede luchar, sino sólo muy poco a poco y con mucho cuidado. ¿Cierto? Sí, en parte: el capitalismo aún domina en muchos sentidos y por eso aún hoy sigue dominando al país. ¿Algún día podremos desprendernos de esa triste y agobiante situación? Claro, cuando la mayoría de la población decida modificar las reglas absurdas que hoy dominan a la economía del país y con un proyecto de país surgido desde abajo y desde la izquierda decida modificar el modelo actual de país en donde los indicadores laborales, educativos, de violencia, de corrupción sean totalmente diferentes a los actuales.
Con los modelos actuales de país se ha avanzado; poquito pero se ha avanzado. El camino por recorrer es aún mucho. Y hay que recorrerlo desde la izquierda, pues sólo desde allí será posible construir el país diferente que se quiere: pacífico, justo, equilibrado, amigable con el ambiente y cercano, muy cercano con el saber. Fácil el proyecto para armar, ¿a poco no?
*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada